Viernes 29 de marzo de 2024

El Papa a los mercedarios: Vayan a las periferias, ligeros de equipaje y guiados por el Espíritu

  • 2 de mayo, 2016
  • Ciudad del Vaticano
"La verdadera vida de la Orden debe buscarse en el constante esfuerzo por adecuarse y renovarse, a fin de poder dar una respuesta generosa a las necesidades reales del mundo y de la Iglesia, siendo fieles al patrimonio perenne del que son depositarios", dijo esta mañana, el papa Francisco, a los participantes del Capítulo General de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, que se encuentran en Roma. El Capítulo General, que tiene por lema: "La Merced: memoria y profecía en las periferias de la libertad", deberá elegir al nuevo superior, que actualmente es el sacerdote argentino, Pablo Bernardo Ordoñe OdeM, quien se encuentra como maestro general desde el 2010.
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"La verdadera vida de la Orden debe buscarse en el constante esfuerzo por adecuarse y renovarse, a fin de poder dar una respuesta generosa a las necesidades reales del mundo y de la Iglesia, siendo fieles al patrimonio perenne del que son depositarios", dijo esta mañana, el papa Francisco, a los participantes del Capítulo General de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, que se encuentran en Roma.

El Capítulo General, que tiene por lema: "La Merced: memoria y profecía en las periferias de la libertad", deberá elegir al nuevo superior, que actualmente es el sacerdote argentino, Pablo Bernardo Ordoñe OdeM, quien se encuentra como maestro general desde el 2010.

La Orden de la Merced y Redención de los Cautivos (Ordo Beatæ Mariæ Virginis de Redemptione Captivorum), está en camino a celebrar el octavo centenario de su fundación por san Pedro Nolasco en 1218, y destinada en los primeros siglos a la redención de los cristianos cautivos en manos de musulmanes. Los mercedarios además de los tres votos de pobreza, obediencia y castidad, tienen un cuarto voto: liberar a otros más débiles en la fe, aunque su vida peligre por ello.

El padre Ordoñe, al inicio de la audiencia que se realizó en la sala del Consistorio, en el Palacio Apostólico, reiteró la fidelidad de la Orden al sucesor de Pedro, y renovó el servicio redentor de la orden desde la Iglesia sin olvidar las periferias.

El Santo Padre refiriéndose al lema del Capítulo, señaló a los participantes que se trata de "una memoria que evoca las grandes gestas cumplidas en estos ocho siglos: la obra de la redención de cautivos, la audaz misión en el nuevo mundo, así como a tantos miembros ilustres por santidad y letras que engalanan su historia. Ciertamente, mucho hay que recordar, y nos hace bien recordar".

"Pero este recuerdo no debe limitarse a una exposición del pasado -dijo Francisco- sino que debe ser un acto sereno y consciente que nos permita evaluar nuestros logros, sin olvidar nuestros límites y, sobre todo, afrontar los desafíos que la humanidad nos plantea.

"Con este espíritu, podemos hablar realmente de profecía, no podemos hacerlo de otro modo. El profeta -recordó- es un enviado, un ungido, recibió un don del Espíritu para el servicio del santo Pueblo fiel de Dios. Ustedes recibieron también un don y fueron consagrados para una misión que es una obra de misericordia: seguir a Cristo llevando la buena noticia del Evangelio a los pobres y la liberación a los cautivos.

Queridos hermanos, nuestra profesión religiosa es un don y una gran responsabilidad, pues lo llevamos en vasos de barro. No nos fiemos de nuestras propias fuerzas sino encomendémonos siempre a la misericordia divina. Si Dios está presente en vuestras vidas, la alegría de llevar su Evangelio será la fuerza y gozo de ustedes. Dios nos llamó además a servirle dentro de la Iglesia y dentro de la Comunidad. Sosténganse en este camino común".

"El profeta sabe ir a las periferias, a las que hay que acercarse ligero de equipaje. El Espíritu es un viento ligero que nos impulsa hacia adelante. Evocar qué movió a sus Padres y hacia dónde los dirigió, los compromete a seguir sus pasos".

"Ellos fueron capaces de quedarse como rehenes junto al pobre, al marginado, al descartado de la sociedad, para llevarle consuelo, sufriendo con él, completando en carne propia lo que falta a la pasión de Cristo. Y esto un día y otro, en perseverancia, en el silencio de una vida entregada libre y generosamente".

"Seguirles es asumir que, para liberar, debemos hacernos pequeños, unirnos al cautivo, en la certeza que así no sólo cumpliremos nuestro propósito de redimir, sino que encontramos nosotros también la verdadera libertad, pues en el pobre y el cautivo reconocemos presente a nuestro Redentor".

"En el octavo Centenario de la Orden -concluyó- no dejen de proclamar el año de gracia del Señor a todos aquellos a los que son enviados: a los perseguidos por causa de su fe y a los privados de libertad, a las víctimas de la trata y a los jóvenes de sus escuelas, a los que atienden en sus obras de misericordia y a los fieles de las parroquias y las misiones que les fueron encomendadas por la Iglesia".

"Para cada uno de ellos y para la entera familia mercedaria va mi bendición y también mi ruego de que no se olviden de rezar por mí", concluyó Francisco.+