Miércoles 24 de abril de 2024

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Para servir y dar la vida

Editorial de monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa, para el suplemento diocesano "Peregrinamos", órgano de difusión de la diócesis (Agosto de 2020)

¡Cuánto nos cuesta entender los misterios de Cristo y, más aún, reproducirlos, poniéndolos en práctica! Porque una cosa es conocer la Palabra de Dios y querer ser familia de Jesús; pero otra muy distinta, es cumplir y hacer la voluntad de Dios; y sólo, son verdaderos hermanos y discípulos de Jesús, quienes cumplen y hacen la voluntad del Padre Dios (cf. Mt 12, 50; Lc 28).

Pasó el mes de julio, dedicado a Nuestra Señora del Carmen, Madre y Patrona del Pueblo de Formosa. Continuamos todavía con los límites y las oportunidades de la pandemia del COVID-19. Hicimos memoria de grandes santos, los amigos de Dios y de los hombres, cuya entrega y testimonio de vida nos estimulan siempre a seguir, cada día más, a Jesús y a servir y a amar, más y mejor, a la Iglesia. Mencionamos a algunos de ellos: Santo Tomás apóstol, Santa Nazaria Ignacia, San Benito, Santa María Magdalena, San Francisco Solano, Santiago Apóstol, Santa Marta y San Ignacio de Loyola… cada uno de ellos, con su propia vida y carisma. Todos se manifiestan firmes, constantes y perseverantes en la fe y en el servicio, para la gloria de Dios y el bien de sus hermanos.

Y en el presente Agosto, tiempo previo de una nueva Primavera, mes dedicado a los Catequistas, nos acompañarán, en la Oración y en la Liturgia, otros grandes testigos de la fe; algunos, patronos de nuestras comunidades cristianas: San Juan María Vianney, San Cayetano, Santo Domingo, San Lorenzo, Santa Clara y San Maximiliano; San Juan Eudes, San Bernardo, San Pío X, San Bartolomé, San Luis Rey, Beato Ceferino, Santa Mónica y su hijo San Agustín, Santa Rosa de Lima y San Ramón Nonato; y en el centro del mes y de todos ellos: la Bienaventurada Virgen María, Madre de Jesús, en la Solemnidad de su Asunción al cielo. El mero hecho de recordarlos y pronunciar sus nombres provoca en nosotros una gran alegría, ejemplaridad y súplicas de intercesión; es como tener presentes a muchos hermanos de una gran familia. Y así somos: la Familia de los hijos de Dios.

La Palabra de Dios, los Sacramentos, sobre todo la Eucaristía y la Reconciliación, la Oración, la vida y compañía de los Santos, la abnegación y austeridad, y el amor y el servicio a los más pobres, son realidades que debemos potenciar e intensificar en este tiempo del coronavirus global. Se avecinan, y ya están presentes, graves crisis sociales y pobrezas en muchos hermanos. Es, por tanto, el tiempo oportuno para acrecentar nuestra fe y la confianza en la bondad de Dios, tiempo de caridad creativa, de acciones solidarias concretas en favor de los demás; verdaderamente, Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman (Rom 8,28).

Pido a todos una oración muy especial al Espíritu Santo por el Clero de Formosa: presbíteros y diáconos, junto a su Obispo, Dios mediante, del 10 al 13 de este mes, realizaremos, de modo virtual, nuestros Ejercicios Espirituales Anuales. Y al finalizar los mismos, el viernes 14, en la Iglesia Catedral, celebraremos la Misa Crismal, con la Renovación de las Promesas Sacerdotales, la Consagración del Santo Crisma y la Bendición de los Óleos de los Catecúmenos y de los Enfermos; celebración, que teníamos pendiente desde el pasado mes de Abril.

Sigamos, conforme a nuestro lema pastoral diocesano, manifestando la Vida de Jesús y de María, e imitando su entrega generosa. Busquemos siempre y en todo, la Gloria de Dios. Vivamos, como ellos, para servir y dar la vida por los hermanos.

Mons. José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa