Viernes 22 de noviembre de 2024

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María Inmaculada de la Concordia

Carta pastoral de moseñor Luis Armando Collazuol, a todo el Pueblo de Dios en la diócesis de Concordia (28 de agosto de 2020)

Queridos hermanos en Jesucristo el Señor:

Se acerca la festividad patronal diocesana en honor de nuestra querida Madre Celestial, María Inmaculada, que nos reúne cada año en Federación el segundo domingo de septiembre. Con esta Carta Pastoral deseo llegar a todos ustedes compartiendo algunas reflexiones que puedan ayudarnos a celebrar en comunión eclesial y con mucho fruto espiritual esta solemnidad.

1. “María, Madre del Pueblo, esperanza nuestra”
La memoria agradecida a Dios nos evoca la presencia de la ternura maternal de María acompañando la vida de nuestro pueblo en la región. Recordemos algunos hitos.

En 1777 Don Juan de San Martín, Gobernador de Yapeyú, padre del General José de San Martín, fundó la estancia de Concepción de Mandisoví (en las cercanías de la actual ciudad de Federación) y luego la de Jesús del Yeruá (al sur de Concordia). Se restauró entonces la ruta de la yerba mate y otros productos hacia el puerto de San Antonio del Salto Chico, donde eran embarcadas las mercaderías que llegaban por tierra desde Yapeyú. Se levantó por entonces en Mandisoví una humilde capilla donde se veneraba una imagen de la Pura y Limpia Concepción. El Gobernador la había enviado hasta allí en el año 1777. Es la imagen querida y venerada de la Virgen María que se encuentra hoy en el templo parroquial de la ciudad de Federación.

Alrededor del casco de aquella estancia y de su capilla se fue instalando el poblado de Mandisoví, primer asentamiento de lo que hoy es Federación. Desde entonces, María Inmaculada acompaña la vida de fe del pueblo cristiano en la región.

Nos acercamos a la celebración de los 60 años de nuestra diócesis. El recordado Papa San Juan XXIII erigió canónicamente la Diócesis de Concordia por medio de la Bula Dum in nonnullis del 10 de abril de 1961, con parte del territorio perteneciente por entonces a la arquidiócesis de Paraná, y que comprende hoy los departamentos de Concordia, Federación, Federal, Colón y San Salvador. Su primer obispo, Mons. Ricardo Rosch, fue nombrado el mismo día de la creación de la diócesis, tomando posesión el 18 de noviembre de 1961.

El 7 de septiembre de 1980 se realizó la primera peregrinación diocesana hasta el Santuario Mariano en Federación. Algunos la hicieron a pie, lo que, desde aquella vez, se ha sucedido en agosto de cada año, congregando a miles de fieles.

A pedido del entonces obispo de Concordia, Mons. Adolfo Gerstner, y del pueblo católico, mediante la Bula Apostólica Venerabilis Frater del Papa San Juan Pablo II, del 08 de septiembre de 1980, “se determina que sea y se tenga a la Bienaventurada María Virgen Inmaculada de la Concordia como celestial Patrona de la Diócesis de Concordia, suplicando al mismo tiempo a Dios, a fin de que aumentados la fe y el amor de los hijos, también sean acrecidos los auxilios de la Madre”.

Este año, en el marco del Año Mariano Nacional, conmemoramos los 40 años de aquella proclamación. Lo hacemos con el lema del mismo: “María, Madre del Pueblo, esperanza nuestra”.

2. “Con María, servidores de la esperanza”
Dios quiere bendecirnos en la memoria de estos acontecimientos con una vida eclesial renovada. Nos hemos propuesto en este año crecer como “Iglesia Servidora”. Por ello hacemos propio también el tema del Año Mariano: “Con María, servidores de la esperanza”.

Contemplemos a María, servidora solícita de Isabel en el embarazo, de los nuevos esposos en Caná, de Jesús y los discípulos en sus caminos misioneros, de los pecadores al pie de la Cruz.

La misión de la Iglesia es evangelizar. Las comunidades eclesiales son servidoras de la humanidad evangelizando. María estuvo con los discípulos en Pentecostés cuando nació la Iglesia misionera, implorando con sus ruegos el don del Espíritu Santo, quien ya la había cubierto con su sombra en la Anunciación. María es Madre en la evangelización. Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Una Iglesia diocesana servidora se expresa en comunidades y fieles con ardor misionero para provocar en muchos el encuentro salvador con Jesucristo.

La tormentosa pandemia que hoy azota a la humanidad nos lleva a imaginar y concretar nuevas formas de servicio. Estar siempre atentos a las necesidades de los que sufren, especialmente los enfermos y sus familias. Ser para ellos servidores como María, prestando los cuidados posibles. Llevar a muchos la presencia de Cristo, el apoyo espiritual para vivir en la fe la difícil situación. Testimoniar con generosa disponibilidad el Evangelio de la vida y de la esperanza. Vencer el individualismo con la solidaridad. ¡Caridad viva!

