Hemos seguido al Papa Francisco en su reflexión sobre la parábola del Buen samaritano en el capítulo 2 de la Encíclica «Fratelli tutti» sobre la fraternidad y la amistad social. El Papa Francisco nos dice: «Luego la parábola nos hace poner la mirada claramente en los que pasan de largo. Esta peligrosa indiferencia de no detenerse, inocente o no, producto del desprecio o de una triste distracción, hace de los personajes del sacerdote y del levita un no menos triste reflejo de esa distancia cercenadora que se pone frente a la realidad. Hay muchas maneras de pasar de largo que se complementan: una es ensimismarse, desentenderse de los demás, ser indiferentes…» (FT 73)
Quiero subrayar un texto de esta reflexión de la parábola del buen Samaritano que es clave para introducirla en nuestro examen de conciencia cuaresmal que nos ayudará a revisar nuestra espiritualidad y nuestro discipulado cristiano: «En los que pasan de largo hay un detalle que no podemos ignorar; eran personas religiosas. Es más, se dedicaban a dar culto a Dios: un sacerdote y un levita. Esto es un fuerte llamado de atención, indica que el hecho de creer en Dios y de adorarlo no garantiza vivir como a Dios le agrada. Una persona de fe puede no ser fiel a todo lo que esa misma fe le reclama, y sin embargo puede sentirse cerca de Dios y creerse con más dignidad que los demás. Pero hay maneras de vivir la fe que facilitan la apertura del corazón a los hermanos, y esa será la garantía de una auténtica apertura a Dios. San Juan Crisóstomo llegó a expresar con mucha claridad este desafío que se plantea a los cristianos: “¿Desean honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecien cuando lo contemplen desnudo […], ni lo honren aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonan en su frío y desnudez”. La paradoja es que a veces, quienes dicen no creer, pueden vivir la voluntad de Dios mejor que los creyentes.» (FT 74)
Para hacer una revisión cuaresmal de nuestra condición de cristianos tendremos que considerar tanto la dimensión personal, como la social y eclesial. Lamentablemente en nuestro tiempo el materialismo o el secularismo hacen que en nuestro estilo de vida vaya ganando espacio el virus de la indiferencia y el individualismo. La Pascua que es cambio, que es morir para vivir, nos puede ayudar a volver a Dios y a los hermanos. Si realmente queremos cambiar las actitudes que dañan el llamado al amor, debemos ser concretos. El solo deseo de cambiar no es suficiente. El cambio pascual es ahora y no después.
Finalmente quiero que consideremos brevemente algunos aspectos propios de nuestra realidad misionera en relación a que los otros son mis hermanos. Hay muchos gestos concretos de cristianos que son signos proféticos de esperanza. En las comunidades se multiplican acciones solidarias ligadas al bien común.
Como cada año realizaremos la colecta cuaresmal que llamamos «del 1%». Proponemos compartir con nuestros hermanos más necesitados por lo menos el 1% del total de nuestros ingresos. Es un gesto que nos implica acercarnos a la imagen del Samaritano que, al pasar junto a su hermano necesitado, «lo vio y se conmovió, se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo». (cfr. Lc 10,33-34). La colecta se realizará el próximo fin de semana del 13 y 14 de marzo. Este año, el texto bíblico que nos acompaña es sugerente respecto al destino de los fondos recaudados: «Estuve sin techo y ustedes me ayudaron» (Mt 25,35). Esta ofrenda estará destinada especialmente a aquellos hermanos necesitados a quienes se ayudará a mejorar las viviendas, los techos, las letrinas. Obviamente con esto no solucionaremos el problema de la vivienda de tantos hermanos, pero como diócesis realizamos un gesto concreto de caridad y justicia.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas