Nacida en la segunda mitad del siglo XIX era la penúltima de un hogar italiano de 12 hijos. Muertos sus padres, se despidió de sus últimos hermanos que emigraron a la Argentina, dejó el magisterio y fundó, en 1888, la Congregación de las Misioneras del Sagrado Corazón, con el propósito de ir a China. Pero León XIII, ante el problema de la inmensa cantidad de emigrados italianos en América, faltos de auxilio espiritual y material, la envió al Nuevo Mundo. La Madre Cabrini trabajó incansablemente fundando orfanatos, hospitales y escuelas en Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Francia, Inglaterra, Brasil y la Argentina. Cruzó 19 veces el Atlántico, traspuso los Andes a lomo de mula, se desplazó en témpanos en Terranova, y recorrió las inmensidades de Estados Unidos y Canadá en tren o carreta. Al morir, el 22 de diciembre de 1917, dejó fundadas 67 casas con más de 2.000 religiosas. Pío XII la canonizó en 1946, y en 1950 la proclamó patrona de los emigrantes.