Como discípulos misioneros, en el marco de la 1ª Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, queremos hacer memoria de lo acontecido en la V Conferencia General de Aparecida y, mirando contemplativamente nuestra realidad con sus desafíos, reavivar nuestro compromiso y nuestras propuestas pastorales para que nuestros pueblos tengan una vida plena.
Es por eso que en vísperas del 26 de Junio, Día Internacional contra el Tráfico Ilícito y Abuso de Drogas, queremos compartir algunas reflexiones sobre el tema que se nos presenta como uno de los dolores más grandes del pueblo de América Latina, nuestra Patria Grande.
Como expresamos anteriormente, ya en el Documento de Aparecida (2007) nuestros obispos pusieron la mirada sobre los “rostros sufrientes que nos duelen” y en el punto 422 se referían al tema del siguiente modo:
“El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras, ni geográficas ni humanas. Ataca por igual a países ricos y pobres, a niños, jóvenes, adultos y ancianos, a hombres y mujeres. La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones. Su labor se dirige especialmente en tres direcciones: prevención, acompañamiento y sostén de las políticas gubernamentales para reprimir esta pandemia”.
Francamente nos sentimos interpelados por esta declaración en la que se utiliza el término “pandemia” en relación con la droga y las adicciones porque, en este presente de COVID-19, es cuando comprendemos la verdadera dimensión de esa palabra.
Y cierto es quenos preguntamos qué silencios cómplices habrán logrado que, 14 años después de aquel claro alerta de los obispos, siga siendo esta “la otra pandemia”, silenciada, la que lastima a nuestros pueblos y se constituye como un terrible obstáculo para el logro del Desarrollo Humano Integral. Especialmentede los más pequeños, los más pobres, en quienes reconocemos una valía que tienen para desplegar y que constituye un don para toda la sociedad.
En esta fecha significativa compartimos nuestras reflexiones basadas en el cotidiano encuentro con este dolor que asoma, en primer lugar, cada vez que llegamos a una comunidad. Es allí donde encontramosrelatos de desgarro, desesperación, impotencia o vivencia de desamparo.
Es por todo esto que alzamos fuerte nuestra voz para repetir las palabras de Aparecida y llamar la atención sobre el agravamiento de la pandemia de las drogas y las adicciones en tiempos de COVID-19.
1) Por nuestra experiencia en Barrios Popularesvemos que es urgente tomar conciencia de que las drogas y las adicciones son una herida sangrante de nuestro Pueblo.Nos preocupa cuando los medios de comunicación, las redes sociales, la política, y la sociedad hablan del dólar, el gasto público, las especulaciones electorales y otros temasdiversos, mientras ignoran esta problemática que mata de la peor de las maneras a nuestros hermanos y hermanas de toda América Latina.
2) En lo cotidiano nos dimos cuentade cómo, con las restricciones de todo orden generadas por la pandemia de COVID -19 y las medidas políticas que se implementaron para abordarla, quedaron huérfanos nuestros barrios. Por sobre todo, nos desvelamos por los muchos jóvenes que se encuentran sin espacios de contención, ni referentes del mundo adulto o pares con los que interactuar en los clubes, las escuelas e incluso la mayoría de nuestras Capillas que quedaron cerradas. Con alarma comprobamos que se encuentran a la intemperie no solo física sino también existencial.
3) Hemos constatado cómo se impregna lo social con un inmanente sentido de aceptación e inocuidad acerca del “cannabis”, su despenalización y sus usos. Desde nuestra visión, debería ser “puesto enelcontexto” de la pandemia de las drogas para no minimizar los riesgos de su uso problemático que nada tiene de saludable.
4) En el día a día de nuestro trabajo en los Barrios Populares comprobamos cómo las adicciones y todo lo que se produce a su alrededor van rompiendo los lazos sociales de nuestras comunidades y detonan como bombarderos los valores fundamentalesque nos unen como comunidad: la solidaridad, la fraternidad, la misericordia, la caridad. Porque no sólo son pilares de nuestra espiritualidad sino la basede la construcción de un tejido social que nos entrelaza y sostiene como grupos sociales. En el estado actual, creemos, el problema ya no se resuelve con Trabajo y Vivienda porque no existe la red de apoyo de la comunidad organizada y se vive en el desesperado “sálvese quien pueda”.
