Viernes 22 de noviembre de 2024

Quien se pasa la vida acusando a la Iglesia es pariente del diablo, advirtió el Papa

  • 20 de febrero, 2019
  • Ciudad del Vaticano
El Padre Pío "amaba a la Iglesia tal y como era, no la destruyó con la lengua, como está de moda hacerlo ahora. ¡No! El ama. El que ama a la Iglesia sabe perdonar, porque sabe que él mismo es un pecador y necesita el perdón de Dios", dijo el papa Francisco, en vísperas de la cumbre sobre los abusos en el Vaticano, a los fieles de Benevento, Italia, que fueron recibidos hoy, para corresponder a la visita pastoral que el pontífice realizó el año pasado a Pietrelcina.
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El papa Francisco recibió en la mañana de hoy, miércoles 20 de febrero, en la basílica de San Pedro a los participantes en la peregrinación de la arquidiócesis de Benevento, encabezados por el arzobispo monseñor Felice Accrocca, correspondiendo de este modo a la visita pastoral que el 17 de marzo de 2018, el Papa hizo a Pietrelcina con motivo del centenario de la aparición de los estigmas permanentes de San Pío y del cincuenta aniversario de su muerte.

El pontífice les dirigió unas palabras en las que recordó la figura del Padre Pío. Francisco destacó que el santo capuchino "amó a la Iglesia, con todos sus problemas y sus adversidades", y "no la destruyó con la lengua, como está de moda hacer hoy".

"Amaba a la Iglesia tal y como era, no la destruyó con la lengua, como está de moda hacerlo ahora. ¡No! El ama. El que ama a la Iglesia sabe perdonar, porque sabe que él mismo es un pecador y necesita el perdón de Dios", dijo Francisco

Al contrario, advirtió el Papa, "los que se pasan la vida acusando son, no diré hijos, porque el diablo no tiene, pero amigos, primos, parientes del diablo".

El padre Pio "se distinguió por firme fe en Dios, firme esperanza en las realidades celestiales, generosa dedicación a la gente, fidelidad a la Iglesia, que siempre amó con todos sus problemas y sus adversidades",

"Quien ama a la Iglesia sabe perdonar, porque se sabe pecador y necesita del perdón de Dios, sabe arreglar las cosas, sí, pero siempre con el perdón: no se puede vivir toda una vida acusando, acusando, acusando a la Iglesia".

"¿El oficio del acusador de quién es?", preguntó el Papa. "¿Quién es ese que en la Biblia es llamado el gran acusador?" añadió: "¡El diablo! Y los que se pasan la vida acusando son, no diré hijos, porque el diablo no tiene, pero amigos, primos, parientes del diablo".

"Esto no funciona, hay que señalar los defectos para corregir, pero cuando se señalen los defectos, se denuncien, hay que amar a la Iglesia: sin amor hay espacio para el diablo".

Francisco concluyó animando a los fieles de Benevento a que den testimonio con sus vidas del amor de Dios y del amor a la Iglesia.





Palabras del Santo Padre
¡Buenos días! ¡Son tantos los que han venido, parece una canonización! Muchas gracias al obispo, a los alcaldes, a todos; gracias por esta cortesía, que indica ciertamente la sensibilidad del alma. Gracias.

Queridos hermanos y hermanas
Me alegra recibirlos y dar a cada uno de ustedes mi cordial bienvenida. Han venido a Roma, con su pastor monseñor Felice Accrocca, para devolver la visita que tuve el placer de realizar a Pietrelcina el 17 de marzo del año pasado, en el centenario de la aparición de los estigmas permanentes de San Pío y en el cincuenta aniversario de su muerte.

Deseo renovar a todos mi más sincero agradecimiento por la calurosa acogida que me brindaron en esa ocasión. No me olvido nunca de ese día, como tampoco me olvido de los tantos enfermos que saludé; esa visita se ha quedado en mi corazón. El recuerdo de ese acontecimiento, cargado de significado eclesial y espiritual, reavive en cada uno la voluntad de profundizar la vida de fe, en el surco de las enseñanzas de su ilustre y santo paisano, Padre Pío.

Se distinguió por la firme fe en Dios, la firme esperanza en las realidades celestiales, la generosa dedicación a la gente, la fidelidad a la Iglesia, que siempre amó con todos sus problemas y sus adversidades.

Me detengo un poco en esto. Amó a la Iglesia, con tantos problemas que tiene la Iglesia, con tantas adversidades, con tantos pecadores. Porque la Iglesia es santa, es esposa de Cristo, pero nosotros, los hijos de la Iglesia, somos todos pecadores, ¡y algunos grandes! -pero él amaba a la Iglesia tal y como era, no la destruyó con la lengua, como está de moda hacerlo ahora. ¡No! El ama. El que ama a la Iglesia sabe perdonar, porque sabe que él mismo es un pecador y necesita el perdón de Dios. Sabe cómo arreglar las cosas, porque el Señor quiere arreglar bien las cosas pero siempre con el perdón: no podemos vivir una vida entera acusando, acusando, acusando a la Iglesia.

¿El oficio de acusador de quién es? ¿Quién es el que la Biblia llama el gran acusador? ¡El diablo! Y los que se pasan la vida acusando, acusando, acusando, son: no diré hijos, porque el diablo no tiene ninguno, sino amigos, primos y familiares del diablo. Y no, esto no va, debemos señalar los defectos que corregir, pero en el momento en que se señalan los defectos, se denuncian los defectos, se ama a la Iglesia. Sin amor, eso es del diablo. Ambas cosas tenía san Padre Pío, amaba a la Iglesia con todos sus problemas y sus adversidades, con los pecados de sus hijos. No se olviden de esto.

Los animo a comprender y aceptar cada vez más el amor de Dios, fuente y motivo de nuestro verdadero gozo. Estamos llamados a dar este amor que cambia la vida, sobre todo a las personas más débiles y necesitadas. Cada uno de nosotros, al difundir la caridad divina, contribuye a construir un mundo más justo y solidario.

Siguiendo el ejemplo del Padre Pío, por favor, no se cansen de confiase a Cristo y de anunciar su bondad y misericordia con el testimonio de su vida. Esto es lo que los hombres y mujeres, también en nuestra época, esperan de los discípulos del Señor. Testimonio. Piensen en San Francisco, que su obispo bien conoce, ¿qué les dijo a sus discípulos?

"Vayan, den testimonio, las palabras no son necesarias". A veces se debe hablar pero comiencen con el testimonio, vivan como cristianos, testimoniando que el amor es más hermoso que el odio, que la amistad es más hermosa que la enemistad, que la hermandad entre nosotros es más hermosa que la guerra.

¡Gracias de nuevo por esta visita! Imparto de corazón a todos mi bendición, que extiendo a sus familias, a sus comunidades y a toda la arquidiócesis de Benevento". +