Viernes 22 de noviembre de 2024

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Apertura de la "Semana Laudato Si 2022"

Homilía de monseñor Jorge R. Lugones SJ, obispo de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, en la misa de apertura de la Semana Laudato Si' (Catedral de Buenos Aires, 22 de mayo de 2022)

Brotó un manantial que cubrió la superficie de la tierra. (Gn 2,15)
formó al hombre del polvo de la tierra y sopló sobre él y le dio el aliento de vida (7)

En la primera lectura tomada del Génesis, del segundo relato de la creación, Los actos creadores de Dios están ordenados con un criterio distinto al primer relato. Su interés primario es ubicar al ser humano en el lugar central del plan creador de Dios. Modelado "artesanalmente" de la tierra creada, el hombre es puesto en un jardín creado especialmente para él. Los árboles y los animales son creados después, y al ser humano se le confía la tarea de cuidar este territorio ser custodio y de dar un nombre a los seres vivientes. En este segundo relato vemos que la misión del ser humano se amplía. Si en el primer relato tiene la misión de continuar la obra creadora de Dios como administrador y mayordomo de la creación, aquí se percibe la tarea encomendada de cuidar y preservar la integridad del jardín donde el ser humano es puesto.

Tanto en la enemistad de Caín sobre su hermano (cap 4) o en el diluvio universal (cap.6), está presente, de alguna manera, la interpretación a través de la fe de que las perturbaciones dentro del mundo natural han sido introducidas por el ser humano. Es decir, el alejamiento del ser humano del querer de Dios tiene un impacto cósmico, que altera el orden de la creación.

La Palabra de Dios nos señala que todos los seres humanos son iguales entre sí (tienen el mismo origen). Que la mujer y el hombre tienen igual dignidad: fueron uno y están destinados a serlo. Que la Palabra es poderosa: lo crea todo. Que todo ha sido creado bueno, Dios no es el origen del mal. Que el origen del mal está de alguna manera ligado al ejercicio de la libertad por parte del ser humano. Que el ser humano tiene una responsabilidad particular respecto al lugar de la creación (cosmos) en el que es puesto. Que esta responsabilidad significa ser colaboradores con Dios creador. Que el comportamiento del ser humano tiene consecuencias que impactan en el cosmos.

Estamos celebrando el séptimo aniversario de la Encíclica LS la cual providencialmente coincidió con el setenta aniversario de la creación de la Organización de las Naciones Unidas en 2015, en París donde Francisco aprovechó para reiterar varios párrafos de la Encíclica LS y afirmar que existe un verdadero «derecho del ambiente» que implica límites éticos a la acción humana y que cada una de las creaturas, especialmente las vivientes, tienen un valor en sí misma. Y que hay que impulsar la promoción de "una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad, cuidado de la creación, pero también del prójimo, cercano o lejano, en el espacio y el tiempo”

El núcleo de la propuesta de la Encíclica es una ecología integral como nuevo paradigma de justicia, una ecología que «incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea» (15). «el ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos» (95).

Para esto Francisco no sólo pone el énfasis en la Educación sino también en la Espiritualidad (socio-ecológica) como animadora (alma) de la cultura -estilo de vida de un pueblo- incluidas instituciones y estructuras. Esta espiritualidad socio-ecológica fraterna con los otros especialmente con “los pobres y nuestra hermana madre tierra”. Leímos en el Evangelio de hoy: El que me ama guardará mi palabra y el Padre lo amará…El E.S. les recordará todo y les enseñará todo lo que les he dicho…la paz les dejo no como la da el mundo…

Este reconocer el amor de Dios es una sabiduría que también se expresa en lo que Francisco llamará “Experiencias de salvación comunitaria”, para el cristiano se perfecciona como don del Espíritu Santo. Acontece por el plus que da el encuentro interpersonal y comunitario que hace algo nuevo que no se da en la mera suma de individuos o por solo un contrato social. Por ello Francisco habla de mística la cual al mismo tiempo es signo de “espiritualidad” es una moción eficaz a la acción colectiva ético-histórica y política, orientada al bien común. Francisco advierte que sin una transformación ética y cultural, es decir, sin una sincera conversión de las actitudes del corazón del ser humano no es posible un cambio de estructuras termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir (2015)

Ante el flagelo de la Pandemia el Papa nos advierte: “Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse.”[1] Esta propuesta de la Etica del cuidado -etica de la solidaridades- junto a la ética de la responsabilidad universal es impostergable, o asumimos juntos responsablemente el destino de nuestra Casa Común o vamos a recorrer un camino sin retorno.

Pidamos a la Virgen madre y señora de todo lo creado que siga recreando en su pueblo la pasión por sembrar y regar serenamente, con paciencia y trabajo, lo que otros verán florecer para gloria de Dios y bien de la humanidad.

Mons. Jorge R. Lugones SJ, obispo de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social


Nota:
[1]
Cuarto mensaje de Francisco a los movimientos populares: Pascua 2020