5) En estos años pudimos ver una Sociedad y un Estado cada vez más fragmentados en sus respuestas. Esto permite sospechar que no se comprende la complejidad y gravedad constitutiva del problema. Advertimos además que, lo que hasta el 2019 era sostenido de un hilo, hoy explotó en nuestros pueblos ante la crisis 2020/2021 y actualmente la situación social es desesperante.
6) También nos parece necesario sincerar que el Sistema Penitenciario funciona como un espacio que alberga personas con problemas de salud mental y adicciones. En la Argentina no hay estadísticas oficiales sobre el puntopero, si leemos con detenimiento algunos indicadores, intuimos con alto grado de certeza que el 80% de las personas privadas de la libertad se encuentra en esas condiciones de salud, sin recibir las atenciones correspondientes.
7) Y, siguiendo con la población carcelaria, es necesario referir que la crisis del COVID-19 ha degradado las condiciones de vidade las personas detenidas hasta límites infrahumanos, en penales colmados y comisarías hacinadas, en las que pasan meses detenidos soportando indecibles violaciones a los Derechos Humanos.
8) Nos inquieta la post pandemia y el aumento del HIV, la Tuberculosis y otras enfermedades asociadas al consumo de paco y otras drogas dado que no haycontroles ni respuesta terapéutica y claro es que las consecuencias afectarán a nuestra sociedad en su conjunto.
9) Es conocida y estudiada la alta incidencia entre la pobreza, adicciones y explotación laboral y sexual. La utilización de niños, niñas, adolescentes, mujeres para “trabajos” encubren la explotación laboral y/o sexual, entrecruzan con la trata de personas tan extendida en nuestro país y la región.
10) Es necesario reconocer y entender los padecimientos mentales de las personas en contexto de exclusión, lo que requiere de personas involucradas con las problemáticas e insertas en esos territorios. Lo percibimos antes de la Pandemia y, ya atravesándola, hizo saltar por los aires la cuestión de la Salud Mental, tan lejana para recibir atención y no pensada para la realidad de nuestros barrios.
11) Queremos visibilizar la creciente cantidad de personas en situación de calle, que fueron y siguen siendo vulneradas todos sus derechos.La calle no es un lugar para vivir, ni morir. No hay tiempos de espera, no se pueden dilatar más las respuestas.
12) A la vez somos testigos de la valentía de tantas personas en recuperación que han ayudado —sin ningún cálculo— a muchos que se sentían solos. Como dice la canción de despedida de la Misa Popular Salvadoreña: “Cuando el pobre crea en el pobre, ya podremos cantar libertad, cuando el pobre crea en el pobre, construiremos la fraternidad”.
Es por eso que hacemos un llamado amplio y vigoroso a nuestro pueblo en el marco de la 1ª Asamblea Eclesial que convoca el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) e invitamos a involucrarsea todos los sectores e instituciones de la comunidad organizada: sindicatos, clubes, empresas, parroquias, movimientos sociales, escuelas, universidades, cuerpos legislativos, organizaciones del Estado y de la sociedad civil,partidos políticos, iglesias, mutuales, colegios profesionales y todos los colectivos que tomen conciencia de esta “Otra Pandemia”, para mirarla de frente.
Proponemos que, juntos, enfrentando cada rostro humano y escuchando su dolor, usemos los datos, los saberes y los recursos desde la misericordia para planear una propuesta concreta y extensiva que nos permita hacer frente a este “monstruo grande que pisa fuerte”.
Deseamos que en cada barrio popular de nuestra América se vivan “las 3 C”: Capilla, Club y Colegio, y volcamos nuestro aporte y experiencias de hacer familia, de hacer comunidad. Estamos convencidos de que ese es nuestro gran diferencial y fortaleza.
