Viernes 19 de abril de 2024

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Apertura Congreso Laudato-Si'

Exposición de monseñor Oscar Vicente Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina en la apertura del Congreso Interuniversitario Laudato Si' (1 de septiembre de 2021)

Nos parece muy prometedora la realización de este evento que pone en dialogo y sinergia al mundo universitario y a la Iglesia a través de tres instituciones como son el CIN, el CRUP y la CEA, buscando juntos profundizar y asumir el mensaje del Papa Francisco en la Encíclica Laudato Si.

Agradecemos especialmente la presencia del Ministro de Educación, Nicolás Trotta, de Rodolfo De Vincenzi, Presidente del CRUP y Rodolfo Tecchi, Presidente del CIN.

Este camino se inició formalmente en septiembre del 2019 y el hecho de que Universidades públicas y privadas se hayan dado cita abriendo espacios de reflexión y problematización en dialogo con otras instancias de la sociedad es realmente destacable.

Para la pastoral universitaria que preside Mons. Gustavo Zurbriggen ha sido una verdadera experiencia de aprendizaje al servicio de la fe y del encuentro fraterno.

La Encíclica Laudato Si está inspirada en la figura de San Francisco de Asís, ya que comienza con el Cantico de las Creaturas que es la primera obra escrita en lengua romance- italiana. San Francisco representa simbólicamente al ser humano que vive en profunda armonía con la naturaleza, consigo mismo, con los hermanos y con Dios.

¿De dónde le viene a San Francisco esta fraternidad universal? ¿Cuál es su origen?

Hijo de un rico comerciante vivió una profunda conversión renunciando a todos sus bienes y a la herencia de su padre. Es justamente el abrazar la pobreza lo que le da una extraordinaria libertad que le permite un vínculo privilegiado, fraterno e igualitario con las demás creaturas. La tradición lo llamó el nuevo Cristo en la tierra por el modo en que reflejaba la frescura del Evangelio.

El aporte de la revelación bíblica nos enseña que es fundamental pensar al hombre y a la mujer en relación. El ser humano es un ser relacional. La vida subsiste donde hay vínculo. Es la categoría de relación la que define nuestra identidad que se va conformando en el encuentro con los rostros de los demás. Nada más alejado de una concepción individualista. En la concepción cristiana la persona humana es creada a imagen de un Dios que es amor que por tanto cuida, protege, custodia, preserva, respeta lo que ha creado.

Pero Dios no actúa como un déspota que somete y maltrata a sus creaturas. Dice el Libro de la Sabiduría 11, 24-26 “Tu amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho porque si hubieras odiado algo no lo habrías creado… Tu eres indulgente con todo ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida”

Vemos claramente que en estos últimos tiempos se ha deteriorado el vínculo armónico entre la humanidad, la naturaleza y el espacio para la fraternidad. Se ha acentuado una suerte de confianza irracional en el progreso y ha avanzado un profundo subjetivismo que coloca al ser humano frente a la naturaleza como si fueran diferentes y ajenos. Ella se ha convertido en un marco de la vida humana, en un objeto de dominio del cual se puede extraer y succionar todo lo que se quiera, sin límites.

La humanidad parece hacer oídos sordos al cansancio de la tierra a través del enorme perjuicio que crean los agrotoxicos, no parece importar que el agua se contamine a través de una extracctivismo ilimitado que provoca enfermedades, muerte de peces, migraciones forzadas de hermanos y hermanas que por generaciones han vivido a la vera de los mares y de los ríos. Parece no importarnos que suban las emisiones de gas provocando el efecto invernadero con graves consecuencias en el cambio climático, la desertificación por la tala indiscriminada de árboles que nos quitan el frescor y la sombra a los seres humanos. Tampoco parece importar la perdida de la biodiversidad a través del exterminio de las especies que ayudan al equilibrio de los ecosistemas.

Como ha dicho el Papa Francisco en su video mensaje que inaugura este congreso, la Encíclica Laudato Si no es una Encíclica verde sino una Encíclica Social, ya que todo planteo ecológico autentico se convierte siempre en un planteo social. Existe una profunda raíz humana en la crisis ecológica. La crisis está en el corazón del hombre mismo. El maltrato de la tierra se traduce al mismo tiempo en profundas brechas que se han ido creando en nuestra sociedad entre ricos y pobres.

Lo que ha aumentado particularmente en América Latina no es solo la pobreza sino la inequidad por eso la Encíclica propone un cambio de paradigma, esto es pasar del paradigma tecnocrático al paradigma del cuidado. Este cuidado por el ambiente natural y por todos los seres humanos supone el desafío de un enorme cambio cultural, que toque y transforme los estilos de vida y los hábitos de consumo.

La conciencia ecológica es justamente esto, conciencia, no es ideología, es saber que la humanidad se está enfermando junto con la casa común, que vivimos dentro de la naturaleza, pero también contrarios a ella, nos hemos vuelto ciegos ante su belleza, y al mismo tiempo vivimos en un mundo en el que la pobreza más desgarradora convive con la riqueza más inconcebible, nos ha ido ganando el pensamiento abusador de que la tierra está para saquearla y que los demás existen para satisfacer nuestras necesidades.

Seguramente este Congreso nos dará muchísima luz a partir de las reflexiones que provoca Laudato Si para plantearnos decididamente una verdadera pedagogía del cuidado que nos ayude a abrirnos a la realidad, ya que la miopía existencial nos hace elegir selectivamente lo que vemos.

De este modo podremos encaminarnos decididamente a cumplir con los objetivos de desarrollo sustentable fijados por las Naciones Unidas ya que como dice Francisco en la Encíclica (Laudato Si 13): “el desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral”

Este cambio y esta nueva dirección necesitan motivaciones y un camino educativo del que la Universidad es un particular protagonista.

La Iglesia como parte de la sociedad desea profundizar junto a todos y todas el trabajo para tomar esta agenda como parte del cuidado integral de nuestra hermana madre tierra.

Muchas gracias

Mons. Oscar Vicente Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina