Sábado 20 de abril de 2024

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La Diócesis, comunión misionera

Carta pastoral de monseñor Luis Armando Collazuol, obispo de Concordia, a todo el Pueblo de Dios en la diócesis (6 de marzo de 2021)

Queridos hermanos en Jesucristo el Señor:

1. Nos encontramos cercanos a celebrar los 60 años de la creación de la diócesis de Concordia, el próximo 10 de abril.

Éste es un tiempo de memoria agradecida por su camino pastoral, recorrido en la evangelización de estas tierras del noreste entrerriano, y por los años que precedieron a la creación de la diócesis. En ellos fue creciendo la fe, se hizo vivo el anuncio de Jesús, nacieron nuevas comunidades cristianas y se fue fortaleciendo el servicio solidario de nuestro pueblo.

Éste es un tiempo de recibir el testimonio de quienes nos precedieron en la vida diocesana, de los obispos, Mons. Ricardo, Mons. Adolfo y Mons. Héctor, y de tantos sacerdotes, religiosas y religiosos, y laicos, para continuar con alegría y entusiasmo el desarrollo de su legado pastoral.

Éste es un tiempo de compromiso, de responder con generosidad renovada a los dones del Espíritu Santo, disponiendo nuestras comunidades para un nuevo Pentecostés que nos reanime en santidad, comunión y misión.

Este es un tiempo que nos llama a la sinodalidad, a recorrer juntos el camino pastoral diocesano, con la corresponsabilidad y la participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y la misión de nuestra Iglesia particular.

Este es un tiempo de discernimiento, retomando las líneas de nuestro Plan Pastoral Diocesano en los campos del anuncio evangelizador, la formación permanente, la opción preferencial por los pobres y promoción humana, la renovación pastoral y la animación pastoral, redescubriéndolas y actualizándolas como cauces de acciones pastorales para responder a los desafíos de hoy.

Éste es un tiempo con dimensión cultual: en la oración y en la Eucaristía entregamos a Dios la ofrenda de nuestras pobres pero ilusionadas realizaciones pastorales, para que “complete y perfeccione la obra que Él mismo ha comenzado” entre nosotros.

Poniendo la vida diocesana en el corazón de nuestra Madre y Patrona, María Inmaculada de la Concordia, y de San José, su esposo, cuyo Año estamos celebrando, consagramos nuestras vidas, nuestras familias, nuestros pueblos, nuestras comunidades eclesiales, y especialmente nuestra comunión de discípulos misioneros, pidiendo la gracia de seguir recorriendo como Iglesia diocesana los caminos de la fe, la esperanza, la caridad y la misión.

Una evocación de los comienzos
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. La diócesis de Concordia fue erigida canónicamente por el papa San Juan XXIII por medio de la bula Dum in nonnullis del 10 de abril de 1961, con parte del territorio perteneciente a la arquidiócesis de Paraná.

Su primer obispo, Mons. Ricardo Rösch, fue nombrado el mismo día de la creación de la diócesis, tomando posesión de la misma el 18 de noviembre de 1961. Fue su titular hasta su fallecimiento el 21 de agosto de 1976.

La nueva diócesis de Concordia comprendía por entonces los Departamentos de Concordia, Federación y Colón, de la provincia de Entre Ríos, con una superficie de 14.600 km2 y una población de 208.000 habitantes. Hoy también la integran el Departamento Federal (creado en 1972) y el Departamento San Salvador (creado en 1995), desmembrándose de los anteriores y precisándose los límites interdepartamentales. Actualmente cuenta con una población estimada en unos 350.000 habitantes.

En su creación la diócesis contaba con doce parroquias:

San Antonio, Sagrado Corazón de Jesús y Ntra. Sra. de Pompeya, en Concordia.
Santos Justo y Pastor, en Colón.
San José, en San José.
Natividad de María, en Villa Elisa.
Santa Teresita del Niño Jesús, en San Salvador.
San Isidro Labrador, en Puerto Yeruá.
Santa Rosa de Lima, en Federal.
Inmaculada Concepción de María, en Federación.
Santa Rosa de Lima, en Chajarí.
Nuestra Señora del Rosario, en Villa del Rosario.

El clero estaba constituido por 22 sacerdotes diocesanos y 4 de la Orden de los Padre Capuchinos.

Existían 2 casas de Religiosos y 15 de Religiosas.

En la Educación Católica existían 10 escuelas de enseñanza primaria y 4 de secundaria.