Proponemos que en cada Barrio Popular de nuestra América haya un Centro Barrial que "Reciba la Vida como Viene" y que su modo de trabajo sea un "Cuerpo a Cuerpo" como nos decía el cardenal Bergoglio (hoy Papa Francisco) en la inauguración del primer Hogar de Cristo.
Lo hicimos en nuestra historia y lo actualizamos en este tiempo de aislamiento social, organizando lugares de atención directa y permanencia cuidada, proponiendo los aislamientos comunitarios, cuidando a los más enfermos de nuestros barrios casa por casa, llevándoles comida y acercándonos con cuidados sanitarios.
Si seguimos en ese camino de reconocer en nuestro pueblo el dolor y nos dejamos interpelar por eso vamos por una buena senda y nos queda sumar, mostrar y fortalecer para seguir andando.
Animamos a la ciudadanía y sus organizaciones a participar de esta consulta popular, activa y especialmente en el “Foro de Adicciones” que propone este Tiempo de Escucha sobre “¿Cómo ser una Iglesia en salida que acude al encuentro con poblaciones populares que enfrentan el desafío de las adicciones?”.
Como cristianos nos paramos en la Esperanza de la transformación del presente con la recuperación de la fuerza de nuestros pueblos jóvenes. Ellos tienen en su memoria histórica la matriz cultural de la resistencia y la fe en un Dios bueno. Es así que juntos trabajamos por una América Latina capaz de dar vuelta el viento para asentar en los más débiles las bases de su reconstrucción soberana.
Familia Grande Hogar de Cristo
Cáritas Argentina
Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia (Argentina)
24 Junio 2021
ARQUIDIÓCESIS DE PARANÁ - DELEGACIÓN EPISCOPAL PARA LA LITURGIA
MEDIDAS DE PREVENCIÓN A IMPLEMENTAR EN LOS TEMPLOS DE LA ARQUIDIÓCESIS DE PARANÁ PARA LA VUELTA GRADUAL A LAS CELEBRACIONES CON PARTICIPACIÓN FÍSICA DE LOS FIELES
El siguiente elenco de medidas de prevención, recoge las consideraciones elaboradas al respecto por la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Argentina, a través de su Secretariado Nacional de Liturgia (SE.NA.LI.), de fecha 26 de mayo de 2020; y tiene en consideración, además, todas las publicaciones que el Arzobispado de Paraná ha hecho sobre la materia desde el 12 de marzo de 2020 hasta el presente.
Por indicación del Sr. Arzobispo, las medidas publicadas en esta comunicación deberán ser aplicadas en todo el territorio de la Arquidiócesis de Paraná, a partir del momento en que se obtenga efectivamente, de parte de las autoridades civiles a quienes competa darla, la autorización para volver gradualmente a realizar las celebraciones litúrgicas y de piedad popular en los templos, con la participación física de los fieles.
CONSIDERACIONES GENERALES:
1. Continúa prorrogada la dispensa del precepto dominical.
2. Aquellas comunidades que ya lo han venido haciendo desde el comienzo del aislamiento social preventivo y obligatorio, continuarán ofreciendo subsidios para la celebración dominical en los hogares como así también la transmisión de las celebraciones a través de los medios de comunicación disponibles.
3. Seguirá incorporándose la siguiente intención a la Oración de los Fieles en las celebraciones litúrgicas durante todo el tiempo que dure la presente emergencia sanitaria:
“Por nuestros hermanos enfermos a causa de la pandemia desatada por el COVID -19 (coronavirus) en nuestro país y en el mundo entero, por sus familias y todos las personas que cuidan de ellos: para que Dios nuestro Padre, por intercesión de María, conceda la pronta recuperación a los afectados y haga cesar el flagelo de esta peste. Oremos ”.
4. Se recomendará no participar de las celebraciones comunitarias, a las personas mayores de 65 años o a quienes tengan alguna enfermedad, que las hace parte de grupos de riesgo.
