Viernes 22 de noviembre de 2024

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Con san Nicolás y la Virgen del Valle, vivamos una Iglesia orante, fraterna y en salida

Mensaje de monseñor Dante G. Braida, obispo de La Rioja, en la Fiesta de invierno en honor a San Nicolás (Catedral y santuario San Nicolás de Bari, La Rioja, 4 de julio de 2021)

Querida comunidad de La Rioja: Feliz fiesta de nuestro Santo Patrono!

1. Con alegría celebramos a nuestro “padre y patrón tutelar: San Nicolás de Bari”. Lo hacemos cerrando el año del centenario de su aureolización. Hemos vivido unos días de novena inicialmente reflexionando sobre la figura de San José en este año dedicado a él, destacando varios aspectos de su vida y santidad, como así también en los últimos días sobre las Líneas Pastorales de la diócesis.

Seguimos transitando un tiempo particular marcado por la pandemia que no nos da tregua y nos mantiene en vilo teniendo que adaptarnos permanentemente a nuevas realidades. Por eso hoy, en lugar de congregarnos a caminar junto a la imagen de San Nicolás, ella salió a nuestro encuentro recorriendo las calles de nuestra ciudad y llegando a cada una de las sedes parroquiales. A su paso miles de riojanos y riojanas han contemplado con emoción su rostro y han elevado sus plegarias. Quiero agradecer a Defensa Civil, al Gobierno de la Provincia, al Municipio y a los representantes del Santuario que de modo coordinado y planificado han llevado adelante esta misión.

Y quiero agradecer a todos por comprender la situación que vivimos y hoy participar desde sus hogares de este momento orante. Agradecer a los medios de comunicación que permiten llevar este tiempo de gracia a cada casa. Gracias realmente. Gracias querido San Nicolás porque tu cercanía y ayuda a cada situación que te encomendamos nos llena de paz y esperanza!

2. El lema que nos acompañó este año recoge el espíritu de las Líneas Pastorales que hemos publicado para la fiesta de Pentecostés luego de un fructífero tiempo de escucha, diálogo y reflexión. Este lema dice: “Con San Nicolás y la Virgen del Valle, vivamos una Iglesia Orante, Fraterna y en Salida”.

En primer lugar se destaca la necesidad de ser una Iglesia Orante. Para responder a este tiempo y sus desafíos necesitamos de la oración, de elevar nuestra mirada y corazón a Dios para dejar que Él nos consuele, anime y fortalezca. Para descansar en él de tanta angustia y aflicción. A la vez junto a Él esperamos encontrar la luz necesaria para discernir el momento presente y descubrir en él las señales que Dios nos da para orientar nuestra vida cristiana y mejorar la sociedad que vivimos. Por eso es necesario, más que nunca en estos tiempos, “que podamos organizar y promover tiempos de oración personal y comunitaria, de retiro o ejercicios espirituales” Nos dice Francisco: “Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo.
Cuando rezamos, nos abrazamos más fuertemente al Señor y Él siempre nos libera de los miedos e infunde esperanza para seguir el camino.

3. En segundo lugar, este tiempo requiere que no nos cortemos solos sino que caminemos juntos, por eso es necesario caminar en fraternidad, como reza la segunda línea pastoral, fomentando “una permanente actitud de diálogo con los demás, entre grupos de la Iglesia y en la sociedad, fomentado la cultura del diálogo entre todos los sectores.”

Siempre estará la tentación de querer salvarnos solos. Ante la realidad de la pandemia experimentamos que nadie tiene la fórmula para enfrentarla en todos los desafíos que nos plantea: en lo personal, en las tareas sociales o religiosas, en lo laboral y en las situaciones de nuevas pobrezas que se evidencian. Pero sí, todos podemos aportar algo, una mirada, una propuesta, una experiencia, lo propio de cada institución. Por eso es necesario un diálogo fraterno en el que puedan surgir propuestas más acertadas y superadoras. Nos dice Francisco: “todos somos importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos… no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos…”

En las confrontaciones permanentes todos perdemos. Por eso ante el dolor que nos causa este tiempo, reconocernos hermanos que sacan lo mejor de sí para volcarlo al bien común, que dan lo mejor de sí buscando el bien de los demás, es más que indispensable.
Caminar juntos, fraternalmente, nos alegra, nos anima y nos hace vislumbrar un futuro esperanzador.

