Sábado 7 de septiembre de 2024

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Tedeum del 9 de Julio

Homilía de monseñor Gabriel Bernardo Barba, obispo de San Luis, durante el tedeum por el 208° aniversario de la Declaración de la Independencia (Villa Mercedes, 9 de julio de 2024)

Cumpliendo con una rica y viva tradición de nuestra querida Mercedes, a los pies de nuestra Madre, comenzamos esta Jornada Patria dando gracias a Dios por los beneficios recibidos de sus manos y alabando sus obras en medio y por medio del pueblo.

Somos pequeños ante su presencia, pero su voluntad nos llama a caminos de grandeza donde cada persona cuenta con un llamado a la dignidad que nos hace únicos frente a las demás creaturas. Ese llamado a la dignidad supone de muchos valores, pero uno que es irrenunciable para nuestra integridad como personas, que es justamente: la LIBERTAD.

Libertad, que no puede ser comprendida solo desde la dimensión individual, sino especialmente desde la noción de pueblo. Desde allí la podremos entender en el más amplio sentido de su significado, donde involucra a cada una de las personas. Por esa misma razón, para entender el concepto de persona, la debemos ver y dimensionar en desde su lugar, como parte de un todo que es la humanidad. Desde su dimensión de pueblo de camina, vive y construye su propio destino.

El Pueblo de Israel, debió transitar arduamente, guiado por Moisés, a lo largo de 40 años por el desierto hasta llegar a la tierra prometida. En esos 40 años tuvieron la experiencia del hambre, del fracaso, de las decepciones, pero también de la mano firme de quien los conducía, marcando con firmeza el horizonte hacia dónde dirigirse, guiado por el mismo Dios que frente a la infidelidad de su pueblo, mostró siempre su fidelidad.

Llegar a la tierra prometida, supuso entones un duro y arduo camino.

La memoria de esta jornada patria que nos convoca hoy es la síntesis también de un largo camino de luces y sombras, de confianzas y de traiciones, de superaciones constantes de obstáculos que los obligaba a no bajar los brazos en busca de la emancipación deseada. También acompañados con la Gracia de Dios que los fortalecía en sus nobles ideales.

Nuestras oscuridades y faltas de transparencias, siempre se van a ver iluminadas por la luz del Altísimo.

La revelación de Dios también supone la revelación del mismo hombre que en él encuentra su verdadero sentido y dimensión. La fe bien concebida se aleja absolutamente del mal concepto de verla como opio de los pueblos. Nada más lejano y nada más equivocado. Los altos ideales humanos y en este caso que nos convoca, siempre serán congruentes a la mirada que Dios tiene sobres nosotros, al proyecto de Dios sobre la humanidad. Como decía el Evangelio que acabamos de escuchar en esta celebración, Jesús nos sigue diciendo:

he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

La Patria se ha ido construyendo con acciones patrióticas… y los patriotas no han sido sino, hombres de carne y hueso que han sabido dar respuesta concreta a la situación social y política de su tiempo.

Hacer memoria viva, no es tan solo recordar acciones del pasado que miramos con distancia de años…

Hacer memoria agradecida y vital será enarbolar aquellos ideales que rompen individualidades o intereses particulares, para construir el bien común.

Nuestra presencia aquí a los pies de nuestra Señora de Las Mercedes, deberá ser justamente una alabanza a Dios por los hechos pasados y que busca una vez más ponerse en práctica y en acción en el presente, a fin de consolidar la libertad declarada en 1816. Actualizándola hoy, donde se vea amenazada, en aquellos habitantes de nuestra República, pero particularmente en aquellos que les toca tutelar como responsabilidad política consignada por el voto popular.

Nuestro Papa Francisco en el sermón del Ángelus del 22 de octubre de 2023 nos ha dejado una buena iluminación acerca de cómo vivir las cosas propias de la fe y las cuestiones propias de lo político, se la comparto:

“En realidad, Jesús quiere ayudarnos a colocar al “César” y a “Dios” cada uno en su importancia. Al César - es decir, a la política, a las instituciones civiles, a los procesos sociales y económicos – pertenece el cuidado del orden terrenal, y nosotros, que en esta realidad estamos inmersos, debemos restituir a la sociedad lo que nos ofrece a través de nuestra contribución de ciudadanos responsables, prestando atención a lo que se nos confía, promoviendo el derecho y la justicia en el mundo del trabajo, pagando honestamente los impuestos, comprometiéndonos por el bien común y etcétera. Pero, al mismo tiempo, Jesús afirma la realidad fundamental: que a Dios pertenece el hombre, todo hombre y todo ser humano. Y esto significa que nosotros no pertenecemos a ninguna realidad terrenal, a ningún “César” de turno. Somos del Señor y no debemos ser esclavos de ningún poder mundano. En la moneda, por lo tanto, está la imagen del emperador, pero Jesús nos recuerda que en nuestra vida está impresa la imagen de Dios, que nada ni nadie puede ensombrecer. Al César pertenecen las cosas de este mundo, pero el hombre y el mundo mismo pertenecen a Dios: ¡no lo olvidemos!”

Sin duda su aporte nos invita a vivir de este modo, con compromiso y conciencia social y comunitaria. Las cosas de los hombres son también las cosas de Dios…

La Política con mayúsculas, sigue siendo un alto grado de vivir la perfecta caridad.

Y nosotros, estamos llamados a vivir como buenos ciudadanos. Comprometidos para construir una sociedad más justa y más humana, de ese modo, estaremos también construyendo el camino que nos lleva a la Patria Celestial.

En esta jornada Patria, los invito a seguir construyendo juntos una sociedad digna que piense en todos desde su dignidad. Donde solo nos impulse el bien común y el respeto irrenunciable de la dignidad de cada ser humano.

Que libertad signifique también, tener acceso a todos los bienes que hacen a la integridad del hombre.

Nuestro Dios y Señor nos fortaleza para que vuelvan a encenderse los motores del desarrollo y de la equidad. Donde a nadie le falte cuanto necesite para vivir dignamente con el esfuerzo y el fruto del trabajo de sus propias manos. Que libertad no sea solo una aclamación y una expresión oral, sino un grito que vuelve a escucharse, proclamado desde la construcción social verdaderamente patriota.

Nuestra Madre de las Mercedes, nos cubra con su manto… y proteja desde Mercedes, a toda nuestra Provincia, a toda nuestra patria Argentina.

Finalmente…, para terminar, les transcribo el final de la homilía del Beato Fray Mamerto Esquiú del 9 de julio de 1853, en la Iglesia Matriz de Catamarca:

“Obedeced, señores, sin sumisión no hay ley; sin leyes no hay patria, no hay verdadera libertad; existen solo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerras y males de que Dios libre eternamente a la República Argentina; y concediéndonos vivir en paz, y en orden sobre la tierra, nos de a todos gozar en el Cielo de la Bienaventuranza en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, por quien y para quien viven todas las cosas.”

AMEN.

Mons. Gabriel Bernardo Barba, obispo de San Luis