Jueves 21 de noviembre de 2024

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Inmaculada Concepción de María

Homilia de monseñor Carlos José Tissera, obispo de Quilmes en la misa de la Inmaculada Concepción de María (Catedral de Quilmes 8 de diciembre de 2021)

Hermanas y hermanos:

La palabra de Dios que hemos escuchado hoy nos ayuda a gustar de este gran misterio que creemos y celebramos con tanta alegría en todos los continentes donde se encuentras las comunidades cristianas. Algunas, con tradiciones muy antiguas.

En la Argentina, la presencia de María fue acompañando los cristianos, manifestándose de tantas maneras. También en nuestros pueblos hermanos como Paraguay, Brasil, Uruguay, Bolivia y Chile. En tantos pueblos y ciudades hoy los cristianos nos reunimos para celebrar a la Virgen María, concebida sin pecado original.

El Evangelio nos narra el momento de la Encarnación del Hijo de Dios, misterio grande del amor de Dios, que fue posible gracias a la disponibilidad y la generosidad de esta humilde joven de Nazaret, un pueblito sin importancia de Galilea, verdadera periferia del pueblo de Israel.

Dios cumple con la promesa hecha apenas el primer hombre y la primera mujer rompieron la amistad con Dios, en el paraíso. El plan maravilloso de Dios se trastocó. Pero Él respondió con más amor. De diversas maneras fue buscando al corazón extraviado del hombre, reiterando su alianza y por los profetas anunciaba la esperanza de la salvación. Al cumplirse la plenitud de los tiempos, envió a su único Hijo que se encarnó por obra del Espíritu Santo y nació de María, la Virgen, que estaba comprometida con José, quien hizo las veces de padre de Jesús. Estos humildes creyentes de Nazaret cuidaron de quien es el autor de nuestra salvación. Su testimonio de humildad, de pequeñez, nos invita a alabar a Dios por su gran amor. 

El ángel saluda a María reconociéndola “llena de gracia”, amada, favorecida. No tiene méritos. Es amada gratuitamente, por iniciativa de Dios. Elegida con el mismo favor con que Dios había elegido al pueblo de la primera alianza. Ahora ella está llamada a abrir un nuevo camino al pueblo de Dios. El hijo que nacerá de ella no tiene padre terrenal, no tendrá ningún modelo humano. Será Dios su padre, como en la primera creación cuando Adán salió de las manos de Dios, animado por su Espíritu. Jesús, el nuevo Adán, no será el fruto de la fecundidad humana, sino don de Dios. “El Espíritu de Dios descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”. María necesita sólo saber cómo Dios realizará su proyecto. Y en seguida se ofrece con un “sí” total.

María dice “sí” en nombre propio y en nombre de la humanidad entera, llamada a abrirse a la buena noticia de Jesús y a seguir su camino.

El mundo nuevo, representado por la joven María, encontrará en la fidelidad a la Palabra de Dios, “que se haga en mí según tu Palabra”, la luz para su camino en la historia, hacia la plenitud del Reino de Dios.

Después de transitar caminos muy dolorosos, nos sentimos hermanados a tantas y tantos hermanos de esta diócesis, de toda la Argentina y del mundo entero, para agradecer a María su permanente presencia maternal. Ella es salud de los enfermos, consuelo de los afligidos, refugio de los pecadores… Así la reconoce el pueblo cristiano. Hoy queremos dar gracias y con ella bendecir a Dios por su gran amor, por habernos regalado a María, la que Él quiso fuera concebida sin pecado original, para que sea la Madre de Jesús. Y Jesús, dando su vida en la cruz por nosotros, nos la entregó como Madre.

Virgen María: vos que supiste transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura, ayúdanos para ser mujeres y hombres que cada día trabajemos por el bien de todos, transformando este mundo tan lleno de injusticias y pobrezas, en un mundo más fraterno y solidario.

AVE MARÍA PURÍSIMA

Mons. Carlos José Tissera, obispo de Quilmes
Quilmes, 8 de diciembre de 2021.