¿Qué es una diócesis?
La diócesis es una comunidad eclesial

3. Solemos hablar de una diócesis en términos territoriales. Sin embargo lo que la constituye es la comunidad de fieles que habitan ese territorio, en la comunión de fe y en los sacramentos con su obispo.

La diócesis es una Iglesia particular definida por el Código de Derecho Canónico como la porción del pueblo de Dios cuyo cuidado pastoral es encomendado a un obispo.

“La diócesis es una porción del Pueblo de Dios cuya atención pastoral se confía al Obispo con la cooperación del presbiterio, de manera que, adhiriendo a su pastor y congregada por él en Espíritu Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía, constituya una Iglesia particular, en la cual verdaderamente está presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica” (Código de Derecho Canónico, c.369).

La diócesis es una comunidad en la Tradición y Sucesión Apostólica
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. Jesús es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio “llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia Él, y Jesús instituyó a Doce para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar” (Mc 3,13-14).

En ellos continúa su propia misión. La Iglesia fue y permanece edificada sobre el fundamento de los apóstoles (Ef 2,20), sigue siendo enseñada y santificada por ellos mediante el ministerio pastoral de quienes les suceden: el Papa como sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia, y el Colegio de los obispos, en cuyo servicio los asisten los presbíteros y diáconos.

Recordando las enseñanzas del Concilio Vaticano II (Lumen Gentium, 22-23), nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

“Así como, por disposición del Señor, san Pedro y los demás apóstoles forman un único Colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los apóstoles” (880).

“El Papa, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (882).

“Cada uno de los obispos, por su parte, es el principio y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particulares. Como tales ejercen su gobierno pastoral sobre la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiada, asistidos por los presbíteros y los diáconos. Pero, como miembros del Colegio episcopal, cada uno de ellos participa de la solicitud por todas las Iglesias” (886).

La diócesis es una comunidad en comunión universal
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. La Iglesia católica, una y única, se constituye en las Iglesias particulares (las diócesis y otras jurisdicciones que se le asimilan), en las cuales se hace presente con todos sus elementos esenciales, y a partir de ellas se forma la Iglesia universal.

La iglesia local, la que cada obispo preside, como koinónia (comunión) de fe, de caridad y de esperanza, no es simplemente una parcela de la Iglesia de Dios. Es la propia Iglesia de Dios en una manifestación de todo lo que la constituye, aquí y ahora.

La asamblea eucarística realiza la aparición de la Iglesia de Dios en este lugar y en esta situación histórica. La comunidad eucarística no es una fracción del misterio de la Iglesia universal, sino la aparición de esta Iglesia en comunión con el Padre y en comunión fraterna, por el Espíritu de Cristo el Señor.

Por esto, cada comunidad local, unida en sí misma mediante la Eucaristía, se encuentra por ese mismo hecho en unidad plena con las demás comunidades locales en cualquier lugar del mundo donde estén, no en virtud de una estructura externa superpuesta, sino en virtud del Cristo total presente en cada una de ellas.

“Guardémonos bien de concebir la Iglesia universal como la suma o, si se puede decir, la federación más o menos anómala de Iglesias particulares esencialmente diversas. En el pensamiento del Señor es la Iglesia, universal por vocación y por misión, la que, echando sus raíces en la variedad de terrenos culturales, sociales, humanos, toma en cada parte del mundo aspectos, expresiones externas diversas” (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 62).

Ahora bien, esta presencia verdadera de toda la Iglesia en cada comunidad diocesana implica que la Iglesia de Dios «que está en este lugar» (cf. 1 Cor 1, 2) se reconoce idéntica a la Iglesia de Dios «que está en ese otro lugar». Cada Iglesia diocesana es la misma Iglesia, el mismo Cuerpo de Cristo que se halla presente en todas partes donde se encuentra una comunidad eclesial. La plenitud de la Iglesia local consiste en el hecho de que posee en sí misma todo lo que posee cada Iglesia y lo que poseen todas juntas en la comunión universal, católica.

La diócesis es una comunidad misionera
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. La diócesis, con sus personas y organización, existe para anunciar y comunicar el gozo de la Salvación en Cristo Jesús.

“Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre. Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la humanidad. Quiere decir anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro, que a menudo se pierde, necesitado de tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 114).

El Espíritu Santo anima y guía la misión, y hace misionera a toda la Iglesia.

