Viernes 22 de noviembre de 2024

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Creyendo en Jesús tenemos vida

Homilía de monseñor Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata, en la misa apertura de la 10º Asamblea Plenaria de FEBIC (Ciudad de Mar del Plata 15 de abril de 2023)

Hch 2,42-47;
Sal 117,2-4.13-15.22-23;
1Pe 1,3-9;
Jn 20,19-31

Queridas hermanas y queridos hermanos.
Estimadas autoridades de los diversos ámbitos.

¡Bienvenidos a la ciudad y la diócesis de Mar del Plata! ¡Bienvenidos a la Argentina!

Con la celebración de esta Eucaristía estamos dando comienzo a la 10º Asamblea Plenaria de la FEBIC luego de haberla postergado varias veces por el contexto de pandemia. ¡Damos gracias a Dios por que estamos reunidos en clave sinodal de diversas partes del mundo para proclamar que la Palabra de Dios es fuente de vida para un mundo frágil (cf. Rm 8,22-23)! El Evangelio de este Domingo concentra muchos de los grandes temas pascuales celebrando también la Fiesta de la Divina Misericordia instituida por el Papa San Juan Pablo II para toda la Iglesia el 30 de abril del año 2000. 

A la luz del relato evangélico propongo tres puntos para orar y meditar sintetizados en tres palabras: CERRADAS, PAZ, CREYENDO.

1. Puertas CERRADAS por temor
Al comienzo del relato es muy sugestiva la imagen de las puertas CERRADAS por temor. Esta CERRAZÓN expresa en parte la fragilidad de la vida y de nuestro mundo. Las puertas CERRADAS simbolizan el miedo que paraliza a los discípulos y que, justamente, los CIERRA, los ENCIERRA, los hace volverse sobre sí mismos, ser excesivamente autorreferenciales como insiste el Papa Francisco. Ante las amenazas del exterior se opta por una falsa seguridad en el ensimismamiento de las puertas CERRADAS. CERRAR las puertas es bloquear la comunicación con los demás. Puede darse en personas, familias, grupos… La tentación de obstaculizar el vínculo con los demás para sentirse más seguros es mucho más frecuente de lo que en realidad creemos. Las puertas CERRADAS se dan muchas veces en esas situaciones en las cuales no se acepta abrirse al diálogo y al encuentro con los demás. Las puertas CERRADAS nos hablan de la tentación de CERRAZÓN de corazón que podemos padecer los discípulos de Jesús. 

¡Desde la Palabra nos animamos a tomar contacto con nuestra tentación de ENCIERRO, con nuestras fragilidades para convertirnos de corazón y abrirnos de par en par al Dios de la vida!

2. La PAZ que es Jesús
En medio de la cerrazón de la primitiva comunidad cristiana, Jesús resucitado se aparece y en tres oportunidades les anuncia la PAZ. La palabra PAZ no es un simple saludo. La Palabra pronunciada por Dios se cumple. El saludo de PAZ de Jesús hace real y efectiva esa PAZ como don de Dios en el corazón de aquél que lo recibe. Uno de los principales frutos de la Pascua del Señor en nuestra vida es justamente la tan ansiada y necesaria PAZ. Debemos ser receptáculos de esta PAZ verdadera y auténtica. Ante una búsqueda parcial o superficial de la PAZ, hoy la Palabra nos hace descubrir que la PAZ viene del Resucitado y que su efecto más preciado será reconciliar nuestros corazones. Ante tantas situaciones de violencia y guerra, percibiendo las situaciones de grietas e irritabilidad cotidiana, Jesús irrumpe como resucitado y nos da la PAZ que unifica todas nuestras tendencias interiores orientándolas al único que da sentido a nuestras vidas que es el mismo Dios. En un mundo frágil la Palabra nos invita a recibir a Cristo que es nuestra PAZ (cf. Ef 2,14), para que podemos ser en la historia verdaderos instrumentos y artesanos de la PAZ como nos anima el querido Papa Francisco. ¡Desde la Palabra de Dios queremos ser hombres y mujeres de PAZ transformados por Jesús Resucitado para anunciarlo con alegría en este mundo frágil!

3. CREYENDO en Jesús tener vida
Los versículos 30-31, final del texto de hoy, son una suerte de síntesis de todo el Evangelio de Juan. El centro está en el verbo CREER que invita claramente a tener fe y confiar solo en Jesús. Un Jesús que es definido como Mesías e Hijo de Dios. En Él y solo en Él se puede tener vida verdadera. CREER, Jesús y vida son las tres palabras que pueden sintetizar el Evangelio de Juan y que hoy debemos tener presente para redefinir nuestra vida de resucitados con el Señor. La experiencia del Tomás de la segunda semana es la que tenemos que interiorizar y con él poder decir: “¡Señor mío y Dios mío!”. Así seremos parte de aquellos discípulos que CREYENDO en Jesús tendremos vida para anunciarla con alegría a toda la humanidad. CREEMOS en el Dios Palabra que nos regala su gracia en esta Pascua para que, con misericordia, en medio de la fragilidad de este mundo, proclamemos a todas las personas que Él es la resurrección y la vida.

¡Desde la Palabra de Dios queremos ser hombres y mujeres de fe que dan testimonio de Jesús Resucitado para que todas las personas en su Nombre tengan vida!

Para concluir
Nuevamente, queridas hermanas y queridos hermanos: ¡Bienvenidos a la ciudad y la Diócesis de Mar del Plata! ¡Bienvenidos a Argentina!

Hoy y siempre queremos proclamar la Palabra de Dios que es fuente de vida para nuestro mundo frágil. Lo hacemos en estos días con la intercesión de la Bienaventurada Virgen María al celebrar nuestra 10º Asamblea Plenaria. Juntos renovamos nuestra fe bautismal y en clave sinodal nos queremos comprometer con nuestra historia particular y universal. Por eso decimos juntos: ¡Creemos en Cristo que es nuestra paz y lo proclamamos con misericordia en medio de la fragilidad de nuestro mundo!

Mons. Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata