Miércoles 30 de abril de 2025

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Nuestra Señora de Lourdes

Homilía de monseñor Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza en la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes (Santuario del Challao, 11 de febrero de 2025)

Queridos hermanos,

Cada año nuestra visita a la Casa de la Virgen, es una oportunidad para fortalecer nuestra fraternidad bajo el manto de nuestra Madre. Aquí venimos todos con nuestras penas y alegrías, con nuestros deseos y proyectos, con nuestras promesas y agradecimientos. Tenemos en Ella a la mejor intercesora. Como en las Bodas de Caná, cuida de nosotros y sabe con su amor, primerearlo a Jesús, para pedir por nuestras intenciones.

El año pasado veníamos a agradecer los 90 años de vida de esta Iglesia particular mendocina; en 2025 nos unimos a toda la Iglesia en el Jubileo de la Esperanza, caminando como peregrinos de esa esperanza que la ponemos sólo en Dios.

La escena de Caná nos habla de un encuentro de Jesús con su pueblo. Allí comenzará a realizar una serie de signos que nos hablan de la presencia de Dios entre nosotros, participando de nuestras fiestas y cuidando nuestra alegría. Porque la gloria de Dios es que el hombre viva (San Ireneo).

La intervención de la Virgen nos hace pensar en la mirada compasiva que Dios nos pide frente a los problemas humanos. Ella antes que nadie había visto que la fiesta de bodas estaba por colapsar. No se puso a criticar a los esposos y a sus padres ni se desentendió. No se fue de la fiesta, ofendida por la posible desconsideración de los organizadores. Se quedó para solucionar el problema, apelando al que mejor podía resolverlo, con pocas palabras, directas y claras: “No tienen vino.” No dibujó nada, le habló de la realidad, de lo que estaba pasando. Y no dejó de animar a los que trabajaban allí con indicaciones precisas: “Hagan lo que Él les diga.” Si el vino nuevo es su Hijo Jesús, sangre entregada por nuestra vida eterna, no podía faltar un signo que les hiciera pregustarlo y anhelarlo. 

En esta hora dramática de la humanidad, en este lugar sagrado de nuestra Mendoza, más que nunca queremos pedir a la Virgen, por los pueblos que están en guerra, por las multitudes que en su pobreza buscan un futuro de trabajo y de paz más allá de las fronteras de su patria, por los pobres del mundo entero y especialmente de nuestra patria, por nuestros hermanos y hermanas de la calle que no son nuestros enemigos, por aquellos que sufren la violencia y la trata de personas, las adicciones y enfermedades que no pueden curar por su gravedad o la falta de medicamentos o atención adecuadas, por los jóvenes que no encuentran su lugar en la vida económica, por los que han perdido las esperanzas y se han desenganchado de la vida en comunidad, porque no le ven sentido o porque nadie les ha prestado atención…

Y pidámosle por nosotros para que tengamos su mirada compasiva y comprometida, que no escapemos de los problemas y que nos juntemos para solucionarlos, que sepamos pedir al Señor lo que nos hace falta, que le insistamos y no dejemos de confiarle que sin Él se nos acaba la fiesta, que no dejemos de animar a nuestros hermanos al seguimiento de Jesús, vino bueno y eterno de los hombres.

Mons. Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza