La gente del lugar afirmaba mucho antes de su canonización: “hace ratos que Brochero estará en el cielo”
Los testigos cuentan que después de su muerte hubo un inexplicable silencio respecto a su fama; pero después casi repentinamente surgió y siguió una corriente de veneración y entusiasmo por su persona y su obra que llega a todas partes, también a los jóvenes …
Este año hemos querido celebrar el 4 aniversario de la canonización del Cura Brochero pidiendo por los jóvenes de la Diócesis, de Córdoba, de Argentina y del mundo entero; porque en el corazón de Brochero entran todos. Pedir a Brochero por los jóvenes, por sus “changos y chinitas''.
Brochero armó equipos de voluntarios para realizar los trabajos, los ejercicios espirituales, y tanto otra cosa.
En este contexto valoró especialmente la participación de las mujeres, las trató con afecto y respeto, quizás haciéndose cargo de la postergación y maltrato que sufrían. Pensó en un colegio de niñas, un colegio para chinitas; las chicas criollas, morenitas de las sierras. Pensó en un colegio e imaginó con mayor participación de la mujer otro futuro, otro oeste cordobés.
Decía el Cura: “aquí todo el mundo sabe el catecismo y, éste más, aquel menos, todos lo practican y algunos de lo lindo; que aquí no hay chango ni chinita de doce años para arriba, que no sea medio teóloga. Y esto se ha llegado a conseguir sencillamente enseñando el catecismo a los niños y dando ejercicios espirituales a los padres”.
Cuentan que en cierta ocasión fue a ver un enfermo cerca del faldeo de la sierra, acompañado por un vecino, al que despidió porque se quedaba a comer en la casa del enfermo. Estando a la mesa el dueño de casa le pregunta por qué anda solo, y Brochero respondió porque no tengo quien me acompañe. Entonces le dijo: “yo tengo varios muchachos varones, elija Ud. uno de ellos para su compañía. Enseguida Brochero dijo “me voy a llevar para compañía a este ñato” y a los 8 días afirma el testigo y se vino al Tránsito y lo acompañó desde fines de 1901 hasta 1904 en que murió su padre (p 192) y tuvo que regresar a su casa.
Me pregunto cómo será la relación que hoy tienen hoy los jóvenes con el Cura Brochero
Observo con gusto a los jóvenes que vienen, a cualquier hora, y no son solo de los colegios, algunos vienen en bicicleta a saludar al Cura, a hablar, a rezar, se sacan una selfie y se van
Que grande el Cura! que sigue siendo no cosa vieja sino pan del día, cómo dice por ahí doña Jovita.
Hoy vamos a pedir por los jóvenes y con los jóvenes, nos sumaremos a sus necesidades y ojalá el año viene caminos rezando con jóvenes, con los changos y chinitas, con los ñatos que quieren acompañar a Brochero en estos nuevos tiempos de cercanía a los pobres, de cuidados de la casa común, de la oración hecha silencio, música y canto.
Necesitamos chicas y chicos que se enamoren de Dios y acompañen a Brochero entregando su vida por el Evangelio.
Mons.Hugo Ricardo Araya, obispo de Cruz del Eje