Viernes 22 de noviembre de 2024

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Misa Crismal

Homilía del R.P. Pablo Hernando Moreno OSA, administrador apostólico de Cafayate, en la Misa Crismal (19 de agosto de 2020)

Querido Monseñor Mario Cargnello, queridos sacerdotes, querida comunidad religiosa que nos acompañan junto a la comunidad de Cafayate.

Hoy es también un día, una misa muy solemne aunque no la hemos podido celebrar el día del Jueves Santo, pero hoy también nos convoca ese Gran Sacerdote y Único Sacerdote que es Nuestro Señor Jesucristo para que los que Él nos eligió para su servicio pastoral y evangelizador renovemos hoy ese gran compromiso que tenemos frente a Jesús y frente también a nuestra comunidad.

Por eso, en primer lugar, agradecer la presencia de Monseñor Mario, también la presencia de los sacerdotes que han podido pasar después de toda esta pandemia, que algunos no han podido venir desde Santa María, tampoco de San José para que pudieran estar con nosotros hoy aquí. Por eso, en primer lugar es una misa sacerdotal, nos dice el rito de la renovación que muchas veces debemos recordar, conmemoramos hoy el día en que Cristo, Nuestro Señor, comunicó su sacerdocio a los apóstoles y a nosotros. Hoy también el día del Jueves Santo es cuando conmemoramos además de la institución de la Eucaristía, en el día de la caridad, la institución del sacerdocio, por eso nos sentimos gozosos y alegres por esa elección que Dios ha hecho de cada uno de nosotros y queremos también unirnos íntimamente a Nuestro Señor Jesucristo, modelo de nuestro sacerdocio. Ojalá que cada uno de nosotros, hermanos, sigamos imitando a este Jesús, el Gran Sacerdote para que, para que renunciando a nosotros mismos y reafirmando nuestros compromisos sagrados seamos impulsados por ese amor de Cristo para servicio de la Iglesia, que el amor de Cristo, que Él nos eligió para que, para el servicio de su Iglesia. Ojalá que cada uno de nosotros sigamos sirviendo también a la Iglesia en nuestra Prelatura de Cafayate con esa alegría, con ese entusiasmo.

Hoy también es un día de alabanza y de agradecimiento por todos los servicios que estamos realizando momento tras momento y también vamos a renovar esa promesa que hicimos, que somos fieles dispensadores de los misterios de Dios por medio de la Sagrada Eucaristía y de las demás acciones litúrgicas.

Nos ha dicho monseñor que hoy también al bendecir y consagrar los santos óleos, el óleo de los enfermos, de los catecúmenos y el santo crisma, que es como la fuente de santidad para que todos los niños cuando nazcan, los ancianos también, cuando vayan a la Patria Celestial lleven siempre esa marca y ese signo del Señor. Y ojalá que cada uno de nosotros sigamos cumpliendo fielmente con el sagrado oficio de enseñar, debemos seguir recordando, enseñando todo lo que hemos aprendido y todo lo que el Señor, cada día, en la oración y en el rezo de la sagrada liturgia nos va mostrando a ejemplo de quien, a ejemplo de Cristo, Cabeza y Pastor, no movidos por el deseo de los bienes terrenos, sino impulsados solamente por el bien de los hermanos. Que esas promesas que hoy vamos a renovar las sintamos en nuestros corazones, ese deseo de servir a nuestros hermanos que tantas veces lo hemos recordado y también hoy pido a toda la comunidad que oren por sus sacerdotes, que el Señor derrame abundantemente sobre ellos sus dones celestiales; sé que oran, pero que sigamos orando para que esos dones celestiales el Señor derrame abundantemente sobre cada uno de nuestros sacerdotes, diáconos y también de nuestros catequistas, que hacen este mes también, celebremos su día y de los ministros de comunión y de todas las personas que de una u otra forma somos también y pertenecemos, como nos ha dicho la lectura, a ese reino de sacerdotes.

Oren también y vamos a orar por nuestro arzobispo para que su ministerio apostólico que se le ha encomendado, nos siga también ayudando, acompañando y protegiendo. Le pidamos a Nuestra Madre, la Virgen del Rosario, que ella también como madre, igual que cuidó ese colegio apostólico, siga cuidando la fraternidad y el amor como hermanos de todos nuestros sacerdotes y le pidamos también, muy especialmente, por nuestras autoridades para que sigan dirigiendo a nuestra prelatura y también sigan sanando a nuestros enfermos. Le damos gracias y alabando, porque hasta ahora el Señor nos ha seguido protegiendo, le pidamos a Él que nos siga ayudando y también que podamos servir con esa ayuda de la Santísima Virgen a todos nuestros hermanos y a todas nuestras comunidades.

R.P. Pablo Hernando Moreno OSA, administrador apostólico de Cafayate