Queridos hermanos y hermanas del Barrio 4 de junio y de la parroquia Anunciación del Señor,Queridos trabajadores y trabajadoras que hoy vienen a agradecer el don del trabajo o a suplicar por un trabajo digno,
Queridos dirigentes sindicales, sociales y políticos aquí reunidos:
1. Nos congrega hoy este querido Santo de la Iglesia: San José. Él es el esposo de María y padre de nuestro señor Jesucristo. Él es el carpintero que en Nazaret llevó el pan a su mesa con el trabajo de cada día.
Jesús no tiene reparos en ser reconocido como el hijo del Carpintero, como recién escuchamos el Evangelio de san Mateo. O también es reconocido él mismo como carpintero en el evangelio de Marcos (6,3) “¿No es acaso el carpintero, el hijo de María?
San José es patrono de esta comunidad y es también considerado ‘custodio de la Iglesia’ al asumir a María como Esposa y a su nuestro señor Jesucristo como hijo suyo. Por eso hoy le pedimos para que esta comunidad y toda la parroquia, con la ayuda de San José, viva plenamente su identidad de ser Pueblo de Dios, que en estos tiempos busca hacer crecer su dimensión sinodal.
La Iglesia en este tiempo está dando pasos significativos para ayudar a que cada bautizado ocupe en ella su lugar. El bautismo a cada uno nos da una vocación y una misión propia en el seno de la Iglesia. Por eso una comunidad eclesial sinodal es una comunidad que, guiada por el Espíritu Santo, da amplios espacios de participación a todos los bautizados. Es una comunidad que diariamente se abre a la reflexión y al discernimiento de la Palabra y responde al envío misionero de Jesús buscando llegar a los más alejados, a los más pobres, a los que no pueden con sus vidas porque están presos de alguna adicción, que está al lado de las familias para ayudarlas en su propia misión.
La Iglesia de Jesús somos todos, por eso cada vida es valiosa y tiene un lugar en ella.
2. El hijo de Dios, al hacerse hombre vino a asumir y santificar también la realidad del trabajo.
Esta fecha como día del trabajador en memoria de los trágicos hechos de Chicago en 1886 en que un grupo de trabajadores entre cientos de miles están de huelga y finalmente son asesinados reclamando la reducción de las horas de trabajo a ocho horas diarias. Luego en 1955 el papa Pio XII, instaura en esta misma fecha la memoria de San José obrero como protector e intercesor de la vida de cada trabajador y trabajadora.
La Iglesia ha reflexionado mucho a lo largo de los años sobre la dignidad del trabajo. Decía Juan Pablo II: “mediante el trabajo el hombre no solo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como persona, es más se hace ‘más persona’”[1]. También, desde una mirada creyente, el trabajo nos permite colaborar con Dios-creador perfeccionando su obra creadora para el bien de todos. Por eso el trabajo tiene una dimensión sobrenatural, que nos permite reconocer su profunda dignidad lejos de toda instrumentalización o explotación laboral que denigra la vida del trabajador.
Hoy damos gracias por el don del trabajo, damos gracias por todos los esfuerzos que se hacen para crear nuevas fuentes de trabajo, también por los avances en este sentido. Y a su vez reconocemos la necesidad del trabajo en tantas personas. En un mensaje de la Comisión Episcopal de Pastoral Social el pasado año se expresaba que “En un país que tiene tantos recursos y posibilidades de multiplicarlos, pero que, paradójicamente, tiene altos índices de desocupación y de pobreza, es urgente reconstruir y extender la cultura del trabajo. Es imperioso que los argentinos volvamos a crecer en la conciencia de que el trabajo dignifica y amplía las oportunidades para todos.” Tal dignidad supone tanto la generación de empleo como la justa remuneración por el mismo.
Por eso no tenemos que escatimar esfuerzos en esta búsqueda de salir adelante a partir de la generación de empleo digno.
3. Por otra parte, pronto, el próximo domingo tendremos que elegir a nuestras futuras autoridades provinciales, municipales, también a quienes asumirán la delicada tarea de reformar la constitución.
Es más que necesario que todos podamos conocer bien a los candidatos y ver qué propuestas tienen para el desarrollo sustentable de nuestra provincia.
En la carta que publicamos los obispos argentinos la semana pasada en el marco de los 40 años de democracia continua que estamos transitando decíamos: “La gente necesita recibir propuestas concretas y realistas más que soluciones tan seductoras como inconsistentes. También espera que se sienten a escucharse y a discutir con respeto hasta encontrar puntos en común. Ansía caminar hacia un proyecto estratégico de desarrollo, que abra un horizonte de esperanza, dignidad, paz social, trabajo y prosperidad, privilegiando a los tirados al borde del camino”[2]
Por eso es necesario que todos podamos considerar las propuestas que cada espacio político tiene sobre temas que hacen al crecimiento del pueblo riojano teniendo en cuenta, en primer lugar, el respeto a la dignidad de todas las personas, en particular los más débiles y pobres, cuidando la vida desde su inicio hasta su fin; también tener en cuenta qué se propone para fortalecer la democracia, el rol del Estado y todas sus instituciones; qué políticas de desarrollo sustentable se proponen que estimulen la generación de trabajo digno; qué se propone para un crecimiento en la educación y la salud; qué se propone para intensificar la lucha contra la trata de personas y ampliar la protección a las mujeres en situación de vulnerabilidad; también para la acogida y el cuidado de personas atrapadas por las adicciones al alcohol y las drogas, en particular para niños, adolescentes y jóvenes; qué se propone para el cuidado de los bienes naturales, impulsando su aprovechamiento mediante tecnologías respetuosas de la naturaleza y las personas; de qué modo se va contribuir y estimular el desarrollo científico y tecnológico al servicio de la persona humana; qué apertura al diálogo tiene cada espacio para buscar puntos en común con otros espacios políticos y sociales para lograr políticas públicas estables que contribuyan al bien común. También será necesario involucrarnos en qué consiste la reforma constitucional propuesta para ver quienes pueden ser los candidatos a constituyentes que puedan llevarla adelante.
Estos son algunos puntos a tener en cuenta para un discernimiento ante las próximas elecciones que nos ayude a una participación consciente y comprometida por el bien de cada habitante de nuestra querida provincia.
4. Que san José Obrero nos siga ayudando a ser una Iglesia Sinodal, comunión, participación y misión. Que él nos ayude fomentar un trabajo digno para todos y construir una ciudad, una provincia y una patria donde todos podamos nacer, crecer y desarrollarnos con dignidad. Así sea.
Mons. Dante Braida, obispo de La Rioja
Notas:
[1] Juan Pablo II. Laborem exercens 9
[2] https://episcopado.org/ver/3760