Viernes 10 de octubre de 2025

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40° Aniversario del Día del Servicio Penitenciario Provincial

Homilía de monseñor José Adolfo Larregain OFM, arzobispo de Corrientes, con motivo del 40° Aniversario del Día del Servicio Penitenciario Provincial (Parroquia Nuestra Señora de la Merced, 8 de octubre de 2025)

Lecturas: Jonás 4,1-11; Sal 85; Lc 11,1-4

Queridos hermanos y hermanas, autoridades, personal del Servicio Penitenciario Provincial, familiares y miembros de esta comunidad:

Hoy damos gracias a Dios por estos 40 años de servicio de una institución que cumple una tarea tan sensible como necesaria: cuidar, acompañar y ayudar a quienes transitan momentos difíciles en su relación con la ley y con la sociedad. En esta Eucaristía queremos poner en el altar su vocación, su entrega y su compromiso con la justicia y la dignidad humana.

La Palabra de Dios nos hace ver dos facetas de una misma realidad: misericordia y conversión. La primera lectura (Jon 4,1-11) nos muestra a Jonás, enojado porque Dios ha tenido compasión de Nínive. Jonás quería ver el castigo; Dios, en cambio, busca la conversión. Le enseña al profeta que su misericordia es más grande que su irritación, que Él no se complace en la destrucción, sino en la vida que renace. Este texto nos invita a mirar el corazón del Dios justo y compasivo, que nunca se cansa de ofrecer una nueva oportunidad. Y ahí está la raíz de toda tarea penitenciaria: no sólo custodiar, sino acompañar procesos de cambio y de esperanza.

En el Evangelio (Lc 11,1-4), Jesús enseña a sus discípulos el Padrenuestro. Nos revela un Dios que es Padre, que perdona, que nos sostiene en la lucha contra el mal. Cada palabra de esa oración es una pedagogía de vida: nos enseña a vivir desde la confianza, el perdón y la fraternidad.

El Servicio Penitenciario no es sólo una institución de control, sino también un espacio de humanidad y de reconstrucción-restauración. La Iglesia, desde su doctrina social, recuerda que “no hay pena sin esperanza”* (Papa Francisco, discurso al Congreso Internacional de Pastoral Penitenciaria, 2019).

Cada interno conserva intacta su dignidad de hijo de Dios, aunque haya errado el camino. Y quienes trabajan en este ámbito son servidores de esa dignidad, guardianes del respeto, promotores de una justicia que no se reduce al castigo, sino que busca la restauración.

Ustedes, mujeres y hombres del Servicio Penitenciario, están llamados a ser instrumentos de misericordia y equilibrio: firmes en la autoridad, pero también sensibles ante el dolor humano. Su tarea es un servicio al bien común, una forma concreta de amar a la sociedad y contribuir a la paz social.

En este 40° aniversario, damos gracias por todos los que entregaron su vida en este servicio, por quienes día a día trabajan con responsabilidad y compromiso, y pedimos al Señor que renueve su vocación con sabiduría, prudencia y humanidad. Que el Espíritu Santo fortalezca su misión para que cada gesto, cada decisión, cada jornada de trabajo sea reflejo de un corazón justo y compasivo.

Pidamos a la Virgen de la Merced, patrona de las cárceles e instituciones penitenciarias y de los cautivos, que interceda por ustedes y por todos los que están bajo su cuidado. Que María los cubra con su manto y los guíe en la noble tarea de servir a la sociedad desde el respeto, la justicia y la misericordia. Amén.

Mons. José Adolfo Larregain OFM, arzobispo de Corrientes