Queridos hermanos,
Nos encontramos para celebrar al Señor Jesús, que con su Palabra ilumina nuestro camino, y con su Cuerpo y Sangre alimentar ese andar peregrino de los creyentes. En este día, queremos recordar a Enrique Shaw, empresario argentino que supo ser amigo de Jesús y de los hombres, servidor de la vida y testigo comprometido del Reino de Dios.
El Evangelio nos refiere una escena muy conocida por nosotros. La hemos visitado cada vez que hacemos memoria del apóstol Pedro, llamado por el Señor a ser fundamento de la Iglesia naciente. El texto nos presenta la pregunta de Jesús sobre lo que la gente dice de Él. Los apóstoles refieren distintos dichos, muchos de ellos fantasías, suposiciones y conjeturas, expresiones de la perplejidad que la actuación del Señor despertaba en su gente. Frente a la pregunta más personalizada de Jesús, “¿Y Uds. quién dicen que soy?”, no tienen respuesta. Lo hará Pedro, “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.”, movido por el mismo Dios que actúa en el corazón de Pedro, quien declara la identidad y la misión del Señor.
Ciertamente, esta destacada actuación de Pedro, no nos hace olvidar sus altibajos e inseguridades, sus negaciones y muchas de sus reacciones contradictorias. Pedro, como nosotros, es un ser humano capaz de declamar su amor por el Señor y a la vez, temeroso y vacilante a la hora de testimoniar su amistad con Él. Pero, así y todo, Cristo lo anima a asumir en su nombre un liderazgo, ser fundamento de su Iglesia y, por tanto, capaz de jugarse por el Reino, “atando y desatando” desde una autoridad que le es dada por Dios, no por sus méritos humanos, sino porque Éste lo ha querido así. Como todos nosotros, llamados por pura misericordia de Dios, a responder con nuestro sí a una vocación de hijos y hermanos, a vivir con generosidad nuestra misión de testigos de ese amor que nos hace capaces de todo.
Estas palabras nos introducen en la vida y misión de Enrique Shaw. Estamos ante un verdadero humanista, un hombre que, en su amor a Dios, se descubre portador de una buena noticia en su propia misión, la de construir fraternidad dejando de lado importancias humanas, omnipotencias o vanidades. Nos alegra poder compartir algunos de los conceptos vertidos en una conferencia dictada aquí en Mendoza en las Jornadas de Estudio sobre problemas humanos de la Empresa, organizada por la Asociación de Profesionales de la Acción Católica Argentina Mendoza; 15 al 17 de agosto de 1958.[1]
Uno de los muchos temas que abordó con agudeza y verdadera magnanimidad espiritual fue la descripción de la misión empresarial. Describe y fundamenta con mirada y corazón creyente, un perfil del empresario; con argumentos teológico-doctrinales y sencillez casi catequística, se refiere al ser del empresario, proponiendo tres requisitos: que sea un hombre con personalidad, que merezca la autoridad y con una auténtica vida espiritual.
Como hombre con personalidad, que no vive aislado, que está hecho a imagen y semejanza de Dios, sabe que, para realizarse, tiene que estar abierto a los demás con “la disponibilidad recíproca, respetando la dignidad y autonomía de los demás seres. Y es así también que quien busca darse es quien logra desarrollarse, realizarse, y tanto más plenamente cuanto más plenamente es capaz de darse.
Como hombre que merezca la autoridad, es “emprendedor, inspirador, diligente, alegre. No se conoce ningún «rezongón» que haya logrado mucho (...) Hombre que se domine a sí mismo (…) Que use la inteligencia (…) Comprensivo (…) Que sepa escuchar.”
Como hombre de auténtica vida espiritual, “cuando se trata de ejercer autoridad, no basta sólo con la rectitud moral, aunque sea muy necesaria. Hace falta una profunda, humilde, confiada sumisión de la inteligencia y de la voluntad a la Voluntad santa y perfecta de Dios.” En cuanto a su espiritualidad, Shaw destaca el espíritu de pobreza entendida como desapego y lo hace analizando con detenimiento su alcance:
Termina estas reflexiones tan profundas como exigentes, señalando que es necesario “colaborar con todos y con todo, donde haya algo bueno y confiar en el éxito de la misión.” Lejos de un pensamiento derrotista, de una mirada condenatoria del mundo y de la realidad, se anima a sostener con toda convicción su fe pascual, que se traduce en su quehacer empresario para transformarla según la voluntad de Dios: “¿estamos realmente persuadidos de que la Redención es un acontecimiento en el cual todos nos encontramos asociados y al que debemos prolongar? ¿Tenemos la convicción de que estamos encargados de hacer mejor al mundo y de que podemos hacerlo? Tenemos que despojarnos de ese complejo de inferioridad, de ese espíritu de fatalidad que inmoviliza. Y si tenemos la humildad y el desapego de que se ha hablado, no nos faltará el coraje optimista necesario para encarar plenamente nuestra misión.” Con palabras muy conectadas, nos decía el Papa Francisco en Lisboa, en la JMJ2023. “todos unidos como Iglesia, nunca sin los otros, nunca sin el mundo. Sin mundanidad, eso sí, pero no sin el mundo.”[2]
Uniéndonos a la alegría de ACDE por este testimonio de Shaw y por esta celebración del Día Nacional de la Comunidad empresarial, pidamos al Señor que nos conceda reconocerlo como nuestro Señor y Mesías, para poder servirlo en nuestros hermanos desde nuestro propio lugar en nuestras familias y comunidades, en nuestros trabajos y en la vida social en general.
Leyendo a Shaw nos damos cuenta que no se sustrae de su responsabilidad como creyente, hombre de familia y dirigente social; lejos de pretender una situación de privilegio o reivindicarse desde sus propias condiciones, pone siempre todo en discusión para partir desde Dios…
En estos tiempos complejos de nuestro país, podemos tener la tentación de desentendernos o de apuntar a consignas fáciles, llenas de eslóganes sin profundidad ni autenticidad. Muchas veces, sólo desencarnadas expresiones de desinterés. Construir desde Dios nos impide olvidarnos que hemos sido llamados desde el origen a ser responsables de nuestros hermanos y a cultivar la amistad social como horizonte donde sea posible una vida según Dios.Sin mundanidad, pero nunca sin el mundo.
Mons. Marcelo Daniel Colombo, arzobispo de Mendoza
Notas:
[1] Cfr. Enrique Shaw “Y dominad la tierra. Palabras y escritos de Enrique Shaw compilados por Fernán de Elizalde” pp. 39-53 en: http://enriqueshaw.com/material/Libro_Y_dominad_la_tierra_Mensajes_ES_compilacion_2010.pdf
[2] Papa Francisco, Homilía en las Vísperas con Consagrados, Monasterio de los Jerónimos, Lisboa, 2-8-23