La evangelización es un fruto normal de la vida cristiana, un compromiso para todo creyente. En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). La Confirmación es el sacramento del apostolado. Cualquiera que sea su función en la Iglesia, el fiel cristiano es un evangelizador en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús y lo irradia.

Los presbíteros, los diáconos permanentes, los fieles de la Vida Consagrada, los fieles laicos… ¡qué inmensidad y diversidad de vocaciones en la Iglesia diocesana! Todas, en la variedad de carismas, etapas y estados de vida, son vocaciones a la santidad, a la comunión y a la misión. Debemos orar con constancia, personalmente, en familia y en comunidad, por el aumento, perseverancia y santidad de todas las vocaciones.

La Diócesis, presidida por el Obispo, en todos sus fieles, comunidades y estructuras, está llamada a ser una comunidad misionera. Es el primer ámbito de la comunión y la misión. Esto implica para nosotros:

  • Robustecer nuestra conciencia misionera.
  • Salir al encuentro de quienes aún no creen en Cristo, salir a todas las periferias humanas.
  • Con espíritu materno, salir en búsqueda de todos los bautizados que no participan en la vida de las comunidades cristianas.
  • Impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, con espíritu sinodal, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo camino misionero.
  • Procurar que cada comunidad cristiana, cada parroquia, cada comunidad educativa, cada comunidad de vida consagrada, cada asociación o movimiento y cada pequeña comunidad se insertan activamente en la pastoral orgánica de la diócesis.
  • Evangelizar de un modo armónico e integrado en el proyecto pastoral de la diócesis, expresado como germen en el Plan Pastoral Diocesano (2008), en un proceso permanente de discernimiento, actualización y programación, conforme a los arraigados y a los nuevos desafíos de la realidad.
  • Con confianza en la gracia divina del Espíritu Santo, que siempre suscita los carismas y servicios adecuados a cada momento de la vida eclesial, aún los más difíciles, como el que actualmente nos toca en tiempo de pandemia.

La diócesis es una comunidad orgánica y organizada
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. En integración de la diócesis están en primer lugar las parroquias, comunidades de fieles cuyo cuidado pastoral se encomienda a un párroco, como su pastor propio. En ellas encuentra un lugar destacado la vida y la formación de los discípulos misioneros de Jesucristo. Ellas son células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo, de la Palabra y los Sacramentos como manantiales de santidad, de la comunión eclesial, del servicio pastoral, de la acción misionera, del servicio de la caridad y las obras de misericordia. En su parroquia cada cristiano hace una experiencia comunitaria, gracias a la cual también él se siente un miembro activo, estimulado a ofrecer su colaboración en las tareas de todos.

En cada parroquia el Consejo pastoral (o en algunos casos la Junta parroquial) que preside el párroco, es el organismo en el cual los fieles prestan su ayuda para fomentar la actividad pastoral. La parroquia, comunidad de comunidades, inserta entre las casas y la vida de la gente, es “rostro” de la Iglesia en el lugar, que anhelamos sea el rostro de una comunidad eclesial viva y dinámica, evangelizada y evangelizadora, orante y servidora.

Nuestra diócesis de Concordia cuenta actualmente con 30 parroquias, que, además de su sede y templo patronal propio, incluyen 132 capillas y centros.

8. En el alma de la diócesis están los Institutos de Vida Consagrada. Los que hoy están en nuestra diócesis son todos Institutos femeninos. Con gratitud alabamos a Dios por el don de las religiosas y consagradas que en ellos se proponen seguir más de cerca a Cristo, se dedican totalmente a Dios como a su amor supremo y procuran conseguir la perfección de la caridad a través del servicio del Reino de Dios, mediante la profesión de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, sea por votos (simples o solemnes) o por promesas. La Vida Consagrada es signo y testimonio del reinado de Cristo. Hay en nuestra diócesis un Monasterio de vida contemplativa, las Carmelitas descalzas que con su oración sostienen nuestra acción, nueve Institutos de religiosas, un Instituto secular y dos ermitañas.

9. La organización pastoral incluye las personas y los organismos de la Curia diocesana que colaboran con el obispo en el gobierno de la diócesis, sobre todo en la dirección de la actividad pastoral, en el cuidado de la administración de la diócesis, así como en el ejercicio de la potestad judicial: vicario general, canciller, ecónomo, delegados episcopales, Colegio de consultores, Consejos diocesanos (presbiteral, de asuntos económicos, de órdenes y ministerios) y Comisión judicial.

