Sábado 27 de abril de 2024

Después de 340 años, vuelve un obispo latino a la isla de Chipre

  • 20 de marzo, 2024
  • Nicosia (Chipre) (AICA)
El franciscano Bruno Varriano, designado titular de Astigi, es el nuevo obispo auxiliar del Patriarcado Latino de Jerusalén en Chipre.
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"Un momento histórico": así lo definió el Patriarca Latino de Jerusalén, cardenal Pierbattista Pizzaballa, que el sábado 16 de marzo, en el centro Filoxenia de Nicosia, presidió la misa de ordenación de fray Bruno Varriano como obispo de Astigi, convirtiéndolo así en el nuevo obispo auxiliar del Patriarcado Latino de Jerusalén en Chipre.

La última presencia de un obispo latino al servicio de los fieles de la isla de Chipre se remonta a 340 años atrás.

La importancia del esperado acontecimiento fue subrayada por la presencia de personalidades y autoridades procedentes de muchas partes del mundo: Su Beatitud Fouad Twal, Patriarca Latino Emérito de Jerusalén; monseñor Giovanni Pietro Dal Toso, nuncio apostólico en Jordania y Chipre; monseñor Adolfo Tito Ylana, nuncio apostólico en Israel; monseñor Mauro Lalli, responsable de Asuntos Exteriores para Chipre; monseñor Salvatore Pennacchio; el arzobispo Moussa El Hajj; monseñor Hanna Jallouf; y muchos otros. 

También asistieron, en gran número, miembros de la comunidad de la Custodia: el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton quiso estar presente, junto con el vicario fray Ibrahim Faltas y con otros franciscanos que compartieron con fray Bruno su servicio en diferentes comunidades.

Pero, sin duda, la presencia más importante y participativa fue la comunidad de fieles, que quiso acompañar a su nuevo pastor en este importante momento: una comunidad heterogénea compuesta, en su mayoría por inmigrantes de Filipinas, Sri Lanka, la India y países africanos francófonos.

Pizzaballa: "Seguimos siendo una pequeña realidad de la Iglesia católica"
“La decisión de tener un obispo latino en Chipre, querido padre Bruno, está ligada a la misión, no de restaurar, sino de servir”, recordó el cardenal Pizzaballa. “No estamos aquí para celebrar la restauración de la antigua gloria. Somos y seguimos siendo una pequeña realidad de la Iglesia católica, inserta en un contexto religioso más amplio, especialmente greco-ortodoxo, con el que queremos colaborar en un espíritu de armonía y respeto, y por cuya benevolencia estamos siempre agradecidos”.

El patriarca latino recordó los desafíos pastorales que marcaron la vida de Chipre y que “requieren de una presencia eclesial cada vez más sólida, y un servicio pastoral distinto y más valiente, extendido a todos nuestros fieles, dispersos por todo el territorio de la isla, y no pocas veces sumidos en situaciones sociales muy frágiles”.

Al final de la celebración, el flamante obispo agradeció a todos los que hicieron posible esa fiesta: “Gracias a todos por los ánimos. Recuerdo mi mandato en Nazaret, donde viví durante 9 años: es en la proximidad a María de Nazaret y a San José como he podido madurar mi 'sí' a esta nueva misión. Quiero dar las gracias al Patriarcado y a todos los sacerdotes y seminaristas por su cercanía y su afecto".

Con emoción, se dirigió a “su familia religiosa”. “Gracias a todos los frailes de la Custodia de Tierra Santa. Gracias al padre Custodio, que me ha acompañado hasta este momento, reconduciéndome siempre hacia lo esencial. Un particular y especial agradecimiento a la iglesia maronita: somos una única realidad, que camina fraternalmente junta”.

“La importante presencia hoy de católicos de todas las nacionalidades y procedencias -afirmó el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, al concluir la celebración- nos recuerda que fray Bruno, además de su actividad pastoral con la comunidad local, está llevando a cabo una enorme labor con los trabajadores migrantes, que ahora son la mayoría de la comunidad latina. Y también pone de relieve su actividad con los refugiados y desplazados que llegan en gran número, especialmente a esta isla del Mediterráneo”.+