Sábado 27 de abril de 2024

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Misa solemne por el 131º Aniversario de la Coronación Pontificia de la Virgen del Valle

Homilía de monseñor Luis Urbanc, obispo de Catamarca, en la misa solemne por el 131° aniversario de la coronación pontificia de la imagen de la Virgen del Valle (1 de mayo de 2022)

Queridos Devotos y Peregrinos:

Bienvenidos a esta celebración de acción de gracias, conmemorando el centésimo trigésimo primer aniversario de la coronación pontificia de la imagen de la Pura y Limpia Concepción, por todos reconocida como la Virgen del Valle.

Nuestro Señor Jesucristo en la sexta bienaventuranza proclama ‘dichosos a los que tienen el corazón puro porque verán a Dios’ (Mt 5,8).
No temo equivocarme que sobre los que vienen a honrar a María recae esta bienaventuranza, ya que la Virgen María estuvo presente en la Encarnación, en el Nacimiento, en el primer milagro en Caná, en la Pasión y en la Muerte de Jesucristo, recibió con los apóstoles al Espíritu Santo en Pentecostés, y hoy sigue activa llevando a todos los fieles a su Hijo.

Por eso, voy a destacar algunas razones para crecer en el amor a la Madre de Dios, porque cuanto más recurramos a ella, más Ella podrá ayudar al ser humano en su camino al Cielo:

1. Quien ama a María, es grato a Dios, ya que nadie la ama y honra más que Él, que la eligió para ser la Madre de su Hijo único, y para ello la desposó místicamente con el Espíritu Santo.

2. Es la más humilde servidora del Señor que está ‘llena de gracia’. María ha llegado a ser la creatura perfecta para la ejecución del plan salvífico de Dios y la restauración de todas las cosas en Cristo.

3. Es una manera de imitar a Jesús en el cumplimiento del cuarto mandamiento, quien honró a María desde su concepción y hasta el fin de los tiempos. Nosotros sus hijos debemos hacer lo mismo.

4. Es una forma de imitar a los santos, quienes la han honrado y se han encomendado a Ella por medio de variadas devociones.

5. María es la intercesora por excelencia. Jesús realizó su primer milagro público porque su madre intercedió. María influye en su Hijo.

6. Jesús continúa confiándonos a su Madre. Numerosas apariciones marianas, aprobadas por la Iglesia, muestran que Dios continúa enviando a la Virgen María para que nos ayude. Suele pedir que recemos el Rosario.

7. La Biblia afirma que “La oración del justo tiene gran poder” (Stgo 5,16) y que “Dios oirá las oraciones de los justos” (Prov 15,20). Por tanto, quién podría objetar que Ella no es la más justa, tanto por su inmaculada concepción, como por su exquisito y prudente uso de la libertad.

Por otro lado, nobleza obliga, debo reflexionar con ustedes acerca de lo que los obispos llamamos el “Domingo del compartir”, que es hoy, tercer domingo de Pascua y lo será en los años venideros.

Elegimos esta jornada para rezar, reflexionar y concientizar sobre cómo se sostiene la obra evangelizadora de la Iglesia y sobre cómo contribuye el aporte de los fieles a esta tarea.

De un modo especial, este domingo agradezcamos que, en medio de las situaciones difíciles que estamos atravesando, hay mucha gente que, con su aporte económico, sostiene la misión de la Iglesia. No es pecado hablar del dinero en las comunidades y de cómo lo administramos.
En el contexto luminoso y esperanzador de la Pascua, triunfo de Cristo sobre la muerte y el pecado con su Resurrección, es muy oportuno asumir que nuestras comunidades y la misión de la Iglesia se sostienen con el aporte de todos los bautizados.

Es así como se puso a disposición de cada Diócesis el “Programa de Financiación Eclesial” (Programa FE) que está compuesto por las 67 Diócesis, 2.906 Parroquias y los 34 Seminarios de nuestro país, siendo una plataforma digital de donaciones donde, de diversas maneras, se puede sostener la misión de la Iglesia Argentina en general, las diócesis y las parroquias en particular. Este programa FE consta de 3 tópicos:

1. Necesidad de hacer catequesis sobre esta temática junto al pueblo de Dios, que tiene que conocer y recordar permanentemente que la Iglesia necesita sostenerse con el aporte de sus fieles. Más allá del aporte económico o más allá de qué es lo que puedo colaborar, es primordial la necesidad del compromiso y del sostenimiento como parte de la expresión de un vínculo comunitario que nos da la Fe. Pero no se trata solo de dinero, sino de tiempos y talentos.

