Lunes 1 de septiembre de 2025

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Fiesta del beato Ceferino Namuncurá

Homilía de monseñor Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, en la Fiesta de Ceferino Namuncurá (Chimpay, diócesis de Viedma, 31 de agosto de 2025)

Mis queridos hermanos,

Damos gracias a Dios por celebrar en este día la memoria del beato Ceferino Namuncurá, aquí en su tierra natal, hogar de su familia y su primera cuna, aquella donde creció los primeros años de su vida. En la evocación, no podemos evitar nuestra admiración por la obra del Señor en sus santos, suscitando en ellos una respuesta generosa, libre y llena de vida.

La sangre que nos ha rescatado
La Palabra de Dios nos invita a reconocer que hemos sido rescatados por la sangre de Cristo; nos hace bien recordar la sangre que nos dio la dignidad: la sangre de Cristo, que -como dice el autor de la Carta a los Hebreos- fue superior a la de Abel. En la sangre de Abel la fraternidad humana quedó herida; en la sangre de Cristo, en cambio, la humanidad se ha visto dignificada, elevada, consagrada por Aquel que nos amó primero. Si nuestra humanidad herida nos dejó enemistados y separados unos de otros, la sangre de Cristo nos conquistó la condición de hijos de Dios y hermanos de todos.

Invitados a integrarnos la fiesta de la vida sin importancias humanas
Imaginemos ahora la escena de un Jesús invitado a una gran fiesta, viendo, mientras se acerca, cómo las personas se disputan los lugares centrales, cómo se corren unos a otros para ocupar esos lugares de privilegio. Entonces, Él lanza esta llamada de atención: no ponerse en evidencia a partir de falsas importancias humanas, porque siempre habrá motivos para pasar vergüenza si lo que nos divide o separa, o lo que creemos que nos hace más importantes, son criterios meramente humanos.

Con sabiduría y franqueza, Jesús nos invita a ubicarnos en la fiesta de otra manera. En todo caso, si somos importantes, o si el dueño de la fiesta nos quiere honrar con un lugar destacado, será él mismo quien nos llame más cerca. Esto, que parece una enseñanza sencilla, a veces se da de bruces con lo que uno ve en encuentros públicos, en los que hay sillas con nombres y lugares asignados, y la gente de protocolo corriendo, despegando etiquetas y cambiándolas, como si ese lugar fuera la persona misma.

El lugar que ocupamos debe ser expresión de lo que somos: de la persona que hemos llegado a edificar con Dios y con nuestra propia trayectoria. No dependemos de la importancia de un sitio ni de una mirada que reconoce prestigios humanos, ni de una cámara que premia con un primer plano.

Invitar gratuitamente como nos ama e invita Dios
Jesús va todavía más allá en esa fiesta. Habla a los invitados, pero también al dueño de casa. Y aquí aparece un segundo mensaje que vale la pena recordar: la fiesta, el agasajo a las personas, no puede ser nunca una acción interesada. No deberíamos homenajear a la gente por conveniencias humanas, ni por la búsqueda de un reconocimiento futuro.

Estamos llamados a acoger en la fiesta de nuestra vida a todas las personas, incluso a aquellas que no puedan devolvernos nada, que no puedan reconocernos, que no nos hagan sentir importantes en ningún momento.

Jesús nos habla de la gratuidad de Dios que es siempre para nosotros los hombres, un don inmerecido que nos da la oportunidad de entregarnos a los demás, sin esperar nada a cambio, una ventaja, una recompensa, un premio. Jesús explica los temas humanos que conforman en cuanto a opciones, la vida cristiana. Vivir según el estilo de Jesús nos coloca en la perspectiva de ser capaces de agasajar a todos y de reconocer en cada persona el valor de su propio ser.

Ceferino, el gusto espiritual de reconocerse parte de un pueblo
En la evocación de Ceferino no podemos olvidar su deseo de servir a su gente. Esta decisión lo llevó a partir a tierras lejanas, primero a Buenos Aires para formarse en los estudios iniciales, después a Roma, para curarse de las dolencias que lo afectaban y limitaban en su salud.

“Ser útil a mi pueblo” era el acento con que vivía su vocación sacerdotal y su interés por estar a disposición del Señor. El Papa Francisco nos habla del gusto espiritual de ser pueblo.

“(...) Para ser evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es_ fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo (...) Él nos quiere tomar como instrumentos para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado. Nos toma de en medio del pueblo y nos envía al pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende sin esta pertenencia.” (Francisco, Evangelii gaudium n. 268)

Frente a tantos proyectos individualistas, llenos de aspiraciones desmedidas y que poco consideran el valor de los demás y la disponibilidad para ayudar y sostener a los más necesitados y frágiles, la conciencia de ser útil a su pueblo de Ceferino nos anima. Los voluntariados, los servicios de la catequesis en barrios y comunidades parroquiales, la caridad concreta de Cáritas argentina en su presencia capilar a lo largo y ancho de la patria, son expresión de ese “ser útil a la gente” que guio la vida de aquí el pequeño aborigen que se enamoró de Cristo y quiso vivir su propia entrega al servicio del Señor y su pueblo.

Intercesión de Ceferino, patrono de la pastoral de adicciones.
En la Iglesia argentina, Ceferino es patrono de la pastoral de adicciones; su identificación con Jesús nos invita a acompañar todos los esfuerzos para cuidar la vida amenazada de tantos hermanos adictos que desean salir de su situación. Una mirada meramente policial y judicial de la problemática de las adicciones, nos deja sin herramientas para afrontar este flagelo que deja a generaciones de jóvenes en la frustración y el sinsentido de la vida, además de poner en peligro su salud y la de su familia.

Pidamos a Ceferino que interceda ante el Señor para que se detengan esos verdaderos signos de muerte que son el recorte de los aportes a los centros de prevención y recuperación de adictos, así como la omisión y el retardo de las cuotas convenidas para el sostenimiento de los centros que en condiciones muy precarias todavía están funcionando.

Río Negro, departamento de Avellaneda, localidad de Chimpay, domingo 31 de agosto de 2025. 
Vigésimo segundo del tiempo durante el Año.

Mons. Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina