"Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed" (Jn 6,35)
Jn 6, 24-35
1. Queridos hermanos y hermanas:
En medio de muchas restricciones y con las asechanzas de la pandemia estamos reunidos para rendir un merecido homenaje a nuestro querido Monseñor Angelelli a 45 años de su martirio en este mismo lugar.
Su gran fe en Jesucristo lo llevo a amar entrañablemente al pueblo que se le encomendó pastorear. Amarlo buscando todos los medios para que pueda crecer y desarrollarse de un modo integral.
Su gran fe en Jesucristo lo llevó a valorar a este querido pueblo riojano conociendo y estimando su alma noble y solidaria. Su alma cristiana.
Su gran fe en Jesucristo lo llevó a entregar su vida como Él lo hizo en la Cruz. A entregar su vida con la esperanza de eternidad que brotaba de ese Evangelio que creyó y tanto predicó para llevar al pueblo a ampliar su horizonte de vida y desear profundamente esa Vida Eterna que Jesús no prometió y a la cual vino a guiarnos… porque nuestro destino final es ese: vivir para siempre en la plenitud del Cielo.
2. El Evangelio de hoy nos muestra ese camino. Nos presenta a Jesús que se encuentra y dialoga con la gente que había participado de la multiplicación de los panes y lo siguieron a la otra orilla. Recordamos que Jesús había huido de ellos cuando querían hacerlo
En ese encuentro y ese diálogo inicia con un cuestionamiento de Jesús. Les cuestiona la motivación por la cual lo buscan: no por haber visto un signo sino porque "comieron de los panes y se saciaron"; o sea, porque solucionaron el problema de la alimentación diaria. Han dado más valor al pan que al que les dio ese pan.
Buscan más bien ventajas materiales y pasajeras que respuesta más profundas. No han interpretado bien el signo ni han podido ir más allá del mismo. Comieron, se saciaron y punto. Entonces les hace una propuesta: trabajen no por alimento perecedero sino por el que permanece hasta la vida eterna.
Ahora "ellos" le preguntan: “¿Qué debemos hacer para obrar las obras Dios?”… La respuesta de Jesús: "la obra de Dios es que ustedes crean en Aquel que él ha enviado" (6,29). Jesús pide fe, confianza en Él…
Y cuando le piden otro signo y más obras El les dirá que ‘el Padre es el que da, (y les está dando ahora mismo); lo que es el verdadero pan del cielo. Por tanto, el alimento de la multiplicación de los panes es sólo imagen-signo del verdadero pan de Dios que desciende del cielo y da Vida al mundo.
Ellos irán despertando poco a poco el DESEO de ese pan de Dios y le piden que se los dé siempre… Jesús, entonces, le revelará su identidad relacionada con el pan: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed" (Jn 6,35).
Nos dice el Papa Francisco: “Estas palabras están dirigidas, hoy, también a nosotros: la obra de Dios no consiste tanto en el «hacer» cosas, sino en el «creer» en Aquel que Él ha mandado… Si nos dejamos implicar en esta relación de amor y de confianza con Jesús, seremos capaces de realizar buenas obras que perfumen a Evangelio, por el bien y las necesidades de los hermanos… (Angelus del 5 de agosto de 2015)
3. El beato Enrique creyó profundamente en Jesús, el Pan vivo bajado del Cielo. Por eso se interesó por las necesidades vitales de las personas: la del trabajo, desde su labor con la JOC en Córdoba hasta el fomento de la actividad cooperativista aquí; del alimento; de la vivienda; de la educación, etc. A su vez, invitaba a todos a trabajar y a ocuparse de cubrir las necesidades del
Animando la colecta MAS POR MENOS, advertía que en nuestra Patria hay muchos POBRES Y NECESITADOS y “es necesario que todos volquemos nuestros esfuerzos, nuestras posibilidades económicas y sobre todo nuestro amor operante para que salgamos urgentemente a buscar soluciones que a grito reclaman. Es una exigencia como conciudadanos y como cristianos que abramos el corazón y concretemos los medios materiales que hacen falta para que las generaciones futuras no nos señalen con el dedo como insensibles, egoístas e infieles al Evangelio de Cristo que confesamos creer y hacerlo vida.” (Homilía del 18 de agosto de 1974)
Cuando en nuestra primera línea de Pastoral para los tiempos actuales proponemos ALENTAR UNA IGLESIA EN SALIDA tiene que ver con esto también, con hacernos cargo de las necesidades visibles e invisibles de nuestros hermanos. De aquellas que se perciben a simple vista y aquellas que solo se captan cuando generamos un vínculo cercano y estrecho. Las necesidades del corazón que muchas veces se padecen con dolor en el silencio y en soledad.
