Muchos habrán visto la película de la Pasión del Señor de Mel Gibson, se estrenó hace unos 25 años y sigue siendo actual. Expresa el terrible ensañamiento contra Cristo: escupidas, insultos, burlas, los golpes brutales, los tremendos azotes por los que algunos morían, muchos detalles. También la dura caminata con la cruz, desangrado, y la crueldad de la crucifixión; morían asfixiados por la falta de fuerzas para levantar el propio cuerpo y poder respirar.
San Juan Pablo II vio algunas escenas; su comentario fue: habrá sido más o menos así. Una pintura famosa de un italiano, Tiziano, representa a Jesús con la Cruz a cuestas mirando a los ojos; su mirada es de gran dolor pero de amor, de cariño, de interés. ¡Cómo le dolería el abandono de sus Apóstoles, ver entre la gente a quienes antes lo aplaudían!
Debió haber sido así de cruento; nos mira con interés, con cariño. Todo lo sufrió por vos, por mí. Nos abrió las puertas del Cielo y la posibilidad de una vida santa acá en la tierra; libremente podemos buscar su ayuda para cambiar, para reflejar todo lo bueno que Cristo nos enseñó y ser felices.
¡Cristo murió por nosotros, para que cambie nuestra vida, para que haya paz y felicidad en las familias, en la sociedad! ¿Vamos a seguir cediendo a la mentira, a las críticas, a conflictos familiares, echando culpas, sin capacidad de perdón o de comprensión? Cuántas veces, queriendo defender las propias razones, se sufre y se hace sufrir, y se alegra el diablo que busca que las familias lleguen a ser auténticos infiernos. Pongo un ejemplo: sería un terrible crueldad que los hijos sufran por conflictos en la casa que no les toca resolver y en los que no tienen por qué participar; son para los adultos, entonces a solas, y a los hijos se los cuida, se les da seguridad, cariño, se les exige en lo que corresponde. De lo contrario los destruirían, y me animo a decir que harían llorar mal a la Virgen. Abuelos, ayuden a cuidar a los niños, a los adolescentes. Cuidemos a todos.
¡Cristo murió en la Cruz! Qué pena que haya tantos conflictos en el mundo, en nuestra Patria. Hay problemas que no podemos evitar: un terremoto, una enfermedad que no es esperaba. Pero la mayoría de los conflictos -también en un barrio- los arma el egoísmo, la injusticia en los corazones, la avaricia, la falta de interés por el prójimo: se dejaó a Dios de lado.
¡Cristo murió por nosotros! Dejemos que entre en nuestra vida. Contamos con la gran ayuda de los Sacramentos, de la Eucaristía, de la Confesión. Busquemos a Dios en la oración, cada día. Crucifiquemos lo que no va y dejemos que creza el amor, el amor a Dios y a los demás. Dios cuenta con nosotros para hacer un mundo mejor, más humano, más cristiano.
Ahí está tu Madre; nos lo dijo Jesús desde la Cruz. De la mano de María es más fácil vivir en Cristo, seguirlo, dejar que nos transforme. Nos a encomendamos a Ella.
Cuidemos a las familias, a los hijos, llenarlos de amor, exigirles por supuesto para que salgan muy buenos. Ayúdense unos a otros, también en la fe. Le pedimos a Dios que llene de bendiciones a sus familias, a las de quienes han seguido por radios y redes sociales este Viacrucis. A todos, unidos al Papa, a nuestra Patria, al Chaco, a esta querida ciudad.
Mons. Hugo Nicolás Barbaro, obispo de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña