Miércoles 24 de abril de 2024

Mons. Ojea animó a aprender y darles lugar a los excluidos

  • 10 de marzo, 2023
  • Brasilia (Brasil) (AICA)
"Que la sinodalidad nos ayude a seguir dando espacios a aquellos que tienen que tener el lugar central en la tienda", pidió el obispo argentino en el marco de la Asamblea Sinodal del Cono Sur.
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El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, presidió la misa de la cuarta jornada de reflexiones sobre la Asamblea Sinodal del Cono Sur, que se clausura este viernes en Brasilia, con la presencia de casi 200 representantes de los cinco países que forman parte de la región.

Invitando a pensar en la fe, el prelado argentino recordó las palabras del papa Benedicto XVI, de feliz memoria, en el discurso de apertura de la Conferencia de Aparecida, cuando preguntó: “¿Qué te da la fe?”, a lo que respondió que “la fe te da una familia, la fe te libera del aislamiento del yo y te conduce a la comunión”.

“Todo encuentro con el Señor, te conduce al encuentro con el hermano”, sostuvo el presidente de la CEA, y agregó: “La fe es un acto de responsabilidad frente a los demás, frente al prójimo. Por eso mismo, la opción por los pobres está implícita en la fe cristológica”.

“Nuestra fe no es una evasión de la realidad, nuestra fe no es un pietismo individualista, ni una técnica del bienestar espiritual que nos tranquilice la conciencia, que nos deje en paz”, enfatizó el Obispo de San Isidro. Haciendo ver que hay muchas ofertas dijo que, por otro lado, “la fe no es una ONG que se encarga de diferentes servicios sociales”, insistiendo en que “la fe es el encuentro profundo con el Señor y al mismo tiempo con mi familia, sea donde sea, en el terreno que sea”.

Monseñor Ojea recordó la figura de Lázaro, al que el rico veía todos los días, es decir que pertenecía a su tienda, “y sin embargo era invisible para él”. A propósito de ello, denunció aquello que en la cultura actual hace “que los hermanos nos resulten invisibles. La sociedad de consumo tiene tantos modos de engañarnos”.

Asimismo, afirmó que uno está condenado por la sociedad debido al lugar en que nace, que los pobres están condenados a no tener la misma dignidad y los mismos derechos, considerando inútil todo lo que hagan, lo cual es “un pensamiento que busca adormecerme la conciencia y hacer que no exista lo que tengo delante de mí todos los días”.

Lo más terrible de todo esto, advirtió, “es que Lázaro tiene nombre, Lázaro significa 'Dios ayuda'”, y frente a eso “el rico no tiene nombre, no tiene identidad, no es nadie, todo lo que es, es lo que tiene, todo lo que es, es lo que hace, todo lo que es, es pura soberbia, pura vanidad, pura nada”. Ante lo cual, afirmó que “hundir la estaca de la fe significa pedirle al Señor que abra nuestros ojos, que no los deje cerrar, que no los deje adormecer, en un mundo que nos engaña constantemente en este aspecto, en un mundo que nos hace mirar para otro lado, un mundo donde no hay lugar para muchos en la tienda”.

Frente a esa situación, señaló que “es la Iglesia la que tiene que tener ese lugar, estar al lado de los pobres”. Y eso porque “seguimos a un Jesús que vivió pobre y murió pobre, y nació pobre en un pesebre. Seguimos a un Jesús que pasó haciendo el bien y que durante toda su vida fue misericordia, compasión”, recordando las palabras del Papa Francisco: “quiero una Iglesia pobre, para los pobres, esos tienen mucho que enseñarnos”, porque “todos tenemos la necesidad de dejarnos evangelizar por ellos y de reconocer la fuerza salvífica de sus vidas. Por eso debemos colocarlos en el centro del camino de la Iglesia”.

Mons. Ojea llamó a cumplir los textos del magisterio social de Francisco, al invitar a que, “en esta etapa sinodal, en este camino que se abre maravilloso, en esta experiencia que estamos realizando juntos, pensemos en todo lo que tenemos que aprender”, y fijando la estaca firme de esa fe que nos legaron, “que yo pueda abrir los ojos, no dejarme enceguecer, no dejarme dormir, porque es muy fácil entrar en trampas”.

Luego, invitó a pedir al Señor que “la sinodalidad no ayude a seguir dando espacios a aquellos que tienen que tener el lugar central en la tienda y de los cuales tenemos mucho que aprender”.+