Jueves 18 de abril de 2024

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Santo Domingo: gratitud y esperanza

Homilía de monseñor Dante Braida, obispo de La Rioja, en la misa de traspaso de la iglesia Santo Domingo a la diócesis de La Rioja (Iglesia Santo Domingo, 8 de agosto de 2021)

“Proclama la Palabra de Dios, con ocasión o sin ella,
 con paciencia y afán de enseñar”
(cf 2 Tim 4,2)

Queridos hermanos y hermanas:

1. Nos encontramos hoy aquí celebrando la eucaristía en el día Domingo, día del Señor, y celebrando a Santo Domingo, en este día en que los frailes dominicos hacen el traspaso de este lugar evangelizador a la Diócesis.

Sabemos que nos son decisiones fáciles de tomar, pero desde un primer momento lo hemos asumido con gratitud y esperanza. GRATITUD por la presencia de la orden en esta tierra desde hace 400 años y por todo lo que han sembrado del Evangelio aquí a través de tantos frailes que han pasado por nuestra provincia; y ESPERANZA porque confiamos en Dios que siempre “dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman” (Rm 8,28), y que con su Espíritu seguirá fecundando esas semillas sembradas para que sigan creciendo y dando abundantes frutos.

2. El Evangelio nos presentaba a Jesús resucitado enviando a los discípulos a la misión: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos… y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado”. Allí la Iglesia recibe su misión como continuadora de Obra de Jesús.

Santo Domingo es llamado por Dios para vivir de un modo concreto esa misión a través del carisma de la predicación para renovar la vida de la Iglesia y acrecentar su espíritu misionero. Domingo responde a este llamado en primer lugar con el testimonio de su vida volviendo a la pobreza y la sencillez de la primera comunidad cristiana. Luego responde a Dios ocupándose de la predicación de la Palabra y creando la Orden de los predicadores para que sean muchos más los que anuncien la Palabra de Dios en todos los rincones de la tierra. Esta obra que comenzó hace ochocientos años llegó a nuestra tierra riojana hace cuatrocientos años y hoy sigue presente en los frailes, en las religiosas dominicas y la multitud de laicos que integran la familia dominicana.

Dirá el papa Francisco que “En nuestro tiempo, caracterizado por grandes transformaciones y nuevos desafíos a la misión evangelizadora de la Iglesia, santo Domingo puede servir de inspiración a todos los bautizados, llamados, como discípulos misioneros, a llegar a todas las "periferias" de nuestro mundo con la luz del Evangelio y el amor misericordioso de Cristo.”[1]

3. Predicar el amor misericordioso de Dios en todas las periferias en una urgencia para nuestro tiempo, allí donde encontramos tantas situaciones de marginalidad. Se trata de predicar con insistencia, de modo decidido “con ocasión o sin ella… con paciencia incansable y con afán de enseñar” como lo propone san Pablo en la segunda lectura. Predicar la misericordia con palabras y, sobre todo, con obras concretas de cercanía, escucha, asistencia y promoción de las personas.

Sabemos que por esta Casa de la Asunción han pasado muchos frailes y han hecho una gran obra. Cuántos riojanos y riojanas han recibido aquí la luz del Evangelio y se han formado como ciudadanos cristianos y luego han asumido diferentes responsabilidades en la Iglesia y en la sociedad.

Hoy queremos que esta antorcha no se apague con la partida de los frailes. Queremos que permanezca encendida y es más, queremos que crezca y se irradie más y más.

Este Convento, que ahora se llamará “Centro Pastoral Santo Domingo”, tiene que seguir siendo lugar de predicación de la misericordia y de irradiación misionera.

La Diócesis asume este lugar con esa clara intención y compromiso. Cada lugar de esta casa tiene que contribuir a esta misión:

El Templo: lugar de oración y encuentro comunitario, de modo especial, en torno a la Eucaristía.

Los Salones y aulas, lugares de formación, estudio, retiros espirituales de múltiples formas y para todas las edades.

La Casa San Martín de Porres, lugar de las más variadas obras de misericordia, de asistencia y promoción de quienes más necesitan tanto en el aspecto material como en lo espiritual, afectivo y comunitario. Será indispensable la coordinación con Cáritas y la pastoral social como también con toda institución social que trabaje por el bien común.

El Museo: es un testimonio claro y bello del legado que asumimos y la valiosa presencia dominicana en la región. Su esmerado cuidado y la calidad de la atención a los visitantes tendrá que ser un modo de transmitir el amor misericordioso que predicaba Santo Domingo.

4. Este Centro pastoral y la Iglesia, tendrá un sacerdote a cargo, como Rector. Agradezco al Padre Arturo Carabajal que asume la Antorcha. Pero la obra evangelizadora sin duda requerirá del aporte de muchos, en primer lugar de quienes forman hoy los diferentes grupos de la familia dominicana y luego de todos los que quieran sumarse en nuevos espacios. Para que la obra siga siendo fecunda será necesaria la integración con las demás comunidades del decanato San Nicolás, aquí de la ciudad, que haya un especial trabajo coordinado con las otras iglesias del centro y una fuerte comunión con toda la diócesis asumiendo de corazón las Líneas Pastorales Diocesanas. Este tiene que ser también un lugar de fortalecimiento misionero de la Iglesia, expresando claramente una „Iglesia en Salida?, un lugar donde se cultiva la vida fraterna y se hace experiencia de comunidad, de familia cristiana; un lugar de oración y donde se ayuda a crecer en la vida orante.

5. A los frailes que hoy parten, quiero decirles gracias por todo y por tanto: Fray Miguel, Guillermo, Lisandro y Daniel. Tendrán que seguir llevando la luz del Evangelio a otros lugares. Pero ahora se van con la riqueza de todo lo compartido en La Rioja. De la fe vivida y encarnada en esta tierra y en sus habitantes. Llevan la profunda vivencia del Tinkunaco y el cariño de este pueblo por el Niño Alcalde, San Nicolás y San Francisco Solano. Se llevan el calor del clima y de la chaya entre tantas otras vivencias.

En ustedes decimos gracias a toda la Orden de los predicadores y los encomendamos a nuestras oraciones para que sigan siendo fieles al carisma recibido y nuestro buen Dios los colme de vocaciones.

Sabemos que de esta tierra ha surgida una mujer que creció en santidad en la familia dominicana, la venerable sor Leonor de Santa María Ocampo, como monja de vida contemplativa. También el beato mártir Enrique Angelelli fue miembro terciario de la Orden dominicana, como pastor solícito de su rebaño, llevando el Evangelio con una clara predicación y un generoso celo apostólico para llegar a todas las periferias.

Que ambos nos ayuden a vivir a asumir con valentía este traspaso de misión para que todo sea para mayor gloria de Dios y sirva para transitar el camino de santidad que Dios tiene hoy para cada uno y para todo el pueblo.

Así sea.

Mons. Dante Braida, obispo de La Rioja

[1] Carta del Santo Padre a Fray Gerard Francisco Timoner, O.P., Maestro General de la Orden de Predicadores, con motivo del VIII centenario de la muerte de Santo Domingo. 01-10-2017