Nacido en 1580 en una familia ortodoxa de Vladimir (Ucrania), Josafat Kuncewicz a los 20 años se convirtió a la Iglesia católica e ingresó en un monasterio basiliano. Pese a sus cortos años fue encargado de regir el monasterio de Bytena. Después fue nombrado archimandrita de Vilnius, y por último arzobispo de Polotsk (Bielorrusia). Trabajó incansablemente por la unión de los ortodoxos y su vuelta a Roma, lo que le atrajo el odio de los cismáticos, que lo asesinaron en Vitebsk el 12 de noviembre de 1623. Su martirio logró la conversión de los cismáticos que lo mataron. San Josafat es el gran mártir de la unión de las Iglesias. Sus restos se veneran en San Pedro del Vaticano.