5. Los sacerdotes que tengan a su cargo templos donde habitualmente se realizan celebraciones, establecerán la capacidad máxima de fieles que pueden asistir a los mismos, tanto para las celebraciones como para la oración individual en otros momentos. Para esto, tomarán como criterio que dentro del templo, entre los fieles, se mantenga una distancia preferentemente de 2 metros mínimo, evitando superar la cantidad resultante de aplicar un factor de ocupación de 5m2/hab. Lo harán de la manera que consideren más práctica en cada lugar (ejm. quitando bancos; señalizando bancos donde poder sentarse y/o arrodillarse; estableciendo la cantidad de personas que se pueden sentar por banco; reservando para las celebraciones sectores para familias que viven juntas; reservando sectores para personas pertenecientes a grupos de riesgo que igual concurran al templo para las celebraciones; etc.)
6. Del punto anterior se desprende la necesidad de establecer una mayor oferta de celebraciones en aquellos lugares que la demanda así lo requiera. En orden a ello, los sacerdotes implementarán los mecanismos adecuados para organizar los cupos para la participación en las mismas.
7. Antes y después de cada celebración, se deberán extremar los cuidados en torno a la limpieza y a la desinfección del lugar, especialmente los bancos y otros elementos que las personas puedan tocar.
8. Los fieles deberán concurrir con tapaboca o barbijo mientras se mantenga esta medida para el resto de los espacios públicos. Habrá que alentar a que, si fuera posible, cada uno pueda llevar consigo alcohol en gel o algún producto similar para su propia limpieza y desinfección.
9. Aquellos templos que las tengan, deberán mantener vacías las pilas de agua bendita.
10. Se deberá colocar junto a las puertas de entrada y de salida de los templos, trapos mojados con agua con lavandina, que se renovarán periódicamente para desinfectar el calzado de los asistentes.
11. Los templos estarán lo más ventilados que se pueda, mientras se encuentren abiertos a los fieles.
12. En los templos en los que hay una tradición de venerar las imágenes religiosas besándolas o tocándolas, deberá buscarse el modo de que respetando estas expresiones de piedad popular, se evite este contacto.
13. En la medida que sea posible, se mantendrán abiertas las puertas de entrada y salida de las iglesias para evitar tocar los picaportes. Si esto no pudiera hacerse, habrá que buscar la mejor manera para impedir ese contacto, por ejemplo con un ayudante que, a modo de ostiario, reciba a los fieles en la puerta. En ese sentido sería adecuado que exista un equipo de colaboradores para que además de esta tarea también supervise la distribución de los fieles en los bancos, los distintos desplazamientos para evitar entrecruzamientos, el respeto de la distancia de seguridad y el cuidado de la higiene y conveniente desinfección del templo. Asimismo se le pedirá a los fieles que no lleguen todos juntos a último momento para lograr que la recepción sea en forma gradual y organizada en vistas a no generar aglomeración en los accesos.
Sacramento de la EUCARISTÍA:
A) Santa MISA
14. Se procurará reducir el número de ministros que sirven en el altar junto con el sacerdote (por ejemplo: un solo acólito). Se evitarán, ordinariamente, las concelebraciones, salvo en aquellos casos en que los sacerdotes habiten en la misma casa.
15. Los acólitos y los lectores deberán utilizar el tapaboca como el resto de los fieles. No obstante, al leer, los ministros de la Palabra podrán quitarse en ese momento el tapaboca. Se recomienda cubrir los micrófonos con algún tipo de film que permita su limpieza y reemplazo al final de la celebración.
16. Sin descuidar la correcta realización de los ritos previstos para la celebración, se recomienda un especial cuidado en cuanto a la duración de la Misa, para lo cual ayudaría que las homilías sean breves.
17. Con respecto al ministerio de la música sería prudente que haya un solo cantor o cantora con el acompañamiento de algún instrumento. Habría que evitar las hojas o libros de cantos, por lo que hay que elegir un repertorio conocido que pueda ser cantado por la asamblea, o utilizar algún recurso tecnológico que permita proyectar las letras de las canciones.
18. En el momento de la presentación de los dones, las ofrendas y los vasos sagrados deben estar ya próximos al altar, en la credencia: por lo tanto no se realizará la procesión de dones. Tanto el sacerdote como los ministros deberán desinfectarse las manos antes de comenzar esta parte de la celebración.