Agradecemos especialmente a quienes están sirviendo tanto a los enfermos como a los que quedaron sin trabajo, a los ancianos que están solos, a los más pobres y a los nuevos pobres, a los niños y adolescentes que necesitan seguir formándose, a todos los que sufren en las periferias existenciales. Agradecemos al personal sanitario, médicos, enfermeros, voluntarios de la pastoral de la salud y de Cáritas, maestros, catequistas, y tantos que están presentes con su servicio generoso en esta hora compleja y apremiante. Ellos nos muestran el rostro misericordioso de Dios. A todos llegue nuestro aliento y la seguridad de nuestra oración. Su testimonio de responsabilidad para con los hermanos nos debe llevar a “contagiarnos” de solidaridad y servicio.

Contemplando a María servidora podremos transitar este tiempo como una oportunidad para crecer como personas y como sociedad. Tal vez viviendo con mayor generosidad el servicio podamos redescubrir nuevos modos de vínculos entre nosotros, más simples y sencillos, más fraternos y solidarios.

La mirada a María nos lleva a poner en su corazón de Madre a todo nuestro pueblo, para que nos alcance de su Hijo la bendición que nos permita vivir en una autentica fraternidad. Mirando a nuestra Madre sentiremos a cada otro como un hermano, aportando nuestra creatividad para sostenernos en la esperanza y generando nuevos modos de ayuda mutua y de compañía.

Jesucristo es consuelo en las angustias, fortaleza en la debilidad, camino de quienes trabajan para asegurar a todos mejores condiciones de vida y de salud.

María brilla como señal de salvación y de celestial esperanza para los sufrientes que invocan su protección.

3. “Madre de la diócesis, alcánzanos la gracia de una Iglesia viva”
Somos un pueblo que valora las peregrinaciones. Diocesanamente peregrinamos todos los años al templo de María Inmaculada cada 2o domingo del mes de septiembre, siendo ésta la celebración patronal diocesana. Vamos al encuentro de nuestra Madre. Le llevamos nuestras alegrías y esperanzas, nuestras tristezas, angustias y necesidades, presentadas en la súplica y la acción de gracias, para que ella entregue todo lo nuestro a su Hijo, Jesús el Señor. Este año le pedimos especialmente nos alcance la gracia de ser una Iglesia servidora de la esperanza para todo el pueblo en su dolor.

Nuestra celebración patronal diocesana será una ocasión para honrar a Dios Altísimo que manifiesta su Providencia con rostro maternal en la persona de la Santísima Madre de su Hijo Jesucristo. María es también nuestra Madre, quien, con su presencia significada en su imagen, vino y viene a consolar a nuestro pueblo.

Este año por las dolorosas circunstancias de la pandemia no podremos realizar la peregrinación, pero invito a todos y a cada comunidad de fieles a vivir la celebración y su novena en una dilatada comunión orante, con un corazón encendido de fe. Alabemos en un mismo espíritu a Jesús, quien nos dio a su Madre, María, como Madre del pueblo, y como Maestra en la escuela del servicio y de la esperanza cristiana. ¡Cuánto necesitamos en este tiempo elevar la mente y el corazón hacia la mirada tierna de nuestra Madre!

Invito a los fieles a realizar personalmente o en familia, y a las comunidades a celebrar en cada parroquia con sus capillas, la Novena preparatoria a la festividad, a partir del viernes 4 de septiembre. Con la gracia del Espíritu Santo, la creatividad pastoral permitirá ver en cada lugar cómo hacerlo, incluso sirviéndose de las plataformas digitales, para que sean muchos los fieles que participen.

Compartiremos, además, por canales digitales, testimonios de hermanos “tocados” por el amor de la Virgen Madre, celebraciones de la Eucaristía en parroquias de las diversas zonas pastorales de la diócesis, y la celebración central del domingo 13 de septiembre en el templo de Federación. También ese domingo en los templos parroquiales y capillas de la diócesis se celebrará litúrgicamente a María Inmaculada de la Concordia como una Solemnidad. Los textos rituales serán los de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

¡Los esperamos para compartir esta gran fiesta diocesana! La Madre de Jesús y Madre nuestra proteja a ustedes, sus familias y sus comunidades. En estos días de gracia le volvemos a pedir, como lo hacemos en la oración por nuestra diócesis, “María Inmaculada de la Concordia, Madre de la diócesis, intercede por nosotros y alcánzanos la gracia de una Iglesia viva”.

Los saludo con sentimientos de cristiana estima en Jesús el Señor, implorando para ustedes la abundancia de la bendición de Dios y el amparo de la Virgen María.

Dado en Concordia el 28 de agosto de 2020.

Mons. Luis Armando Collazuol, obispo de Concordia