4. Para ser parte de una Iglesia en salida hace falta dejar atrás el hombre viejo del que nos hablaba san Pablo, el que se va corrompiendo por dejarse llevar por las malas inclinaciones, para dar lugar al hombre nuevo, creado a imagen de Dios y que crece a siguiendo a Jesús. Es el que crece unido a Dios y unido como pueblo: fraternalmente y
“El pueblo de La Rioja es capaz, en los momentos difíciles en que vivimos, de ser lúcido, sereno, humilde y digno de afrontar las soluciones a sus problemas, ello es debido a que permanentemente alimenta su vida con el Evangelio de Cristo y nutre su vida con la gracia de los sacramentos. El pueblo riojano vive y manifiesta su espíritu solidario, dignidad como pueblo, sencillez de corazón y esfuerzo constante por realizar su encuentro como pueblo, ello es debido también a su fe cristiana que la lleva enraizada en su alma. Por eso esta misión irrenunciable y fundamental de la Iglesia de ser Evangelizadora y santificadora de los hombres no la puede renunciar jamás, porque para eso fue enviada por Cristo y porque en el Evangelio que anuncia logrará concretar la fraternidad, la justicia y la paz.” (Homilía del 18 de agosto de 1974)
En la segunda Línea Pastoral nos proponemos CAMINAR EN FRATERNIDAD, o sea, afianzar el compromiso de ser una Iglesia sinodal. Fortalecer los vínculos eclesiales y propiciar vínculos en redes con toda institución social que busca el bien común.
5. Pero a la vez, nuestro beato Obispo, se interesó por alimentar la fe en Jesús, para que el Pueblo de curso a sus deseo más profundos de vida
Cuando los problemas sociales se multiplicaban en el año final de su existencia entre nosotros pedía a todos acrecentar la confianza en Dios poniendo a toda la diócesis en ‘estado de oración’ desde las fiesta de invierno de San Nicolás del 76 a las festividades de verano pidiendo especialmente por la PATRIA y por la FAMILIA. Decía: “creemos firmemente en la fuerza de la ORACIÓN de todo en pueblo ante tantos problemas que vivimos los Argentinos y las Familias Riojanas y las de todo el país. Les pido que estén muy unidos a sus párrocos y sacerdotes… escuchen sus enseñanzas para comprender mejor la PALABRA DE DIOS. Prepárense bien para la celebración de los sacramentos. Participen de la Santa Misa. No dejen de reconciliarse por el sacramento de la Penitencia y acérquense a recibir a Cristo en la Eucaristía. Descubran cada vez más a Cristo en la vida de Ustedes. Recen en familia. Recen el Padrenuestro tomados de las manos. Recen el Rosario a la Virgen María, nuestra madre. Ella no abandona jamás a sus hijos. A la Virgen le hemos consagrado la Diócesis. Y no dejen de saludarme a los enfermos, a los ancianos, a las familias, a los jóvenes y a los chicos…” (Carta a las comunidades 18/07/1976)
Hoy, en nuestro tiempo, también marcado muchos desafíos necesitamos recomenzar desde Dios, abrir nuestra mente y corazón para que en su Presencia podamos discernir el tiempo presente según Él y obrar en consecuencia. Por eso la tercera en Línea Pastoral nos proponemos FORTALECER LA VIDA DE ORACIÓN, profundizar en la relación con Dios a través de una vida perseverante en la oración.
6. Las líneas pastorales son un camino para dar Vida… ¡Y para dar la vida en el HOY de nuestra historia! Iluminados por el testimonio de nuestros mártires pidamos a Dios la gracia de entregar nuestras vidas para vivir el Evangelio en este tiempo.
Qué bueno es Dios al darnos, en el beato Enrique y sus compañeros mártires, ejemplos tan claros de vida orantes, fraternas y misioneras. De vidas que fueron PAN, signos claros de Aquel que los habitaba y conducía interiormente.
Damos gracias y pedimos la gracia de seguir esa senda, con alegría y fidelidad. Así sea.
Mons. Dante Braida, obispo de La Rioja