Viernes 19 de abril de 2024

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Bachi camina con nosotros

Homilía de monseñor Eduardo García, obispo de San Justo en la misa por el primer aniversario de la muerte del P. Bachi (29 de agosto de 2021)

Hace más de un año nos sorprendía la Pandemia como un azote sobre el mundo, nuestra Patria y nuestras comunidades. El virus se metió en la vida de todos los días con sus efectos de miedo, angustia, incertidumbre; sin embargo, esta comunidad con el Padre Bachi a la cabeza, como tantas otras de nuestra diócesis, le dio pelea, le puso el cuerpo no dejando que la otra “pandemia”, la de la indiferencia y del sálvese quien pueda, nos infectara.

Hoy, hace justo un año, después de un largo vía crucis de dos meses en soledad, Bachi se abrazó con el Padre. A pesar de la fe y esperanza que todos tenemos, el dolor se hizo carne en el corazón de muchos: los que habían compartido con él la vida de este barrio, los que compartíamos la vocación, los que lo conocían de oídas y lo admiraban, los que habían pasado por su vida y experimentado el abrazo bueno del Padre y también de la iglesia que maternalmente recibe a todos sin pedir credencial de buena conducta ni diploma de fe probada.

Todos empezamos un caminar desconocido y, así como en la pandemia el dolor nos puede jugar una mala pasada, también el dolor por el golpe de su muerte nos pudo hacer entrar en esa pandemia espiritual de no mirar más allá de nuestro propio dolor pretendiendo hacernos dueños del sufrimiento creyendo equivocadamente que somos los únicos que sufren.

Sentirnos guachos, nos mueve el piso, las cosas no son iguales, buscamos aferrarnos a los recuerdos para aprisionar esa vida que se nos escapó de repente. Sin embargo, el simple recuerdo doloroso puede ser la trampa que le pone candado a la vida dejándonos en un pasado nostalgioso que ya no está, que ya no vuelve.

Vivimos un año de duelo, que no es un velorio eterno; duelo como un camino de aprendizaje para seguir viviendo a pesar de la pérdida. Porque inexorablemente la vida sigue su camino y no podemos atarla ni amarrarla porque la destruiremos, como no podemos atar ni amarrar sin destruir a aquellos que ya no están sin destruirlos… Como se dice en el campo…hay un alma en pena porque no se ha podido soltar…y el camino del duelo es aprender a soltar…soltar a Bachi y dejarle al tiempo y a las lágrimas que hagan su trabajo purificador; y que el recuerdo se haga memoria.

El simple recuerdo divide…porque es como la herencia del banco… cada uno quiere llevarse la mejor parte… La memoria, como no se contabiliza ni tiene dueño, es de todos, nos une. La memoria nos despierta y arranca del pasado para recrear y reconstruir el presente desde lo sembrado.

La memoria comunitaria es esa raíz que se hunde en el pasado, alimenta el presente empujándonos hacia un futuro con sentido.

La memoria nos desata del pasado y nos moviliza hacia el futuro…

Sólo la memoria comunitaria es la que nos da identidad. Mientras somos comunidad, somos memoria. Sin comunidad no hay memoria, y sin memoria no hay comunidad.

El recuerdo nos dice Bachi era…, Bachi me dijo… la memoria nos grita: Bachi camina con nosotros….

Vi en los globos: Bachi vuelve… Desde el año pasado como una letanía que desafía al olvido decimos: Bachi camina con nosotros.

Es cierto; Bachi vuelve y camina con nosotros no como un fantasma o una aparición para unos pocos privilegiados.

Bachi vuelve y camina con nosotros cuando aquello que hizo que fuera tan importante para todos y cada uno, deja de ser recuerdo personal y se transforma en memoria colectiva y comunitaria de trabajo, de lucha, codo a codo, por una vida más digna para todos sin excepción. Como lo hizo él.

Bachi vuelve y camina con nosotros cuando sus gestos, su legado se hacen carne en la vida de una comunidad que se pone su poncho generoso de hombre de Dios y delicadamente va haciendo sus mismos gestos.

Bachi vuelve y camina con nosotros cuando su casa grande de Palito es casa de todos, y cada uno encuentra un lugar para seguir esperando.

Bachi vuelve y camina con nosotros cuando, como él, buscamos lo mejor de cada uno y desde ahí hacemos camino de unidad a pesar de todo y de todos.

Bachi vuelve y camina con nosotros, cuando desde un alma fuerte y grande como la suya nos animamos compartir y dar hasta que duela.

Bachi vuelve y camina con nosotros cuando el abrazo es ley, abrazo que no retiene, sino que confirma en la vida y la empuja hacia una vida más grande.

Bachi vuelve y camina con nosotros cuando buscamos, desde la propia herida: sanar y no herir, unir y no dividir, perdonar una y otra vez a pesar de las agachadas y las debilidades.

Bachi no es un recuerdo, no es leyenda, es memoria viva del paso de Dios en sus pisadas por este suelo. No es nuestro; es de Dios y de la Iglesia y de todos aquellos que al escuchar la palabra “hijo” – como él lo decía- experimentamos al Dios bueno que, como un acto reflejo nos lleva a escuchar esa otra palabra muy suya: “hermanito”; para que hermanados vivamos, caminemos y podamos gritar con certeza: Bachi vuelve y camina con nosotros.

Mons. Eduardo García, obispo de San Justo