Sábado 7 de septiembre de 2024

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Virgen de Luján Malvinera. Aperura del Sínodo. Bendición de Banderas

Homilía de monseñor Santiago Olivera, obispo castrense en la misa de acción de gracias por la Virgen de Luján Malvinera, la aperura del Sínodoy Bendición de las Banderas provinciales (Catedral castrense, 30 de octubre de 2021)

Queridos hermanos todos,
Miembros de nuestra gran familia Castrense:

Hoy nos convocan tres grandes acontecimientos que en verdad nos llena de alegría. Y los tres de mucha importancia, que enumerarlos no da por supuesto la importancia de uno sobre otro. Los tres tienen para nosotros una especial y gran significación.

Hacemos memoria agradecida por la presencia de una sencilla imagen de María, que acompaño a nuestros soldados en la triste guerra de Malvinas. Dos años pasaron de aquel histórico momento en que junto a mi hermano Obispo Castrense de Gran Bretaña, monseñor Paul Mason, el papa Francisco era testigo de las mutuas entregas de dos imágenes de María de Luján, la que le entréganos nosotros para su catedral y la que Monseñor nos devolvía con generosidad, que la llamamos la Virgen de Luján Malvinera, que a la vez es misionera. El Capellán británico de las Islas pidió al sacerdote encargado de Malvinas, luego del conflicto, si podía llevar la imagen a la Catedral Castrense de Inglaterra para rezar por los caídos argentinos e ingleses. 37 años permaneció allí. Por iniciativa, constancia y perseverancia, nuestros amigos de la Fe del Centurión hicieron posible su vuelta a casa.

Me conmueve imaginar que muchos la han visto en esos difíciles tiempos y han podido experimentar que ella estaba “como hemos escuchado en el Evangelio según San Juan, al pie de la Cruz de sus hijos” estaba con ellos. Esta imagen peregrinó y lo seguirá haciendo Dios mediante por nuestro país, como signo de presencia y gratitud para con nuestros héroes, veteranos de guerra y por los familiares de los caídos en defensa de nuestra patria. La vida de la vocación militar y en ese entonces los soldados llamados a servir estuvieron dispuestos a entregar su vida, sin límite. A esta vocación miliar es que nosotros como Iglesia Diocesana también servimos y lo queremos hacer como ellos, sin límite. Me permito sumar al agradecimiento por la presencia de quien fuera Capellán allí en las Islas, el Padre Vicente que, desde el Sur, quiso estar como estuvo hace dos años en Roma con nosotros dando gracias.

El Obispado Castrense de la Argentina, habla de presencia a lo largo y ancho del país. Nuestros hombres y mujeres de las Fuerzas tanto Armadas, Ejército, Armada y Fuerza Aérea, como las Fuerzas Federales de Seguridad, Gendarmería, Prefectura y la Policía de Seguridad Aeroportuaria, están desplegados en toda la extensión geográfica de nuestra Patria, por tanto, como gesto, quisimos que las banderas de nuestras Provincias y de la Ciudad Autónoma estuvieran representadas en esta Iglesia Catedral. Ellas nos recordaran siempre la disponibilidad de “ir a servir” a cualquier lugar de nuestra Patria o dónde ella y la Iglesia nos lo requiera. Muchas de estas banderas fueron enviadas desde la mismas Gobernaciones que agradecemos sinceramente como gesto de fraternidad y de conciencia de país federal.

Hoy también, en esta Iglesia Catedral Castrense, “Stella Maris” iniciamos de un modo sencillo y solemne el Camino Sinodal Diocesano.

El Sínodo, es caminar juntos, este camino querrá ser, aún en nuestra peculiaridad de ser una Diócesis Personal, un espacio de escucha. Institucionalizamos este tiempo para escuchar a nuestros Capellanes y fieles para pensar juntos en estos tiempos difíciles y nuevos, ¿cómo Anunciar el Evangelio hoy? ¿Qué necesita el pueblo que se nos ha confiado? ¿Desde donde nos situamos para servir a los que nos sirven? ¿Qué esperan nuestros fieles de nosotros Pastores? ¿Qué esperamos de nuestros fieles laicos? ¿Qué modelo de Iglesia para estos tiempos nuevos? La asistencia espiritual de nuestros fieles que en su horizonte está “entregar la vida” necesita de Pastores también entregados y presentes. Sabemos que el hacer del Capellán y por tanto también del Obispo es “estar”, nuestra presencia no es algo exigido solamente por nuestro oficio, es algo exigido por la naturaleza de nuestro apostolado. Dios está con nosotros. Jesús Camina, sin duda en medio nuestro y con nosotros. María estuvo, María está al pie de nuestros dolores y cruces. Ella Acompaña, sostiene, consuela. Muchas preguntas podremos y debemos hacernos, mucho, debemos escucharnos, ¿para qué? Para tener el oído en nuestro Pueblo, para intuir en ellos la presencia del Evangelio, para servirlos mejor. Para fortalecer lo que estamos haciendo según el querer de Dios, para corregir o cambiar rumbos que no son los que Dios quiere para nuestro Hoy. Para vivir como laicos nuestra dimensión de testigos valientes del Evangelio de Jesús. Para acompañar a los más pobres, a los que más sufren, a los hermanos nuestros que están detenidos, para acompañar y lucha por una verdadera y sanante justicia.

Comenzamos, como decía solemne y sencillamente este tiempo de Gracia.

Su Santidad Francisco, nos ha convocado a todos, a la Iglesia de América Latina y a nuestra Iglesia en Argentina. Al respecto, el Santo Padre nos dice, el Sínodo debe ser, “un dinamismo de escucha mutua, llevado a cabo en todos los niveles de la Iglesia, implicando a todo el Pueblo de Dios”. Esto nos proponemos hacer desde nuestra Diócesis.

Este tiempo no buscará solo recoger opiniones, no. No se trata de una encuesta, sino de escuchar al Espíritu Santo, tal como encontramos en el libro del Apocalipsis: “Quien tenga oídos que escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias” (2:7).

Debemos entonces, agudizar nuestros oídos: “escuchar, es el primer compromiso”. Se trata de escuchar la voz de Dios, de captar su presencia, de interceptar su paso y su aliento de vida. Por tanto, este comienzo o apertura es también una renovada valorización de la oración, personal y comunitaria. Porque queremos escuchar profundo deberemos acallar voces que nos distraen y debemos dejarnos moldear por lo que el Señor quiere invitarnos a recorrer.

Es este un día histórico al que le damos sinceras gracias a Dios. Nos ponemos en camino. Nos proponemos con verdadera mirada de fe transitar estos tiempos y estos desafíos. Que María, nuestra Madre, con las distintas Advocaciones que nuestra Diócesis tiene, en sus Títulos de Luján y Stella Maris, Nuestra Señora de la Merced, Nuestra Señora de Loreto y Nuestra Señora del Buen Viaje nos acompañe y nos agudice el oído para hacer como ella lo hizo junto a su Esposo San José, lo “que Jesús dijo”, esto es lo que Jesús dice.

Mons. Santiago Olivera, obispo castrense