Viernes 29 de marzo de 2024

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Vivamos en el Amor Fraterno

Mensaje de monseñor Dante Gustavo Braida, obispo de La Rioja, en la fiesta de invierno en honor a San Nicolás (Iglesia catedral y santuario San Nicolás de Bari, 3 de julio 2022

1. Queridos hermanos y hermanas. Queridos peregrinos y queridas familias aquí presentes y todas las que nos sigue a través del Canal, la radio y las redes sociales: ¡Feliz día de San Nicolás! ¡Feliz día de nuestro santo Patrono!

Damos gracias a Dios por la vida de este gran Santo y por tenerlo como guía y compañero de camino. Damos gracias por todas las ayudas recibidas por su intercesión y porque siempre está y nos acompaña en nuestro caminar de cada día como hijos de Dios e hijos de esta bendita tierra riojana. “Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión… Podemos decir que «estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios […]”[1] Damos gracias, sobre todo, por el ejemplo de vida de san Nicolás, por su amor a Dios y su entrega generosa en el servicio de su Pueblo. Cómo en su tiempo él hoy nos sigue dando la Palabra y mostrándonos lo indispensable que es escucharla y seguirla como lo hizo él.

2. Este año la celebración de invierno que estamos culminando tiene como lema: “Vivamos en el Amor Fraterno”. Recién hemos caminado juntos como hermanos, fraternalmente, por las calles de nuestra querida Ciudad, juntos hemos rezado y escuchado la Palabra, hemos volcado en Dios todas nuestras intenciones, con confianza y esperanza. En estas mismas calles, o sea, en el lugar donde vivimos y nos desenvolvemos cada día es donde tenemos que vivir y aplicar lo aprendido de esta Palabra para mejorar y transformar nuestras vidas, nuestra Iglesia y nuestra sociedad. Y tenemos que hacerlo también juntos, como hermanos y hermanas que se necesitan para crecer y dar testimonio del amor de

El Evangelio de Lucas dice que en un momento “El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos... Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.” (Lc 10, 1-2). Así vemos que la misión nos es para unos pocos, es responsabilidad de muchos, de todos. Queridos hermanos y hermanas hoy también el Señor necesita más trabajadores para su Reino, hay mucho por hacer, muchos desafíos para enfrentar, mucha justicia que buscar, mucha Vida y Amor para comunicar… y se necesitan los más diversos talentos y carismas para hacerlo.

3. En la Escucha del pueblo que hemos realizado al inicio de este año vimos con más claridad que es necesario realizar varios cambios en la Iglesia para que sea fiel a su misión. Entre otras cosas se dijo que se espera una Iglesia “Abierta, cercana y comprometida con la vida de todos… Acogedora de los jóvenes, que esté preparada para recibirlos en cualquier situación que se encuentren… Que sea Hospital de campaña… y asuma el compromiso con los pobres y marginados… Que cuide y defienda la vida en todas sus etapas… Que no pierda su centralidad en Cristo.” También se dijo que sea una “Iglesia fraterna, donde la fraternidad que propone el Evangelio sea práctica constante y visible entre todos los que prestan servicio en la Iglesia… con apertura de corazón para aceptar la diversidad de carismas y dones que Dios concede a sus hijos, y que los mismos se integren y vivan en la unidad del Espíritu Santo”.[2]

La fraternidad es parte de nuestra identidad porque somos todos hijos e hijas de un mismo Padre que no hace acepción de personas, por tanto todos tenemos un lugar en la familia de la Iglesia, lugar que tenemos que ocupar con responsabilidad para ayudar y servir a los demás de acuerdo a la propia vocación y estado de vida. Y esto vivido como fruto de una encuentro profundo y sostenido con Él.

En cada uno de nosotros hay mucha vida, sabiduría y capacidades que Dios nos ha dado para compartir con los demás. Somos hermanos, necesitamos de los demás y los demás necesitan de nosotros.

No nos dejemos robar la vida fraterna. No nos aislemos. Salgamos al encuentro de los demás! Siempre!

