En 1531 la Virgen María se apareció al indio Juan Diego en la colina de Tepeyac (México) y le expresó su deseo de que en el lugar se edificara un templo. El obispo de México requirió un signo que se manifestase claramente el deseo de la Virgen. Entonces Ella se volvió a aparecer a Juan Diego y, sobre una roca árida y en pleno invierno, le hizo recoger rosas frescas que el indio colocó en su capa o tilma. Al desplegarla ante el obispo, a la sorpresa de las rosas se agregó el hecho de aparecer grabada en la tilma una pintura de la Virgen, igual que como decía el indio haberla visto. Se levantó allí una capilla que luego se convirtió en una monumental basílica, principal centro de peregrinación mariana de América. En 1877 la Virgen de Guadalupe fue declarada Patrona de América Española y más tarde de toda América.