Viernes 22 de noviembre de 2024

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Un día de madres felices

Reflexión de monseñor Jorge E. Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión de Pastoral Social (18 de octubre de 2020)

Ser mamá te da un lugar muy particular en la vida. Desde el momento en que te dicen que estás embarazada, te preparás para ese instante en el cual la mujer y la vida están ahí, frente a frente. Sabés que dando a luz parís otra vida que te trae un mundo lleno de aprendizajes. Cada hijo e hija con planteos y experiencias distintas. No hay repetición.

Muchas mujeres buscan ser mamás, desean el milagro de la vida creciendo en su vientre, en un camino a veces largo, hasta encontrar a ese ser que viene a tu encuentro y se transforma en tu hijo, tu hija. Otras adoptan con gran amor la vida de quienes necesitan familia.

Mirando la vida cotidiana de tantas mamás, las veo como “dirigiendo” una orquesta con varios instrumentos y voces en el coro: los hijos, la casa, el trabajo, pensar las comidas, las tareas; estar atenta a las vacunas; solícita a las situaciones más diversas: desde el llanto, la canción, el cuento, el berrinche, el enojo. En esta época de pandemia han tenido que ser también maestras, generadoras de contención, diversión y ánimo para sus familias.

Sabemos que algunas han perdido la paciencia y la esperanza, que se encuentran preocupadas por el futuro de sus hijos. Las mamás más jóvenes llevan la incertidumbre como una mochila pesada. La salud de sus chicos-chicos les preocupa, e igual siguen creando espacios de amor en sus familias. Les toca la hermosa misión de enseñar a acariciar, a dar besos, a recibir y expresar ternura.

Otras esperan con paciencia el momento de tener largas charlas con sus hijos adolescentes, que parecieran querer esquivarlos. Pasan noches desveladas hasta escuchar que lleguen a casa cuando salen los fines de semana.

A todas quiero hacerles llegar palabras de gratitud y aliento.

Según los lugares del país, hoy serán diversos los modos de celebrar. Muchos son los abrazos contenidos, que quedarán comprimidos en tensa espera, porque las disposiciones sanitarias no permitirán las reuniones habituales. ¿Te imaginás cuántas mamás podrán disfrutar del afecto y compañía de sus hijos en este día? Mucho corazón plenificado. Por otro lado estarán las mamás y abuelas que ya no tienen a sus hijos en casa, y han pasado mucho tiempo sin estar con ellos y sus nietos. Sienten el hogar entre la soledad, los recuerdos y un poquito de tristeza.

Un gesto que compruebo desde siempre es que para una mamá no hay mejor regalo que ver a sus hijos juntos en torno a una mesa, compartiendo simplemente la vida, sabiendo unos de otros.

No me pasa desapercibida la situación de las mamás que la vienen luchando porque la pobreza avanza. Muchas están solas y son jefas de hogar y se esfuerzan dando todo. Conocemos muchas que en sus barrios se pusieron “la pandemia al hombro” y abrieron comedores en sus propias casas para compartir la comida y los espacios comunes de juego para los más chiquitos. Cuánta creatividad y amor al prójimo más próximo. Es la maternidad expresada en solidaridad, “todos podrían ser mis hijos, y lo son”.

Recemos también por las mamás de chicos especiales que han redoblado desafíos y se han sentido desoladas sin la habitual contención que dan las escuelas, talleres y otros espacios de recreación apropiados a sus posibilidades.

Un reconocimiento a las mamás que trabajan en servicios esenciales que en los momentos más duros de la pandemia han tenido que dejar a sus hijos y familia para cumplir con su rol social.

Aunque sientas que tus fuerzas se agotan, Dios te sostiene para que sigas en la lucha cotidiana. Que la alegría del servicio sea como la de María.

No sé si tus hijos podrán regalarte algo hoy. Sé que vos sos el regalo más importante para ellos.

Mons. Jorge E. Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo