Jueves 21 de noviembre de 2024

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'¡Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra...!' (Mt 11,25)

Carta de monseñor monseñor Héctor Luis Zordán M.SS.CC., obispo de Gualeguaychú. con motivo del cierre del Año vocacional diocesano (7 de enero de 2024)

Queridos hermanos.

Con sentimientos compartidos de gratitud y de alabanza estamos transcurriendo este Año Vocacional Diocesano con el lema: “¡Llama, Señor! Tus hijos escuchan". No dejamos de dar gracias a Dios por tanto que hemos recibido en vocaciones que se han concretado o que están en camino de discernimiento y formación; incluso la celebración de los veinte años del establecimiento del Orden de las Vírgenes consagradas en nuestra Diócesis, es un don de Dios. Y continuamos viviéndolo con una gran alegría porque tenemos la certeza de que este acontecimiento está llamado a renovar nuestro entusiasmo y a darnos nueva vitalidad.

Al finalizar las celebraciones del nacimiento del Señor, quiero ofrecerles algunas reflexiones que son continuidad y complemento de mi carta del 26 de febrero último.

Les había propuesto como objetivo “recuperar la cultura vocacional”, lo cual implica:

  • orar y trabajar por la fidelidad a la propia vocación;
  • crear en nuestras familias, en las escuelas católicas, en las comunidades parroquiales, ambientes donde fuese posible escuchar la llamada del Señor;
  • anunciar la vocación y lo vocacional como buena noticia, un evangelio;
  • promover y provocar las vocaciones de especial consagración (cfr. Francisco al Congreso Internacional de Pastoral Vocacional y Vida Consagrada, nov.2017).

Considero que este Año Vocacional debe dejar una huella importante en nuestra vida diocesana; para ello será bueno chequear si se está cumpliendo el objetivo propuesto y, si fuera necesario, ajustar las acciones para conseguirlo; y recordar que “no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades; y no hay cambios culturales sin cambios en las personas" (Laudato Deum nro. 70). Por lo cual este año de gracia tiene que ayudarnos a madurar algunos criterios, a adoptar acciones duraderas y a asumir una nueva forma de vida teniendo como horizonte “el evangelio de la vocación”. Esto, sin lugar a dudas, comienza por la conversión de cada uno de nosotros; principalmente de aquellos que tenemos mayores responsabilidades en nuestra Iglesia diocesana.

Los meses transcurridos de este Año Vocacional fueron ofreciéndonos algunas certezas, de las cuales surgen estas sugerencias e indicaciones para seguir adelante:

1. Somos conscientes de que “las vocaciones son un don de la caridad de Dios” (Benedicto XVI, 49- Jornada de Oración por las Vocaciones), lo cual nos exige pedirlas confiadamente, recibirlas como regalo inmerecido y acogerlas como gracia en nuestras comunidades; por eso les pido que sigamos rezando -incluso después de concluido el año- la oración que les hemos enviado oportunamente. Pero, aun siendo así, las vocaciones de especial consagración deben ser fomentadas laboriosamente - "promoverlas y provocarlas", en palabras del Papa Francisco- por cada comunidad cristiana y, en ella, por todos sus miembros.

2. Es imprescindible fortalecer la pastoral juvenil -en su diversidad etaria- en todas las comunidades de la Diócesis, procurando encontrar caminos adecuados para el anuncio de Jesucristo a las jóvenes generaciones. Es responsabilidad de "toda la Iglesia” cuidar su fe y acompañar su vocación; y debemos pensar en "todos los jóvenes” creciendo en nuestra capacidad de "ofrecerles un lugar”, acogerlos, recibirlos con gusto, intentar interpretar su lenguaje y entender su vida, acompañarlos en el encuentro con Jesús, en el cuidado y maduración de su fe y en la búsqueda vocacional, inspirándonos en la exhortación apostólica "Christus Vivit' del Papa Francisco. Es necesario que los sacerdotes dediquemos tiempo de calidad y lo mejor de nosotros mismos para confesar, escuchar, orientar, estar junto a los jóvenes, acompañar sus procesos de maduración en la fe y discernimiento vocacional. Para esta delicada tarea contamos con material que se ha puesto a nuestra disposición en la última Jornada de Actualización Pastoral de los sacerdotes.

