Jueves 21 de noviembre de 2024

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Ordenación diaconal de Hernán Acosta

Homilía de monseñor Jorge Vázquez, obispo de Morón en la ordenación diaconal de Hernán Acosta (8 de septiembre de 2020)

Ante todo quiero dar la bienvenida y saludar con mucho afecto a la familia de Hernán: a su mamá Carmen, su papá Aníbal, su hermano Ariel, su cuñada Antonella y a sus sobrinos Azul, Benjamín y Faustina. Saludo también, con especial cariño a los compañeros de Hernán, Lucas y Matías que han venido de la diócesis de Lomas de Zamora.

El contexto de esta celebración está marcado: en primer lugar por la figura de la Virgen, ya que hoy celebramos con toda la Iglesia la fiesta de la Natividad de María. En segundo lugar por la crisis del Covid 19 que abarca toda la humanidad, y, en tercer lugar por la realidad de nuestro primer sínodo diocesano marcha.

La Fiesta de la Natividad de la Virgen María
Todo nacimiento es un motivo de alegría y una apuesta a la esperanza, un nuevo triunfo de la vida. ¡Cuanto más el de María¡ ya que a partir del mismo, y, a la manera de un preludio, se abre en la historia humana el espacio de la anhelada salvación. EL nacimiento de María nos encamina directamente al sí de las promesas, que alcanzarán su cumplimiento en el si de la Anunciación.

El nacimiento de María significa que la historia humana es en definitiva, historia de salvación. Las sombras se disipan y van dejándole paso a la aurora, “se retiran ante la llegada de la luz, y la gracia sustituye a la letra de la ley por la libertad del espíritu” (De las disertaciones de San Andrés de Creta. PG 97, 806-810).

La primera lectura tomada profeta Miqueas nos recuerda que Dios, fiel a su estilo, elige lo pequeño para realizar en la historia humana lo verdaderamente grande, y abrirnos a los horizontes amplios: “y tu, Belén de Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar Israel… Y eso sucederá en el momento en el que dé a luz la que debe ser madre” (Miq. 5, 1-2)

El Evangelio nos habla de los orígenes, de la genealogía del Salvador, a través de una larga lista en la que encontramos luces y sombras, santos y pecadores, buenos y malos. Dios camina con su pueblo haciendo crecer la esperanza. (Cfr. Francisco misa matutina en Sta. Marta 8/9/2015)

Este texto, según Francisco, nos hace ver que Dios salva en el camino, caminando con su pueblo. La genealogía es expresión del camino que hace Dios con los hombres en la historia, y aplicándolo a nuestra realidad actual como Iglesia que ha iniciado un camino sinodal, tenemos que caminar desde nuestras raíces, aceptando con memoria agradecida nuestra propia genealogía. Esto ha de darse, Hernán, también en tu propia vida. No te olvidés de tus raíces, de tu familia, de los lugares por los que pasaste, del Seminario que te formó, de las comunidades donde estuviste, del colegio, del profesorado, etc..

En el caminar crece la esperanza de una nueva aurora para la humanidad y la creación entera, en la espera del Salvador, tal el sentido de la Natividad de María.

La gran crisis actual
Estamos viviendo un momento crucial de la historia humana, que tal vez marque un antes y un después de la misma: la pandemia del COVID19, a la que el papa Francisco comparó con una violenta tempestad capaz de hundirlo todo, y que sin duda puso en evidencia nuestra condición frágil y limitada y visibilizó la gran crisis actual que se viene gestando desde hace mucho tiempo atrás. El camino de salida es la solidaridad, la servicialidad, la unidad y la construcción de fraternidad.

La ordenación diaconal
Nos podemos preguntar qué le quiere decir Dios a la Iglesia de Morón, Hurlingham, Ituzaingó a través de tu ordenación diaconal. ¿Cuál es el significado profundo que tiene? ¿Por qué en estas circunstancias? Sin duda, no podemos ignorarlas, es más, ellas marcan nuestro tiempo, reclaman nuestro compromiso.

Querido Hernán, como Iglesia compartimos con vos este momento en el que tu sí, como el de María, la humilde servidora del Señor, en la Anunciación nos llena de alegría y de esperanza.

Hernán, desde tu fragilidad llena de esperanza hoy te arriesgas. El señor ha querido necesitar hoy, en este tiempo concreto, en medio de esta crisis que lo es también de sentido, ha querido necesitar tu sí. La Iglesia también lo necesita. La gente de nuestro pueblo, los hombres y mujeres que caminan con nosotros necesitan de tu alegría, que proclames la Buena Noticia y que la encarnes. Te entregaré el Evangelio para que lo anuncies con entusiasmo y lo proclames con tu vida. Los jóvenes te necesitan para que les contagies la alegría de Jesús, el gozo del Evangelio, que seas Evangelio vivo. Te necesitan los pobres, los enfermos, los sufrientes. Y sobre todo, te necesita Jesús para que prolongando su servicialidad, te arrodilles ante las miserias de los hombres y no tengas miedo de lavarles los pies.

Hernán, así serás servidor, sacramento, presencia de Cristo Siervo. Estarás en medio de la Iglesia como el que sirve, como Jesús que “no vino para ser servido, sino para servir y a dar su vida en rescate por una multitud” (Mt. 20, 28). No temas ocupar el último lugar. Aprendé la lógica del Evangelio, donde los últimos son los primeros, los que pierden ganan y los que sirven reinan.

Hernán. Serás servidor en esta Iglesia de Morón en la que caminamos juntos, haciendo el Sínodo y en la que Jesús está presente caminando con nosotros. Somos la Iglesia del camino, la Iglesia en salida, la Iglesia de la misión. Somos pueblo de Dios peregrino en las vicisitudes de la historia, somos la posta de los caminantes porque somos la Iglesia de la ermita, en la que se encuentra descanso, se alivian las penas, se sanan heridas, se restauran fuerzas.

La Iglesia de Morón a la que amás entrañablemente, me consta, comparte tu alegría y tu emoción.

En estos días, así como un amigo le abre el corazón a su amigo, me confiaste el significado profundo del lema que elegiste para tu ordenación: “Amó a la Iglesia y se entregó por ella” (Ef 5, 25).

Cuando hablás de la Iglesia, aclarás ante todo, que es ésta Iglesia concreta de Morón a la que amás y a la que te entregás.

Permitime compartir la síntesis que hiciste de tu lema. Como vos bien decís, el mismo refleja:

  1. Una respuesta de amor al Amor, pobre por supuesto, pero convencido de una única certeza: El amor recibido.
  2. Una donación. La respuesta tiene que hacerse carne como la Palabra. Responder al amor te invita a donarte al Pueblo de Dios, a esa Iglesia, presencia de Cristo: en el pobre, en el preso, en el hambriento, en el triste. “El Don toma cuerpo, de lo contrario se queda en una mera idea de don”. (Beato Christophe Lebreton).
  3. Un compromiso. Destacás el sentido esponsal de tu lema, que no sólo es diaconal, sino también sacerdotal, que te invita a la entrega total amando a la Iglesia como Cristo la amó y se entregó por ella.

Por último, poniéndote en manos de la Virgen, imagen de la Iglesia, desde tu pobreza y tu fragilidad decís: “Hágase”.

Que la Señora del Camino y de los caminantes, la Virgen del Buen Viaje, bendiga tu ministerio, tu servicio ¡Salí con Ella al camino! Llevando la alegría del Evangelio, sirviendo a todos, especialmente a los más pobres.

Mons. Jorge Vázquez, obispo de Morón