Miércoles 26 de febrero de 2025

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Beata María Ludovica de Angelis

Homilía de monseñor Gustavo Carrara, arzobispo de La Plata, en la celebración por la Beata María Ludovica de Angelis (Iglesia catedral, 25 de febrero de 2025)

Hoy nos convoca la celebración de la Beata Sor María Ludovica, una de las fundadoras del Hospital de Niños de esta ciudad. Y en este día tan especial, nos unimos a millones de personas en todo el mundo que, en oración, o pensándolo bien en su corazón, piden por la salud del Papa Francisco.

Hoy aquí en esta catedral pedimos al Señor, por intercesión de nuestra Beata Ludovica, fortaleza de espíritu, consuelo, y salud para nuestro querido Papa Francisco.

Sor María Ludovica, pertenece a las hermanas de la congregación Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia de Savona, fundadas por Santa María Josefa Rosello. Las religiosas llegaron a nuestro país hace 150 años, arribaron en un mismo barco con los padres salesianos, para acompañar una de las oleadas migratorias que llegaba de Italia.

A lo largo de los años, las hermanas fueron animando distintas obras de misericordia, es así que crearon escuelas, entre ellas el colegio Nuestra Señora de la Misericordia en el barrio porteño de Flores -tomemos nota de ello-.

El 4 de diciembre de 1907, llego a nuestro país sor María Ludovica de Angelis, y en enero de 1908, fue designada para formar parte de la comunidad destinada a prestar servicio en el hospital de niños. La misión en el hospital fue el centro de su vida, allí se santificó, hasta que el 25 de febrero de 1962, partió a la vida feliz del cielo.

Volviendo a las oleadas de los migrantes italianos, en 1931 llegaron los abuelos paternos y el papá de Francisco. Giovanni, Rosa y Mario. Resumiendo, en 1935, Mario se casó con Regina, y el 17 de diciembre de 1936 nació Jorge Mario Bergoglio.

Y nos cuenta Francisco en su autobiografía: “Cursé el nivel inicial, el jardín de infancia, en el colegio católico Nuestra Señora de la Misericordia, donde volvería para hacer la primera comunión, con sor Dolores Tortolo, nuestra maestra, y si el colegio me gustaba era sobre todo gracias a ella. Me hizo comprender que uno no puede crecer solo, que siempre es la mirada ajena la que te ayuda a crecer. Nunca la he olvidado. Amé la escuela porque ella me enseñó a hacerlo”.[1]

Les recomiendo leer esta autobiografía, tiene como título Esperanza. Ahora bien, sobre todo los invito a leer, releer, y concretizar el magisterio de Francisco. Evangelii Gaudium - La Alegría del evangelio: documento programático para la pastoral. Laudato sí - Alabado seas; un llamado a escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres. Fratelli Tutti: todos hermanos, todas hermanas, nadie se salva solo. Dilexis nos - Nos amó: una invitación a volver al Corazón de Jesús que nos amó y nos salvó.

Quisiera ahora presentar dos aspectos de la vida de la Beata Ludovica, y ayudado por Francisco desplegarlos.

El primero es el tema de la santidad. La vida de Sor Ludovica fue un camino de santidad. ¿Dónde tiene su raíz? En el Bautismo, y es una iniciativa totalmente gratuita de Dios. El Bautismo nos regala ser hijos de Dios, nos da una familia más grande, la Iglesia, y siembra en nosotros la semilla de la santidad.

Francisco describe el camino de la santidad en su exhortación Gaudete et exsultate, es así que hace un comentario de las bienaventuranzas de Mt. 5 y del protocolo del juicio final de Mt 25. Allí afirma: “La fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final. Son pocas palabras, sencillas, pero prácticas y válidas para todos, porque el cristianismo es principalmente para ser practicado, y si es también objeto de reflexión, eso solo es válido cuando nos ayuda a vivir el Evangelio en la vida cotidiana. Recomiendo vivamente releer con frecuencia estos grandes textos bíblicos, recordarlos, orar con ellos, intentar hacerlos carne. Nos harán bien, nos harán genuinamente felices”.[2]

El otro aspecto, a partir del evangelio que escuchamos, es el de la niñez, el facilitar el camino para que los chicos y chicas estén cerca de Jesús.

Sor María Ludovica, repetía y buscaba concretizar una frase: “Para los niños lo mejor.” Todo un programa de acción.

El Papa Francisco, tiene el deseo, según manifestó, de escribir una exhortación, o una carta a los niños. Podemos entonces traer a la memoria un consejo sobre la oración que les dio a los niños en una jornada mundial dedicada a ellos: “Quiero confiarles un secreto importante: para ser realmente felices es necesario rezar, rezar mucho, todos los días, porque la oración nos conecta directamente con Dios, nos llena el corazón de luz y de calor y nos ayuda a hacer todo con confianza y serenidad. También Jesús rezaba siempre al Padre. ¿Y saben cómo lo llamaba? En su lengua le decía sencillamente Abba, que significa Papá (cf. Mc 14,36). Llamémoslo así también nosotros y lo sentiremos siempre cercano. Nos lo prometió el mismo Jesús, cuando nos dijo: «Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos» (Mt 18,20)”.[3]

Termina el consejo con una cita evangélica, con esa afirmación de que cuando dos o tres personas se reúnan en nombre de Jesús para rezar, El estará en medio de ellos. Aquí estamos reunidos en nombre de Jesús para rezar por el Papa Francisco. Lo consideramos un don del Espíritu para la Iglesia, y en este mundo tantas veces cruel, un profeta de la dignidad humana.

Con la ayuda de nuestra querida beata Sor María Ludovica, sigamos rezando por Francisco. Nos hacemos eco de su pedido habitual: “No se olviden de rezar por mí”.

Mons. Gustavo Carrara, arzobispo de La Plata
25 de febrero de 2025.


Notas
[1] Francisco. Esperanza. La autobiografía. Penguin Random House. Grupo editorial. Pág. 103.
[2] Francisco. Gaudete et exsultate. Sobre el llamado a la santidad en el mundo actual. Nº 109.
[3] Mensaje del Santo Padre Francisco para la I Jornada Mundial de los Niños (25-26 de mayo de 2024).