19. No se pasará la colecta como se hace de costumbre, sino que la ofrenda de dinero podrá hacerse de las siguientes dos maneras:
a) O por medio de un ministro que la recogerá durante el momento de silencio inmediato a la comunión o durante el canto de acción de gracias que habitualmente se realizada en ese momento;
b) O bien, será entregada por los fieles al final de la celebración en los recipientes que para tal fin se coloquen a la salida del templo.
Cualquiera sea la opción elegida, el sacerdote presidente o quien realiza el oficio de guía de la celebración, lo explicará convenientemente.
20. El cáliz, la patena y los copones, deberán estar cubiertos con la palia, corporal o tapa durante la plegaria eucarística.
21. Haciendo uso del carácter facultativo que tiene el rito de la paz, no se realizará durante este período.
22. Siempre en orden a evitar el contagio, al dar la comunión, se recomienda evitar el diálogo litúrgico habitual entre el ministro y el comulgante (“El Cuerpo de Cristo”. “Amén.”)
23. Los ministros que distribuyen la comunión deben extremar las medidas de higiene, lavándose y/o desinfectándose las manos antes y después de ese servicio. Tener en cuenta de no multiplicar su número innecesariamente y que presten su servicio los ministros mínimos indispensables.
24. En línea con la sugerencia realizada por la Conferencia Episcopal con anterioridad, se mantiene la recomendación de que la comunión eucarística se distribuya solamente en la mano. A propósito, aprovéchese para volver a catequizar a los fieles sobre el modo correcto de recibir la sagrada comunión de este modo.
25. Para la distribución de la comunión se deberá vigilar que se respete la distancia de cuidado al formarse las filas para acercarse a recibir la eucaristía. Si la disposición del templo lo permite, también puede verse el modo de organizar la comunión acercándose los ministros a las puntas de los bancos en dónde están sentados los fieles que vayan a comulgar.
26. Al finalizar la celebración hay que procurar una salida ordenada de la asamblea y evitar la agrupación de personas en la puerta y en el atrio.
27. Por lo expresado en el punto anterior, los sacerdotes evitarán dar el saludo habitual, que en los domingos y fiestas más concurridas suele darse en muchas comunidades, a los fieles, en la puerta del templo.
28. Las personas a cargo de la sacristía, deberán utilizar siempre el tapaboca, y tendrán un especial cuidado en la limpieza de los vasos sagrados y objetos para el uso litúrgico. Antes de tocar las formas eucarísticas para el relleno de los copones deberán lavarse y/o desinfectarse las manos.
B) Celebración de la Palabra de Dios y administración de la SAGRADA COMUNIÓN FUERA DE LA MISA:
29. Obsérvense y aplíquense sobre este particular, según corresponda, las medidas establecidas para la celebración de la Misa (números 14 al 27).
C) Disposiciones para las CAPILLAS DE ADORACIÓN EUCARÍSTICA:
30. Siguiendo el punto 4 de las presentes medidas de prevención, se sugerirá a las personas mayores de 65 años y a las que se encuentren dentro de los grupos de riesgo, que se abstengan de concurrir a las capillas, hasta tanto pase la emergencia. No obstante, sígase invitándolas a tener momentos fuertes de oración en sus domicilios y a participar de las iniciativas de Adoración eucarística por internet, que varias capillas vienen desarrollando durante este tiempo.
31. En cuanto a las medidas de higiene y prevención para su funcionamiento, cada sacerdote responsable de la capilla, adaptará y aplicará para la misma, del modo que juzgue más práctico y conveniente, lo dispuesto para los templos en general, en los números 5 al 13 de las presentes medidas de prevención.
Consideraciones en torno a la celebración de otras acciones litúrgicas:
32. Para todos los casos que siguen, será necesario sostener las medidas de higiene y cuidado general enunciadas más arriba en esta misma comunicación.