4. Decimos en las Líneas Pastorales también que es muy necesario en estos tiempos “Acrecentar la actitud misionera de una Iglesia en salida para llegar, con el consuelo y la esperanza del Evangelio, a personas alejadas o en situación de riesgo y vulnerabilidad por el efecto de la pandemia y otras causas preexistentes, a los más pobres, débiles y sufrientes.”

No hay tiempo de perdernos en especulaciones estériles y paralizantes. No es tiempo de quedarnos encerrados en los templos. Es tiempo de arriesgarnos en el salir de nuestro mundo de confort para acercarnos a quienes necesitan una mano oportuna, una ayuda, una palabra de aliento. Acercarnos para llevar el mensaje del Evangelio a cada rincón de nuestros pueblos y campos, conscientes del poder sanador y transformante del encuentro con Cristo. Para cada cristiano y cada cristiana está vigente el envío misionero de Jesús ‘vayan por todo el mundo y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos’ (Mt 28,19). Ya estamos enviados, necesitamos responder con generosidad.

Si, ante las necesidades de los demás, nos involucrarnos con gestos de cercanía y caridad comprometida brillará para muchos una luz de esperanza.

5. Por otra parte estamos en un tiempo electoral. Pronto tendremos que emitir un voto para elegir representantes en diferentes estamentos legislativos. El sistema democrático que tenemos nos hace a todos responsables de los destinos de nuestro pueblo. La democracia requiere de una participación activa de cada ciudadano, requiere mucho diálogo entre dirigentes, entre ellos y el pueblo, y en tiempos difíciles, requiere especiales gestos de grandeza que busquen soluciones mancomunadas a los problemas que nos agobian. Para poder elegir correctamente es necesario conocer bien a quienes se postulan como candidatos y pedir que se presenten con claridad propuestas sobre todo en lo que se refiere al trabajo por el bien común, al cuidado de toda vida humana y de la familia. Conocer qué propuestas se tiene para propiciar un desarrollo integral y participativo del pueblo. Y, de modo particular, conocer qué se propone para abordar problemas acuciantes como ser la cuestión de precariedad laboral, la pobreza, la lucha eficiente por erradicar el tráfico de drogas y la atención a personas con diferentes adicciones, entre otros.

Queridos hermanos y hermanas, con la participación activa damos vida a la democracia. Participación no solo en las elecciones sino en la vida cotidiana y en particular en las diferentes instituciones sociales. Cuando participamos activamente de la vida social aparecen muchas soluciones y renace la esperanza para el pueblo.

6. San Nicolás ama al pueblo riojano y el pueblo riojano ama a San Nicolás. Este bello templo es una expresión de ese amor. También lo manifiesta cada imagen que tenemos en nuestros hogares, o las que encontramos en los lugares de trabajo, en diferentes locales y en las rutas. Esa presencia cercana y el cuidado tierno de nuestro Santo Moreno nos aliente a ser buenos ciudadanos y cristianos coherentes y comprometidos.

Desde hace veinticinco años esta fiesta quedó engalanada por la presencia de la Virgen del Valle en una réplica de su imagen que acompaña a San Nicolás. En ese tiempo fue Mons. Fabriciano Sigampa quien propició este maravilloso encuentro. Hace muy poco Mons. Sigampa partió a la Casa de Padre Eterno a reunirse con san Nicolás, a quien le tenía tanta devoción, y a todos los santos que gozan de su Presencia. Por eso quería que en esta fiesta de invierno lo tengamos particularmente presente.

En el día de ayer también partió quien era nuestro obispo emérito, Mons. Roberto Rodríguez, afectado como tantos por el Covid. Damos gracias por el don de su vida y ministerio en tierra riojana. Y, a su vez, tenemos presente a todos los que han fallecido en este tiempo, especialmente por el Covid, a sus familiares y tantos afectados por la pandemia.

7. Junto a San Nicolás y la Virgen, invocamos también a nuestros beatos mártires Carlos, Gabriel, Wenceslao y Enrique para que, como ellos, también nosotros vivamos como miembros de una Iglesia Orante, Fraterna y en Salida. Que junto a ellos crezcamos, a su vez, en nuestro compromiso ciudadano para que en estos tiempos de tantos desafíos, podamos alentar en nuestra sociedad “la esperanza, el amor y la fe” como tan bellamente lo expresa el himno de nuestro Santo Patrono. Así sea.

Mons. Dante G. Braida, obispo de La Rioja