Viernes 22 de noviembre de 2024

Documentos


"El saludo de Jesús resucitado nos invita a la alegría, a la paz y a la esperanza"

Carta pascual de Jorge Vázquez, obispo de Morón (31 de marzo de 2024=

El Saludo de la alegría
Una de las características fundamentales de la experiencia del Resucitado es la alegría.

Jesús, como a las mujeres, sale hoy a nuestro encuentro y nos saluda como a ellas, compartiéndonos su alegría: “De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo:Alégrense”. (Mt. 28, 9)

San Ignacio, en sus Ejercicios Espirituales, nos invita a alegrarnos y gozarnos intensamente de tanta gloria y gozo que nos trae su resurrección. (E.E. 221)

El Papa Francisco señala un detalle del encuentro con las mujeres, que se produce cuando ellas van a anunciarlo. “Esto es hermoso: cuando anunciamos al Señor, el Señor viene a nosotros. Para encontrar al resucitado hay que descubrir el camino del anuncio. Anuncia al Señor y lo encontrarás, busca al Señor y lo encontrarás, siempre en camino. Esto quiere decir que a Jesús se lo encuentra dando testimonio de Él, saliendo de nuestros encierros, de nuestro individualismo, de nuestra autorreferencialidad.

No podemos guardarnos para nosotros la alegría que nos trae el Resucitado, el Viviente, el Vencedor de la muerte. Siempre en camino.

El saludo de la esperanza
En su homilía, el Papa Francisco dijo que la Pascua del Señor nos impulsa a ir hacia adelante, a superar el sentimiento de derrota, a quitar la piedra de los sepulcros en los que a menudo encerramos la esperanza, a mirar el futuro con confianza, porque Cristo resucitó y cambió el rumbo de la historia. “Si recuperas el primer amor, el asombro y la alegría del encuentro con Dios, irás hacia adelante. Recuerda y camina” (Francisco - Pascua 2023)

La experiencia de las mujeres que fueron a visitar el sepulcro (Mt. 28, 1), implica recorrer el camino para recuperar la esperanza.

Muchas veces en lugar de saborear la alegría del encuentro con Jesús resucitado, nos desviamos del camino de la esperanza para ver sobretodo tumbas selladas, que tienen muchos nombres: nuestras desilusiones, nuestras amarguras, nuestras desconfianzas y sobre todo nuestra tristeza, en la que muchas veces nos sumergimos. Ya no hay nada que hacer, esto no cambia nunca, ya lo vivimos. No tenemos certeza del mañana.

Que la Iglesia y el mundo se alegren, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte; el Señor nos ha abierto un puente hacia la vida.

El saludo de la paz
Tres veces encontramos en el Evangelio de Juan (20, 19-31) el saludo gozoso de Cristo resucitado a sus discípulos: “la paz esté con ustedes”. También nosotros somos invitados, desde la fe pascual, a acoger la paz que nos da Cristo resucitado. Una paz que solo será posible en la medida en que cada cual desarme su corazón, para que todos nos reconciliemos y nos dispongamos a construir una sociedad en la que podamos convivir sin miedos ni sobresaltos.

La paz trae consigo la experiencia de la consolación, que surge de los encuentros con Cristo resucitado. Jesús consuela a los suyos, como un amigo consuela a su amigo, por eso estamos llamados a construir y ser instrumentos de paz, artesanos de la paz. Hombres y mujeres que llevan el consuelo del Resucitado a un mundo entristecido y herido por tanto dolor. Abriendo así, un espacio de sanación, que desemboca en la vivencia de una auténtica fraternidad, que posibilita la solidaridad y el compartir sin excluir a nadie. Necesitamos un mundo más humano, este es nuestro desafío.

Expandir, comunicar el consuelo del Resucitado
Estamos llamados a ser hombres y mujeres de paz y reconciliación, en esta sociedad dividida, donde el egoísmo, la ambición de poder, el odio y la guerra reinan.

Crear una sociedad más fraterna nos urge!, el humanizarnos también nos urge!

Los invito a detenernos en las mujeres, en la madrugada de la Pascua, que corren porque tienen una buena noticia y quieren compartirla. Podríamos decir que las mujeres corren porque quieren llevar la alegría del Evangelio, que es la alegría del Resucitado. (E.G.1).

Contemplando esta escena, nos preguntamos:

  • ¿corro/corremos para anunciar a los demás la buena noticia de la resurrección de Jesús?
  • ¿corro/corremos para anunciar que El está vivo?
  • ¿corro/corremos para compartir la alegría profunda de la Pascua que inunda mi ser para que llene la vida de los tristes, abatidos, encerrados?
  • ¿corremos o estamos parados, inmovilizados, paralizados? ¿salgo a anunciarlo? O me quedo cómodo en casa y que de la misión se ocupen otros que tienen más tiempo…

Que el resucitado, el viviente, se nos manifieste como lo hizo con las mujeres en el amanecer de aquel domingo, el primer día de la semana, que cambió la historia de la humanidad; y que, como ellas, habiéndonos encontrado con el Señor, salgamos corriendo hacia los hermanos, hacia los más necesitados, los que más sufren, los pobres, los excluidos para anunciarles con gran alegría y sin temor que Jesús vive, que resucitó.

Madre del Buen Viaje, queremos compartir tu gozo, el de Jesús Resucitado. Él está vivo!.

Muy felices Pascuas!.

Mons. Jorge Vázquez, obispo de Morón