3. Sintámonos motivados a testimoniar gozosamente la radicalidad evangélica por la que hemos optado, y nuestro compromiso por el anuncio del Evangelio de Jesucristo. Tengamos presente la necesidad de establecer un orden de prioridades en nuestras ocupaciones ministeriales de modo que nos quede tiempo para cuidar el don de nuestra vocación -incluso en su dimensión comunitaria- y la fidelidad al mismo (cfr. Pastores Dabo Vobis, 3; mensaje del papa Francisco, nov.2017), y las energías necesarias para la exigente tarea de acompañar a los jóvenes (cfr. Christus Vivit, 244).

4. Los sacerdotes y diáconos, pero también los consagrados y consagradas, los laicos agentes de pastoral y los padres de familia, no podemos desaprovechar las oportunidades que se presenten -más aún, debemos buscarlas y provocarlas- para hacer explícita la propuesta de una especial consagración en el ministerio sacerdotal, en la vida consagrada y en el servicio misionero, teniendo la convicción de que "una propuesta concreta, hecha en el momento oportuno, puede ser decisiva para provocar en los jóvenes una respuesta libre y auténtica” (Pastores Dabo Vobis, 39).

5. Es necesario presentar a las familias -particularmente a las familias jóvenes-, el "evangelio de la vocación”: por un lado, la vocación y lo vocacional como una buena noticia; y por otro, todo su contenido bíblico, catequístico y pastoral; y debemos hacerlo en los diversos ámbitos de catequesis y pastoral familiar.

6. En el año que comienza, debemos redoblar el esfuerzo por conocer, profundizar y hacer conocer, de modo personal y comunitario, la exhortación apostólica "Christus Vivit’, para que sus criterios orienten y animen nuestro trabajo con los jóvenes y el cuidado de las vocaciones, y atraviesen toda nuestra actividad pastoral.

7. Las comunidades que por alguna circunstancia no hayan aprovechado la novena vocacional para las fiestas patronales que ofreció el equipo de Pastoral Juvenil y Vocacional, pueden hacerlo en el curso del año que comienza. Ese material nos servirá, incluso, para organizar celebraciones, jornadas o encuentros en otras circunstancias. Igualmente recordemos que ese organismo diocesano ha puesto a nuestra disposición un valioso material para ser utilizado en diversas ocasiones y que puede encontrarse en https://biolink.website/pastoraljuventudgchu

8. Crearemos un organismo diocesano específico con la misión de promover las vocaciones de especial consagración -particularmente al ministerio sacerdotal y al diaconado permanente- y de acompañar la maduración vocacional de quienes lo soliciten. En ese marco intentaremos recuperar la Obra de las Vocaciones como un espacio de oración y un instrumento para fomentar en nuestras comunidades la preocupación por la promoción vocacional.

9. Estableceremos una semana vocacional anual para mantener viva la memoria de este acontecimiento, y continuar trabajando y profundizando a lo largo del tiempo las metas que nos hemos propuesto para este Año.

10. La comunidad del Seminario diocesano visitará, durante el año que comienza, las parroquias y otros espacios pastorales que lo soliciten para ofrecer el testimonio vocacional y animar la preocupación de las comunidades por las vocaciones.

Seguimos encomendándonos a la intercesión de la Virgen María, "madre y modelo de todas las vocaciones", teniendo la certeza de estar viviendo un tiempo de gracia -don inestimable de Dios para nosotros-, y abrigando la esperanza de cosechar abundantes frutos.

Invocando una abundante bendición de Dios para todos, reciban mi más cordial y fraterno saludo en el Señor.

San José de Gualeguaychú, en la fiesta del Bautismo del Señor del Año Vocacional 2024.
Mons. Héctor Luis Zordán M.SS.CC., obispo de Gualeguaychú