4. En el Evangelio ya citado dice también Jesús: “¡Vayan!... Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!" (Lc 10,3-4) La paz es lo primero que Jesús Resucitado dona a sus discípulos cuando se aparece. Paz que es don pero a la vez es una tarea a lograr cada día y en todas las situaciones que se presentan ya que solo en un ambiente de paz puede desarrollarse una persona, una familia, un

Sabemos que de muchas maneras las paz es perturbada cuando hay injusticias, inequidad o cuando prima el propio interés por sobre el bien común. Hoy nos interpela fuertemente la paz perturbada por el avance en el consumo de drogas o por los hechos de violencia que se derivan del mismo hasta llegar en casos al atentado contra la propia vida. Por otra parte nos duele la situación de incertidumbre económica y la inflación que se devora los salarios en poco tiempo generando alteraciones en la paz cotidiana de muchas familias. En especial preocupa la situación de muchos niños y jóvenes afectados por la falta de clases, sobre todo luego de los efectos de la larga pandemia que nos aqueja. Ante una realidad tan compleja e incierta necesitamos mantener espacios de diálogo entre todos los sectores para buscar salidas a cada situación. No son tiempos fáciles pero si son tiempos propicios para entregar todo, lo mejor de sí en la búsqueda de soluciones. Siempre se puede hacer algo más. Un máximo esfuerzo en la escucha y en el diálogo atento de todos, seguro traerá salidas y nos permitirá mirar el futuro con esperanza.

Esta tierra de mártires nos alienta a la entrega generosa de la propia vida en busca de la paz. Como decía el beato Angelelli en su última fiesta de invierno de San Nicolás: “En esta hora difícil y decisiva, nos hacen falta a todas las fortalezas del Espíritu Santo que habita en nosotros para que las CRISIS no nos asusten, para que las TENTACIONES no nos desequilibren, para que los RIESGOS no nos paralicen”.[3]

5. Por otra parte les comparto también que en el día de ayer con un grupo de peregrinos hemos participado en Orán, provincia de Salta, de la beatificación de dos mártires del Valle del Zenta: el sacerdote diocesano Pedro Ortíz de Zárate y el jesuita Juan Antonio Solinas. Ellos, en 1683, dieron su vida cómo mártires cuando, siguiendo el envío misionero de Jesús, llevaban el Evangelio a los pueblos originarios del chaco-salteño. Este testimonio de entrega misionera lo vivieron junto a un grupo integrado por miembros de pueblos originarios, mulatos, y Podemos decir que fue una comunidad misionera sinodal martirial que viene a acrecentar la alianza entre los diferentes pueblos que habitamos esta tierra.

En esa peregrinación a Orán hemos llevado las reliquias de los cuatro mártires riojanos para que se expongan y veneren en el Santuario que hoy se ha erigido en las afueras de la ciudad de Pichanal en la zona donde habría sucedido el martirio.

Estos nuevos beatos mártires de la Iglesia Argentina nos animan a dejarnos guiar por el Espíritu Santo, tanto personal como comunitariamente, para vivir hoy nuestro propio camino de santidad.

6. Al concluir estos días de novena y fiesta de San Nicolás y de nuestra Madre del Valle los invito a perseverar en una vida orante para mantenernos siempre centrados en Jesús. A su vez les comparto que en los meses de septiembre y octubre, Dios mediante, realizaré la visita pastoral a las parroquias del decanato San Francisco Solano, aquí en la ciudad Capital, junto con la imagen misionera de san Nicolás. Invito a cada comunidad a prepararse para vivir este momento como un tiempo de crecimiento y maduración en la fe y para alentar la misión evangelizadora en cada lugar.

Por último los animo a vivir plenamente el mes de los mártires que pronto iniciaremos para el que se han ido programando diversas actividades que nos ayudarán a comprender más la vida y mensaje de los beatos Carlos, Gabriel, Enrique y Wenceslao y beber de esa fuente de gracia que de ellos surge.

Hoy también recordamos el primer aniversario del fallecimiento de Mons. Roberto Rodríguez, damos gracias por el don de su vida y mañana aquí, en la Catedral, celebraremos la misa por su eterno descanso y en agradecimiento por su vida y servicio en la Iglesia, en particular en La Rioja.

Que San Nicolás y nuestra Madre del Valle nos sigan acompañando y guiando por los caminos del Evangelio.

Feliz día de San Nicolás. Bendiciones para todos y mucha paz.

Mons. Dante G. Braida, obispo de La Rioja


Notas:
[1] Papa Francisco. Gaudete et Exultate n° 4
[2] Conclusiones Camino Sinodal, diócesis de La Rioja. Parte 3.
[3] Beato Mons. Angelelli. Mensaje 4 de julio 1976.