Querida comunidad diocesana de San Carlos de Bariloche y hermanos todos:
Comenzamos el camino hacia la Pascua. La riqueza de las lecturas bíblicas cuaresmales nos invitan a hacer un camino de practica anual de conversión, como decimos en la oración de la asamblea: “asíprogresemos en el conocimiento del misterio de Cristo y vivamos en conformidad con Él” (oración colecta del I Domingo de Cuaresma). Este dinamismo espiritual no es un trayecto propio o personal, dado que Dios se ha revelado a su Pueblo y nos salva siempre del individualismo para buscarnos y dejarse encontrar en la comunidad del Santo Pueblo de Dios, como le gusta decir al Papa Francisco.
Uno de los temas bíblicos por excelencia del tiempo de Cuaresma es el término de “La Alianza”. “La alianza (“berit”), antes de referirse a las relaciones de los hombres con Dios, pertenece a la experiencia social de los hombres. Estos se ligan entre sí con pactos y contratos. Acuerdos entre grupos o individuos iguales que quieren prestarse ayuda: son alianzas de paz...” (Vocabulario de Teología Bíblica, X. Leon-Dufour). Esta realidad social muchas veces en nosotros, a lo largo del tiempo, ha sido desfigurada y manipulada. Las alianzas, no son convenios de partes, son concesiones de partidismos; un "toma y daca” que esconden segundas intenciones, corrompen a las personas y a las sociedades. Nosotros no estamos exentos de esto; hasta nuestra propia relación con Dios y con las demás puede transformarse en ello. El ámbito político e incluso en las relaciones internacionales se habla de "negociaciones”, término estrictamente mercantil o económico. Dejamos de lado no solo a Dios sino que el hombre ya no es el centro de la creación sino que somos productos u objetos de consumo que somos útiles en cuanto servimos al sistema dominante. “Hace falta valentía y generosidad en orden a establecer libremente determinados objetivos comunes y asegurar el cumplimiento en todo el mundo de algunas normas básicas. Para que esto sea realmente útil, se debe sostener la exigencia de mantener los acuerdos suscritos de manera que se evite la tentación de apelar al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho” (Fratelli tutti N°174).
No obstante, la Alianza que Dios nos propone supera toda tipo acuerdo de partes; dado que la experiencia del Pueblo de Israel va creciendo en su relación con un Dios, Único y Verdadero, que se da a conocer como Misericordioso, Todopoderoso, Creador y Padre. “Esta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo del Señor -: pondré mi Ley dentro de ellos y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo” (Jer. 31, 33). Alianza de amor, de mutua pertenencia, como un Esposo con su Esposa: “Aquel día - oráculo del Señor - tú me llamarás: 'Mi Esposo' y ya no me llamaras: 'Mi Baal' (ídolo). Le apartaré de la boca los nombres de los Baales, y nunca más serán mencionados por su nombre. Yo estableceré para ellos, en aquel día, una Alianza con los animales del campo, con las aves del cielo y los reptiles de la tierra; extirparé del país el arco, la espada y la guerra, y haré que descansen seguros” (Os. 2, 18-20).
Todos estos textos bíblicos los meditaremos a lo largo de este camino:
1) Génesis 9, 8-15: La Alianza con Noé en favor de toda la creación y anticipo de la redención eterna. “El universo no surgió como resultado de una omnipotencia arbitraria, de una demostración de fuerza o de un deseo de autoafirmación. La creación es del orden del amor. El amor de Dios es el móvil fundamental de todo lo creado: 'Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste, porque, si algo odiaras, no lo habrías creado' (Sab. 11,24). Entonces, cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar en el mundo” (Laudato Si N°77). A pesar de la maldad de la humanidad, Dios renueva su Alianza con nosotros, nuestra descendencia y con todos los seres vivientes; 'yo pongo mi arco en las nubes, como signo de mi alianza con la tierra' (Gen. 9, 13).
¡Quien no se maravilla al ver alrededor! Como rionegrinos somos privilegiados de disfrutar esta alianza que Dios renueva todas las mañanas con nosotros y en nosotros. “Todos somos parte de este don de la creación. Somos parte de la naturaleza, no estamos separados de ella” (Mensaje del Papa Francisco a las Naciones Unidas, 27 de mayo 2021).
2) Génesis 22, 1-2.9-13.15-18: La Alianza con Abraham que Dios lo pone en camino y le promete una gran descendencia. Descendencia de un Pueblo Elegido y un Hijo de esa descendencia quien será el Mesías. Su hijo, Isaac, será figura del Hijo ofrecido y víctima. Así el Papa Francisco nos exhorta: “el mundo todavía no lo sabe, pero todos están invitados al banquete de bodas del Cordero (Apoc. 19,9)... no todos han recibido aún la invitación a la Cena, o que otros la han olvidado o perdido en los tortuosos caminos de la vida de los hombres. Por eso, he dicho que ‘sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación’ (Evangelii Gaudium, n. 27): para que todos puedan sentarse a la Cena del sacrificio del Cordero y vivir de Él.” (Desiderio desideravi N°5). Como discípulos misioneros en Bariloche, en El Bolsón y en la línea Sur seamos testigos de la Alianza Nueva y Eterna.
