Fue una pastora a quien Dios le confió la misión de salvar a Francia. Al frente del ejército francés llegó hasta la ciudad de Orleáns y la tomó por asalto. Lo mismo hizo con Reims, en cuya catedral se coronaban los reyes de Francia. Por fin llegó victoriosa hasta las puertas mismas de París, pero una voz interior le dijo que su misión había terminado. Traicionada por sus soldados cayó prisionera. Un falso tribunal la condenó por hereje y hechicera. En 1432, a la edad de 19 años, murió quemada viva. Pero Francia se salvó. Veintitrés años después Calixto III la rehabilitó y el 16 de mayo de 1920 fue canonizada