Sacramento del BAUTISMO:
33. Se procurará la participación solamente de los padres y padrinos y se seguirán las mismas indicaciones que fueron expuestas para la participación de los fieles en las Misas. Se deberá evaluar la conveniencia de aumentar el número de celebraciones bautismales para que se puedan respetar las medidas de cuidado y prevención.
34. El ministro deberá mantenerse a una distancia oportuna del bautizando y de sus padres y padrinos.
35. Para la unción con el óleo de los catecúmenos y con el santo crisma, el ministro puede emplear un algodón que se incinerará al terminar la celebración. No obstante, antes y después de cada una de las unciones, deberá higienizarse cuidadosamente las manos, en especial si hay más de un bautizando.
36. En los ritos de recepción realizarán la signación en la frente solamente los padres y padrinos y se omitirá el gesto del “Efetá” en los ritos ilustrativos.
37. Para evitar cualquier contacto entre los bautizandos, no se utilizará el agua de la fuente bautismal. Se podrá usar una misma jarra desde la cual ir vertiendo el agua sobre los bautizandos o disponer tantos recipientes con agua como personas a bautizar.
38. Atendiendo a las circunstancias particulares, puede considerarse la posibilidad de acudir al rito breve.
Sacramento de la CONFIRMACIÓN:
39. Si en algún caso, por alguna razón particular, a juicio del sacerdote y con la aprobación del arzobispo, no fuera posible aplazar su celebración para después del fin de la presente emergencia sanitaria, se observarán las mismas condiciones que para la celebración de la Misa, limitando la participación física de los fieles a sólo el grupo familiar.
Sacramento de la RECONCILIACIÓN:
40. Se deberá buscar un lugar amplio (no un confesionario) que permita mantener la distancia de seguridad entre el sacerdote y penitente y al mismo tiempo garantizar la confidencialidad.
41. Tanto el fiel como el confesor deberán llevar el tapaboca y no habrá contacto físico entre ellos en la oración de absolución ni en el saludo.
42. En el caso de haber filas para la Confesión, se seguirán las recomendaciones generales con respecto a la distancia de seguridad que hay que respetar.
43. Al acabar el rito, se aconseja reiterar la higiene de manos y la limpieza de las superficies.
Sacramento de la UNCIÓN DE LOS ENFERMOS:
44. Se deberá mantener la distancia adecuada entre el ministro y el enfermo, como se propone para el Sacramento de la Reconciliación. Hay que evitar cualquier contacto físico con el enfermo y sus familiares, excepto el momento de la Unción.
45. También en este caso, como medio de protección del enfermo y propia, el sacerdote deberá utilizar el tapaboca.
46. El sacerdote, antes y después del contacto con los enfermos, deberá lavarse las manos con agua y jabón o con alcohol.
47. En la administración del óleo puede utilizarse un algodón como se ha indicado para el Bautismo.
48. Atendiendo a las circunstancias particulares, puede considerarsela posibilidad de acudir al rito breve.
Sacramento del MATRIMONIO:
49. Si en algún caso, por alguna razón particular, a juicio del sacerdote, no fuera posible aplazar su celebración para después del fin de la presente emergencia sanitaria, se observarán las mismas condiciones que para la celebración de la Misa, limitando la participación física de los fieles a sólo el grupo familiar.
Celebración de las EXEQUIAS:
50. Se tendrán en cuenta las normativas que las autoridades civiles van estableciendo para los servicios funerarios.
51. Para las celebraciones en los templos, incluidos los cinerarios, se deberán tener en cuenta los mismos criterios de la Misa, procurando solamente la participación de los familiares más directos.
52. El ministro debe usar el tapaboca y mantener una distancia de seguridad adecuada.
53. Aunque sea difícil en esos momentos de dolor, se deberá insistir en evitar los gestos de afecto que implican contacto personal y la importancia de mantener distancia de seguridad.
Disposición final:
54. Los sacerdotes que tengan a su cargo templos donde habitualmente se realizan celebraciones, deberán poner en conocimiento de los fieles las medidas de prevención consignadas en la presente comunicación, de la manera más conveniente, visible, práctica y clara posible.
Paraná, 16 de Junio de 2020