3) Éxodo 20, 1-17: La Alianza en el Sinaí y el Decálogo de la Ley. "Yo soy el Señor. Tú Dios”, así comienza las palabras que Moisés, como buen portador, expresa en nombre de Dios, lo que Él desea de su Pueblo. Dios no pone condiciones sino que nos propone un camino de reglas para ser feliz. Cabría la pregunta: ¿se puede ser feliz con normas? ¿Ser feliz no es hacer lo que se me da la gana? Todo un aprendizaje de camino, no solo personal sino comunitario, para vivir la plena libertad. Todos “estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente.: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás.El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor” (Mensaje en la Bendición Orbi et Urbi, 27 de marzo de 2020).
Que podamos, junto a nuestras familias y comunidades, expresar la alegría que cantamos en la Vigilia Pascual: “¡Oh feliz culpa, que mereció tan grande redentor!” (cf. Pregón Pascual)
4) 2 Crónicas. 36, 14-16.19-23: La Alianza con los exiliados y la vuelta a la ciudad de Jerusalén. Junto a la palabra "alianza”, los profetas insisten en un verbo activo: “volver”. “Tú les dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: 'Vuelvan a mí - oráculo del Señor de los ejércitos - y yo volveré a ustedes, dice el Señor de los ejércitos” (Zac. 1,3). Todo aquel que experimenta un exilio, siempre tiene la esperanza de volver. Volver sobre nuestros pasos, cambiar, convertirnos. La Alianza sigue a pesar de nuestras infidelidades pero solo disfrutamos de sus beneficios si volvemos como el hijo pródigo en brazos de su padre. Toda nuestra vida es un gran exilio, es un camino de vuelta a las manos de Dios Padre. La experiencia de la vuelta del Destierro de Babilonia fue para todo Israel una fiesta y un encuentro. No era fácil porque había que empezar de nuevo pero Dios los había rescatado una vez más.
Que vivamos esa experiencia interior que anima la conversión pastoral hacia una Iglesia cada vez más “en salida”; como lo han hecho nuestros primeros evangelizadores. En primer lugar recordar al Padre Nicolás Mascardi sj, quien fundó la Misión del Nahuel Huapi y este año se cumplen 350 años de su martirio. Estos misioneros no calcularon su entrega sino que murieron, a ejemplo de Cristo, de acuerdo a lo que vivían.
Todo este camino cuaresmal es rico en imágenes, gestos, palabras y actos religiosos, sin embargo no tiene sentido si no es vivido con intensa caridad, “si no tengo amor, no sirve para nada” (1 Cor. 13, 3c.).
El mundo vive muy agitado y en conflicto permanente, las guerras se multiplican y las normas básicas de fraternidad y convivencia social se desvanecen sin una Alianza de hermandad viva y verdadera.
Empecemos por casa, tu propio corazón, tu vida en relación; tus alianzas de amor. “Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo “dialogar”. Para encontrarnos y ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar. No hace falta decir para qué sirve el diálogo. Me basta pensar qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades. El diálogo persistente y corajudo no es noticia como los desencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos cuenta” (Fratelli tutti N°198).
“Dios no se cansa de nosotros. Acojamos la Cuaresma como el tiempo fuerte en el que su Palabra se dirige de nuevo a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Es tiempo de conversión, tiempo de libertad” (Papa Francisco - Mensaje de Cuaresma 2024).
Nuestro querido Papa Francisco, el cual esperamos que nos pueda visitarnos este año, ha promulgado el Año Jubilar para el 2025, que comenzará la Nochebuena del 2024 al domingo 14 de diciembre del 2025, con el lema: “Peregrinos de la Esperanza”: “debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras.... En este tiempo de preparación, me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran “sinfonía” de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo. Oración, para agradecer a Dios los múltiples dones de su amor por nosotros y alabar su obra en la creación, que nos compromete a respetarla y a actuar de forma concreta y responsable para salvaguardarla. Oración como voz “de un solo corazón y una sola alma” (cf. Hech. 4,32) que se traduce en ser solidarios y en compartir el pan de cada día” (Carta del Papa Francisco a Mons. Rino Fisichella para el Jubileo del 2025 - 11 de febrero de 2022).
Con este espíritu de oración, de cambio y de camino cuaresmal dejemos que Espíritu nos hable en el desierto y juntos renovemos La Alianza que Dios Padre restableció por la entrega amorosa de su Hijo, muy amado, Jesucristo.
Con mi bendición, buena y fructuosa Cuaresma.
Mons. Juan Carlos Ares, obispo San Carlos de Bariloche