También están los Organismos diocesanos: Equipo animador del Camino pastoral diocesano, Departamento para la comunicación social, Seminario (nuestros seminaristas se forman en el de la arquidiócesis de Paraná), Escuela de Ministerios.

Cáritas Argentina en la diócesis es el organismo que anima, coordina y organiza la pastoral caritativa de la Iglesia, particularmente mediante las Cáritas parroquiales, procurando generar y dar respuestas integrales a las problemáticas de la pobreza desde los valores de la dignidad, la justicia y la solidaridad.

Diversas “Juntas diocesanas”: de la Vida Consagrada, de Laicos, de Educación Católica y de Catequesis tienen la misión de animar la espiritualidad y formación de los fieles que integran el área, favorecer la comunión y coordinar la acción pastoral en aquello que corresponda.

Existen comisiones o equipos para animar y armonizar la acción pastoral en diversas áreas: juventud, vocaciones, misiones, peregrinos, salud, adicciones, carcelaria, social, que contribuyen a la edificación de la comunidad eclesial diocesana en un estilo sinodal de discernimiento y ordenación pastoral.

El servicio de la Curia, sus organismos, comisiones y equipos, debe ser siempre un cauce de comunión diocesana.

10. La diócesis está integrada en Zonas pastorales (conocidas también como Decanatos), que agrupan a varias parroquias, con la coordinación de un sacerdote decano, para facilitar la tarea evangelizadora de las parroquias. Un equipo zonal de animación pastoral, integrado por sacerdotes, diáconos, consagrados y laicos, colabora en el discernimiento y ejecución de líneas comunes de evangelización, conforme a la planificación pastoral diocesana. En nuestra diócesis de Concordia existen cuatro Zonas pastorales: Centro, Norte, Sur y Campaña. Más allá de la cercanía geográfica, las parroquias del decanato se caracterizan por compartir una cierta homogeneidad presente en las condiciones pastorales. Esto permite consolidar relaciones de mutua colaboración, con el objetivo de enriquecer la espiritualidad de comunión, intensificar la misión evangelizadora y compartir planes de pastoral parroquiales.

11. Nuestra diócesis de Concordia tiene la riqueza de carismas de los variados Movimientos y Asociaciones laicales. Ellos son “la primavera de la Iglesia suscitada por la fuerza renovadora del Espíritu”, decía San Juan Pablo II (31.05.1998). Son muchos en nuestro ámbito diocesano los laicos que, conscientes de que la vocación al apostolado es universal, se unen entre ellos para vivir un itinerario de fe y de testimonio cristiano en un carisma preciso, en los desafíos para la evangelización del mundo actual.

El apostolado no es una actividad reservada a ciertos laicos especializados, sino el florecimiento natural del ser mismo del cristiano. “El apostolado de los laicos, que surge de su misma vocación cristiana, nunca puede faltar en la Iglesia” (Apostolicam Actuositatem, 1). Allí donde el apostolado de los laicos se debilita, la comunidad eclesial agoniza, o está dormida, inoperante.

Laicos con un apostolado capilar en los ambientes humanos, misioneros en el barrio y en lugares distantes, activos en la edificación de la comunidad eclesial de la propia parroquia y en la construcción de la sociedad, presentes en la evangelización de la cultura y el servicio social, laicos en la misión ad gentes, son el fermento en la masa del que nos habló Jesús (Mt 13,33).

Los Movimientos y Asociaciones laicales que reúnen y acompañan a niños, adolescentes y jóvenes en sus itinerarios del seguimiento de Jesús, bulliciosos y alegres, aportan entusiasmo, esperanza y vida en nuestras comunidades. Renovamos nuestro compromiso pastoral con ellos como una opción preferencial.

Deseamos ser una iglesia viva, donde los laicos asociados inserten con espíritu de comunión el carisma y las experiencias propias de sus Asociaciones y Movimientos en nuestra Iglesia local y en las parroquias, permaneciendo siempre en comunión con los pastores y atentos a sus indicaciones. Damos gracias a Dios por los frutos de su presencia en nuestra diócesis.

12. En el campo de la educación nuestra diócesis de Concordia tiene una significativa presencia. En esta tarea participan Escuelas e Institutos católicos del Obispado y de Congregaciones religiosas: 3 Unidades educativas de nivel Inicial, 34 escuelas que cuentan con nivel Inicial y Primario, 22 Institutos de nivel Secundario y 3 Institutos de nivel Terciario.

