Viernes 22 de noviembre de 2024

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Vocación y misión de un pastor riojano

Homilía de monseñor Dante Braida, obispo de La Rioja, en el primer aniversario fallecimiento monseñor Fabriciano Sigampa (Iglesia catedral y santuario San Nicolás de Bari, La Rioja. 31 de marzo de 2022)

Textos bíblicos: Ex 32, 7-14; Jn 5, 31-47

Queridos hermanos y hermanas presente aquí en la Iglesia Catedral de La Rioja, queridos hermanos y hermanas que nos siguen a través del Canal y las redes sociales:

1. Hace un año nos sorprendía la partida de nuestro hermano y padre Mons. Fabriciano Sigampa. Fue aquí, en esta misma casa, minutos antes de iniciar la misa crismal, en plena la Semana Santa.

Hoy, aún con el dolor de su partida, queremos recordarlo con un corazón agradecido por su vida y su ministerio como sacerdote y obispo. Para esto nos dejamos iluminar por la palabra de Dios:

En la primera lectura, Moisés intercede ante Dios por el pueblo que lo había rechazado construyéndose un ternero de oro. Moisés con su intercesión aplaca la ira de Dios pero al mismo tiempo advertirá al pueblo de su error. En nuestras vidas de creyentes buscar y hacer la voluntad de Dios es una tarea cotidiana, al mismo tiempo que rechazar todo proyecto que se opone a él es parte de nuestro camino de fe. La vida se vive plenamente cuando escuchamos y seguimos el plan de Dios de modo personal y como pueblo.

El Evangelio nos presenta a Jesús que, con toda claridad, manifiesta que lo que lo mueve a hacer lo que hace es la relación que tiene con su Padre. Las obras que realiza son las que le dice el Padre, entre ellas haber sanado un enfermo que hacía treinta y ocho años no podía caminar (Jn 5,5ss) o comer con pecadores buscando su conversión, o enseñar a una multitud que estaba desorientada, etc. Su misión es manifestar el amor misericordioso de su Padre Dios para con todos, especialmente para con los pobres y pecadores, al mismo tiempo es ayudar a comprender que el mero cumplimiento de leyes no manifiestan la voluntad de Dios. Por eso, queridos hermanos, no nos cansemos de contemplar diariamente cada página del evangelio y en ella la vida y obras de Jesús, de ese modo vamos comprendiendo profundamente el amor de Dios, cuánto él nos quiere y quiere a cada ser humano. No solo lo comprendemos sino que él nos va haciendo dóciles y capaces para que también nuestras obras expresen ese amor.

2. Todo pastor en la Iglesia está llamado ser testigo del Jesús Buen Pastor que encontramos en el evangelio. Su misión también es buscar, y ayudar a su pueblo a buscar la voluntad de Dios, considerando el estado de vida de cada persona. La relación cercana y estrecha con Dios siempre nos revela nuestra verdadera identidad y la vocación para la que Él nos ha creado. Por eso la misión del Pastor tiene que ver también con servir al pueblo para que cada uno de sus miembros se encuentre con Dios y viva desde la fe en Él y desarrolle su misión desde allí.

Hoy recordamos a Mons. Sigampa en primer lugar por haber sido un hombre de fe, él ha creído en este Dios que se nos ha revelado a través de Jesús de Nazaret. Vivió como creyente en su etapa de vida laical como hijo de una familia, como estudiante y como maestro de escuela. En esa circunstancia escuchó el llamado a ser sacerdote con el acompañamiento de Mons. Gómez Dávila y, una vez formado en el seminario de Córdoba, pidió a Mons. Angelelli la ordenación diaconal primero y luego la sacerdotal que recibió en 1971.

Habiendo escuchado a Mons. Sigampa y leyendo algunas de sus homilías muchas  veces él habla de las vocaciones laical, religiosa y sacerdotal, que el Concilio Vaticano II y los respectivos sínodos posteriores buscaron describir con precisión. Cuando llega como pastor a Reconquista, mi tierra natal, una de sus líneas pastorales fue trabajar por los jóvenes y las vocaciones, en sintonía con las prioridades de la Iglesia latinoamericana en Puebla. Sabemos de muchas vocaciones sacerdotales a las que acompañó, también su aprecio por la vida Consagrada y el valor que les daba a los laicos que viven su propia misión en el mundo, en sus tareas y compromisos cotidianos.

En este sentido mi agradecimiento con Monseñor es particular, en primer lugar cuando tenía quince años y pertenecía a un movimiento juvenil el sacerdote asesor nos presentó al Obispo recién llegado, él nos escuchó un rato y luego nos regaló una lámina del rostro de Jesucristo. Unos años más tarde fue él quien me presentó al seminario  y me acompañó durante los cuatro primeros años. Recuerdo que al finalizar el año iba a conversar con él para comentarle lo vivido en ese tiempo. Y escuchaba de él sus consejos. Con él llegué por primera vez a esta tierra riojana en 1992 a participar del Tinkunaco, siendo seminarista.

3. Desde cada Vocación estamos llamados a hacer la voluntad de Dios, a dar testimonio con obras del evangelio de la misericordia cómo lo hizo el mismo Jesús. Las necesidades y dificultades que encontramos en nuestras propias vidas tienen que ser tratadas y sanadas desde allí. Las necesidades y dificultades en la vida en nuestros hermanos también tienen que ser tratadas y sanadas desde gestos de cercanía y obras concretas de solidaridad. Esto vivido en lo cotidiano de cada día y en las responsabilidades que vamos asumiendo.

En este sentido Mons. Fabriciano tuvo un especial interés por acompañar el mundo laical para que cada laico asuma, desde la fe, sus compromisos temporales ya sea como ciudadano o como dirigente social y esto en todos los ámbitos de la vida, en la familia, en el trabajo, en el mundo de las comunicaciones, en la educación, etc. En el tiempo de su pastoreo en Resistencia, Chaco, esta fue una de sus grandes preocupaciones y tareas.

4. El amor a su tierra riojana y a sus raíces manifestó la realidad de una fe vivida desde una cultura particular con sus propias costumbres. Aun estando en otros lugares siempre buscaba participar del Tinkunaco y las fiestas de verano de San Nicolás. Nunca perdió el acento propio de esta tierra ni tampoco el fino humor que siempre lo acompañaba y le ayudaba para entrar en confianza con los interlocutores del momento. Para todo tenía un cuento, un chiste, una comparación con humor.

Es por todos conocida también su veneración por la  Virgen María a quien rezaba asiduamente y, generalmente, mencionaba al final de cada homilía. Quedó grabado en el corazón de este pueblo la visita de la imagen original de la Virgen del Valle en 1995 en el 75° aniversario de la aureolización de San Nicolás.

Por eso hoy vivimos este aniversario con esperanza. Queremos como él vivir plenamente la fe que hemos recibido y al mismo tiempo mirar hacia adelante con esa confianza de saber que no estamos solos. Que caminamos con un Dios que siempre está dispuesto a ayudarnos y que, a la vez cuenta con nosotros para que, con obras concretas, demos testimonio de su amor y misericordia ayudando a todo aquel que lo necesita.

Que el recuerdo agradecido de Mons. Fabriciano Sigampa, la intercesión de los beatos mártires Carlos, Gabriel, Enrique y Wenceslao –con quienes compartió la vida y la fe en esta tierra bendita- y la protección de nuestra Madre del Valle nos animen a seguir con alegría y fidelidad los caminos de Vida Plena del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Así sea.

Mons. Dante Braida, obispo de La Rioja