En la Biblia hay una oración, el salmo 94, que dice: “vengan, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía”.
Me gustaría rezar con ustedes esta oración... en la plaza de Villa de Soto, tierra de comechingones, en el atrio de este santuario, lugar al que llega la multitud peregrina devota de San Roque.
Este lugar era visitado también por el Cura Brochero cuando se encontraba con el párroco y con aquel hombre de mala fama, del cual se hizo amigo y después lo llevó a ejercicios espirituales. Dicen los testigos que luego llevó a su mujer a hacer ejercicios, que los casó, y llegaron a ser ejemplares cristianos.
Dice el salmo: "Él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía".
Gabriel ha sido elegido en medio de su pueblo para servir al pueblo santo de Dios, como Brochero. No ha sido elegido para estar arriba o fuera del pueblo de Dios. A veces irá delante, otras veces en medio y otras, atrás, como repite el Papa Francisco.
Celebramos hoy, llenos de agradecimiento la ordenación sacerdotal de un hijo de esta ciudad. En esta ocasión el candidato por imposición de las manos de su obispo y la oración de consagración, llega a ser un hombre nuevo; sellado con el sacramento del orden para llevar la "forma de vida de los apóstoles", (esto define la espiritualidad de un sacerdote diocesano) sirviendo a Cristo y como Cristo a la gente.
Enseñaba el papa Benedicto XVI: "antes que nada, el sacerdote es servidor y tiene que esforzarse continuamente en ser signo que… se refiere a Cristo".
El sacerdote ha de ser un signo sacramental de Cristo Pastor y Siervo. Pastor que sirve y Siervo que pastorea, entregando la vida. Pastor y servidor, en esta época, ahora que cambian los tiempos; en una iglesia más sinodal y más atenta a su necesaria purificación.
"Somos su pueblo, el rebaño que él guía". Porque es Dios quien guía el ministerio de los pastores ha de ser vivido en comunión con el obispo, con los otros sacerdotes y con los fieles laicos, con la gente.
La comunión es en la fe, en el bautismo y en el Dios Padre de todos. Unidad en lo esencial, libertad en lo accidental y en todo la caridad; como enseñaba aquel obispo-pastor que se llamaba San Agustín.
Los sacerdotes han de estar en comunión con el obispo y el obispo con los sacerdotes, no es una cuestión de democracia, es cuestión de paternidad y filiación.
Han de disfrutar de los dones de los demás sacerdotes. Han de decir no a la competencia, y sí a la colaboración entre ellos. No es cuestión de corporación, es cuestión de fraternidad.
Como explicaba el papa Francisco: "el profundo sentimiento de comunión sólo llega cuando, personalmente, me doy cuenta del 'nosotros' que soy, he sido y seré".
Para todo esto hemos de aprender a estar evangélicamente solos, como Jesús que pasaba largas noches solo en intimidad con Dios Padre. Así seremos capaces de ofrecer amor gratuito. Sin soledad, los otros se convierten en sustituto del vacío, y nos quedamos sin posibilidad de dar amor gratuito a todos, sin buscar aplausos, recompensas y ventajas.
Gabriel, postrate en tierra, bendiciendo al Señor. Postrémonos todos bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Mons. Hugo Ricardo Araya, obispo de la Diócesis de Cruz del Eje