La escuela católica se distingue por la referencia explícita y compartida por los miembros de su comunidad a la visión cristiana de la vida, del mundo y de la historia. Dentro de un mundo caracterizado por el pluralismo, la escuela católica promueve la formación de las conciencias según los valores cristianos y ciudadanos para el bien común, y el respeto de su libertad. La escuela católica busca preparar para la construcción de una sociedad fraterna, laboriosa, unida, solidaria, democrática y republicana, desde la identidad cristiana y en espíritu de diálogo. Es su empeño educativo formar personalidades firmes, capaces de resistir al relativismo debilitante y de vivir coherentemente las exigencias del propio bautismo con espíritu misionero. Para concretar esta misión y hacerla operativa, se hace necesario ir cimentando escuelas en clave misionera y pastoral. Lo que da unidad a la tarea es la búsqueda de la síntesis fe - vida - cultura.

Vivimos tiempos difíciles; la actual pandemia reclama un particular esfuerzo. Alentamos y acompañamos en esta misión y tarea a todos los que participan en ella. Oramos para que la luz y la gracia del Espíritu Santo sostengan y ayuden a vivir el ideal de cada comunidad educativa como servidora de procesos de crecimiento y educación de niños, adolescentes y jóvenes con convicciones, actitudes y conductas conforme a los valores del Evangelio.

La diócesis en clave sinodal
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. Toda esta riqueza de comunidades, organismos, agrupaciones y personas en la diócesis están al servicio de la santidad, la comunión y la misión. Las estructuras no lo deben obstaculizar sino facilitar la obra de Dios, deben ser su signo e instrumento. “La unión social de la Iglesia sirve al Espíritu de Cristo, que la vivifica, para el incremento del cuerpo [de Cristo]” (Lumen Gentium, 8).

Somos una Iglesia diocesana llamada a crear comunión en la diversidad de dones, para salir a los hermanos con universalidad de servicios.

Esta comunión misionera nos reclama una iglesia diocesana en clave sinodal: caminar juntos, hacer la experiencia del ver la realidad, escuchar la Palabra, orar y discernir en comunidad y en comunión con los pastores, para que a través de ese intercambio el Espíritu Santo pueda llevarnos cada vez más a la verdad, al bien, a un anuncio de Jesucristo que resuene con fuerza en los corazones y en la sociedad.

Mirando hacia adelante y contemplando el inmenso horizonte que se abre ante nosotros para la misión eclesial y la Nueva Evangelización, en el aniversario de nuestra diócesis pedimos luz a Dios para seguir soñando una Iglesia diocesana evangelizada, evangelizadora y servidora, y pedimos fuerzas para ser siempre instrumentos fieles de Jesús en la realización de sus designios.

Nuestra vocación diocesana es ser Iglesia en salida para servir a los hermanos y anunciar a Jesús.

Nos dice el Papa Francisco:

“Cada Iglesia particular, porción de la Iglesia católica bajo la guía de su obispo, también está llamada a la conversión misionera. Ella es el sujeto primario de la evangelización, ya que es la manifestación concreta de la única Iglesia en un lugar del mundo, y en ella «verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica». Es la Iglesia encarnada en un espacio determinado, provista de todos los medios de salvación dados por Cristo, pero con un rostro local. Su alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en su preocupación por anunciarlo en otros lugares más necesitados como en una salida constante hacia las periferias de su propio territorio o hacia los nuevos ámbitos socioculturales. Procura estar siempre allí donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado. En orden a que este impulso misionero sea cada vez más intenso, generoso y fecundo, exhorto también a cada Iglesia particular a entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 30).

14. Encomendamos nuestra Iglesia diocesana a San José, Patrono de la Iglesia universal, cuyo Año estamos celebrando. Que crezca en nosotros el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes. Le pedimos que nos cuide siempre con un amor como el que, en su silencio y trabajo, brindó a su familia, a María y Jesús.

Nos confiamos con humildad de hijos a la ternura de María Inmaculada de la Concordia, Madre de la diócesis. Ella acompañó y acompaña siempre la vida de nuestro pueblo. Le pedimos interceda por nosotros y nos alcance la gracia de ser una Iglesia viva.

Dado en Concordia el 6 de marzo de 2021.

Mons. Armando Collazuol, obispo de Concordia