Jueves 28 de marzo de 2024

Joseph Fadelle: "Sería feliz si pudiera morir por Cristo"

  • 4 de junio, 2015
  • Buenos Aires (AICA)
Joseph Fadelle, como se lo conoce hoy, nació como Mohammed al-Moussaoui, y fue heredero de una de las familias musulmanas chiitas más importantes de Irak. Se convirtió al cristianismo y por eso fue entregado al régimen de Sadam Hussein por sus propios hermanos para ser torturado. Durante su corta visita a Buenos Aires, compartió momentos decisivos de su historia.
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Joseph Fadelle, como se lo conoce hoy, nació como Mohammed al-Moussaoui, y fue heredero de una de las familias musulmanas chiitas más importantes de Irak. Se convirtió al cristianismo y por eso fue entregado al régimen de Sadam Hussein por sus propios hermanos para ser torturado.

Después de muchos años, logró ser bautizado y escapó a Francia. Su historia se ve reflejada en el libro El precio a pagar. Durante su corta visita a Buenos Aires, compartió momentos decisivos de su historia.

- ¿Por qué cree que es importante contar su historia, especialmente a los jóvenes?
- Cristo extraña a todos. Siempre nos está llamando, aún cuando nosotros nos alejamos de Él. La mejor manera de lograr estar cerca de él es de esta manera, transmitiendo lo que uno vivió para darle aliento a los que más lo necesitan. Y hoy para los jóvenes no es siempre sencillo optar por Cristo.

- Usted no solo cambió su nombre si no que hasta dejó atrás a su familia porque sintió el llamado de Cristo. ¿No se arrepintió en ningún momento?
- No. Si pudiera volver el tiempo atrás y supiera todo lo que iba a sufrir, lo volvería a hacer todo igual. Pienso que detrás de todo siempre estuvo la mano de Dios. Fue muy triste para mí separarme de mi familia, pero entendí que ellos no dejarían el Islam y aún rezo para que algún día puedan compartir lo que siento. Una de mis hermanas se convirtió después de muchos años y ahora también vive en Francia. Siempre hay que tener esperanza.

- Conoció a personas increíbles durante los años en los que vivió su conversión en secreto y ya cuando había logrado escapar de Irak. ¿Volvió a tener contacto con alguno de ellos? ¿Y con su familia?
- Sí, por suerte he podido volver a tener contacto con los cristianos que acompañaron mi conversión, las nuevas tecnologías facilitaron mucho eso. Con mi familia lamentablemente no, porque ellos siguen siendo musulmanes. Me dolió mucho enterarme de que mi padre murió llamándome, creyendo que volvería a su casa y todo sería como antes. Pero ni eso me hizo dudar de mi fe en Cristo. Ahora solo hablo por teléfono cada varios meses con uno de mis hermanos. Y aunque sé que ellos no, yo los he perdonado por todo lo que he tenido que pasar. Fue lo que más me costó, me llevó muchos años, pero al fin lo he logrado.

-¿Tiene miedo de la "fatwa" (ley islámica que lo sentencia a muerte) que se dictó contra usted?
- No, no tengo miedo. Sería feliz si pudiera morir por Cristo. No le temo al martirio. No viajo con miedo a lo que pueda pasarme, sé que estoy en las manos de Cristo.

- ¿Alguna vez alguien le dijo que se convirtió al cristianismo luego de conocerlo o escuchar su testimonio? ¿Es consciente de lo que su historia ha llegado a generar?
- He conocido a muchas personas que se han convertido. Pero no me considero un ejemplo ni un héroe. Creo que quien dijo las cosas que dije y pasó todo lo que debí pasar, realmente fue Cristo mismo a través de mí. Yo no me considero importante, soy un simple instrumento.

- ¿Cree que algún día se terminará el enfrentamiento entre musulmanes y cristianos que azota a Medio Oriente? ¿Qué le diría a esos cristianos que están siendo perseguidos a causa de su fe?
- No creo que sea posible un entendimiento. Los musulmanes ven a su religión como algo superior. El Islam llegó después del cristianismo y el judaísmo y por eso ellos consideran su religión como una síntesis de las otras creencias. Pero les pido que no confundan al Islam con los musulmanes. Los musulmanes son personas como nosotros, no crean que ser musulmán es sinónimo de extremismo, muerte, sufrimiento. Debemos rezar por ellos también. A mis hermanos en Medio Oriente les pido que no pierdan las esperanzas. Si creen en Cristo, nunca estarán solos. ¡No tengan miedo!.+ (María Rosario Savini)

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