2. La Iglesia celebra esta jornada para concientizar sobre la necesidad del sostenimiento de su misión en el tiempo pascual. Como narra el libro de Hechos de los Apóstoles, las primeras comunidades compartían lo propio y lo ponían en común. Todos los momentos donde aparece Jesús resucitado son parte de una comida que se comparte. Lo celebramos en tiempo pascual porque alrededor de la resurrección de Jesús comienza la experiencia del compartir.

3. El fortalecimiento concreto para posibilitar la ayuda económica por parte de los fieles para llevar adelante la misión. En esta jornada de concientización, volvemos a presentar la invalorable ayuda del Programa FE, Programa oficial de la Iglesia para recibir donaciones. Éste nos ayuda a tener una experiencia de transparencia, a poder tener un lugar donde las comunidades pueden participar y generar un compromiso.

Aprovechamos esta Jornada para compartir una reflexión que nos ayude a acompañar a aquellos que se comprometen; pues con el compromiso económico, la gente vuelve a expresar que es parte de la Iglesia por el bautismo.

No querría dejar de mencionar, al menos, la tarea sinodal en la que estamos embarcados desde el año pasado, que es todo un estilo que debemos afianzar en nuestro modo de ser Iglesia y que, a su vez, nos está ayudando a preparar a toda la Diócesis de Catamarca para la tan esperada Asamblea Diocesana que finalmente pudimos fecharla para el 1/10/2022. ¡Que la Santa Madre de Dios nos ayude a hacer bien los deberes y a preparar nuestros corazones a participar con entusiasmo!

Y, antes de escrutar un poco en los textos bíblicos proclamados, quiero saludar y comprometer nuestra oración por todos los trabajadores y trabajadoras de nuestra Provincia. A la vez, rogar a san José Obrero, nuestro padre providente, que interceda ante el Buen Padre Dios para que a todos nos guste trabajar y valorar el trabajo como una bendición de Dios; que, quienes tienen la posibilidad de dar trabajo, lo hagan con generosidad y justicia y que todos sepamos cuidar el trabajo que tenemos.

¡Cuánta consolación nos da la Palabra de Dios cuando nos asegura que ya tenemos “un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron” (Ap. 21,1), no como algo acabado, sino como una tarea en la que tenemos que poner lo mejor de nosotros, pero que no la hacemos solos, “sino con Dios en medio nuestro, habitando con nosotros, y siendo su pueblo”! (Ap 21,3).

¡Cómo no cantar “Bendito sea Dios, Padre de N. S. Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor” (Ef 1,3-4)!
Y con Judit y María exclamar: “Cantaré a mi Dios un canto nuevo: ¡Señor, tú eres grande y glorioso, admirable por tu poder e invencible! Que te sirvan todas las criaturas, porque Tú lo dijiste y existen, enviaste tu espíritu y se formaron. Nadie puede resistir a tu voz, porque Tú siempre te muestras propicio con aquellos que te temen” (Judit 16,13-15).

Querida Madre del Valle, llamarte Madre es lo más grande y bello que aprendimos para dirigirnos a Ti. En esa interminable y dolorosa escena del Calvario cuando estabas junto a la cruz de Jesús, el apóstol Juan, cuatro veces se refiere a Ti como madre. Sólo Jesús, que está por encima de todo y es anterior a todo, te llamó Mujer, pero al dirigirse a los creyentes en la persona del discípulo amado te nos entrega como Madre (Jn 19,25-27). Por eso, queremos acogerte en lo más íntimo y querido de nuestro ser. Recíbenos, Tú, como hijos, como hiciste con el Hijo de Dios. Cuídanos, búscanos, guíanos, corrígenos, anímanos y enséñanos, junto a José a amar a Dios y a nuestros hermanos, en especial, a los que más nos hacen sufrir. Que seamos muy conscientes que Dios nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesús, para alabanza de la Gloria de su Gracia, conforme a la Esperanza que tenemos en Cristo, según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su eterna y santa voluntad (Ef 1,11-12). Amén.

¡Viva la Virgen del Valle!

Mons. Luis Urbanc, obispo de Catamarca