Jueves 25 de septiembre de 2025

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Misa del cumpleaños de la Virgen

Homilía de monseñor Hugo Santiago, obispo de San Nicolás, en la primera misa del Día de la Virgen (Santuario de San Nicólas, 25 de septiembre de 2025)

1. En este año jubilar en el que la Iglesia nos ha propuesto caminar como “Peregrinos de la esperanza”, los padres del Concilio nos han dejado un hermoso texto sobre la Virgen María: Al final del documento sobre la Iglesia, dice así: La Madre de Jesús, de la misma manera que glorificada ya en los cielos en cuerpo y en alma, es imagen y principio de la Iglesia, que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura, así, en la tierra, precede con su luz al peregrino pueblo de Dios, como signo de esperanza cierta y de consuelo, hasta que llegue el Día del Señor. Por eso le decimos: “María, vos sos nuestra esperanza”.

2. María, que Cristo Resucitado ha llevado consigo a la gloria, resplandece como icono de esperanza para sus hijos peregrinos en la historia. Por eso María es fuente de la que brota la esperanza para nosotros. Esta verdad de nuestra fe es perfectamente coherente con el tema del jubileo que estamos viviendo: “Peregrinos de esperanza”.

3. El peregrino necesita de una meta que oriente su viaje, una meta hermosa, atrayente, que guíe sus pasos y lo anime cuando esté cansado, que reavive siempre en su corazón el deseo y la esperanza. En el camino de la existencia esta meta es Dios, amor infinito y eterno, plenitud de vida, de paz, de alegría, de todo bien.

4. El corazón humano es atraído por esa belleza y no es feliz hasta que no la encuentra. En efecto, si se pierde en medio de la selva oscura del mal y del pecado, corre el riesgo de no encontrarla, pero ahí está la gracia; Dios ha salido a nuestro encuentro, ha asumido nuestra carne hecha de tierra y la ha llevado consigo, simbólicamente decimos: “al cielo”, es decir, con Dios; es el misterio de Jesucristo encarnado, muerto y resucitado para nuestra salvación.

5. Inseparable de Cristo está el misterio de María, la mujer de la cual el Hijo de Dios ha tomado la carne, y de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo. Se trata de un único misterio de amor y, por tanto, de libertad.

6. Como Jesús ha dicho “si”, también María ha dicho “si”, ha creído en la palabra del Señor, y toda su vida ha sido una peregrinación de esperanza junto al Hijo de Dios y suyo, una peregrinación que a través de la cruz y la resurrección la hizo alcanzar la Patria, el abrazo de Dios.

7. Por eso, mientras estamos en camino, como individuos, como familia, en comunidad, especialmente cuando aparecen las nubes oscuras y el camino se percibe incierto y difícil, levantemos la mirada; contemplémosla a Ella, nuestra Madre, y volveremos a encontrar la esperanza que no defraude.

8. Venimos como “peregrinos de esperanza” a celebrar el cumpleaños de la Virgen, hemos preparado este viaje, en momentos económicamente difíciles, hemos hecho sacrificios reuniendo recursos para poder hacerlo y la Madre ve nuestro amor y entrega, venimos como sus hijos, venimos con el cansancio del camino, pero con la alegría de encontrarnos con Ella, con su alegría, y queremos como Ella, cantar de alegría celebrando su cumpleaños. ¡Que los cumplas, feliz!

9. En esta fiesta de familia y antes de retornar a nuestras casas, la Madre nos enseña dos cosas sobre la esperanza: que cuando encontramos en el camino el desafío de la falta de salud, de la falta de trabajo, de la soledad, de vínculos que se han roto, le recemos a Dios a través de Ella, tengamos paciencia, perseverancia en la oración y veremos que hay enfermedades que se curan, trabajos que se encuentran, soledades que se transforman en comunicación y encuentro, vínculos que se reúnen.

10. Una segunda enseñanza de la Madre para nuestro camino es que ante tanta guerra y tanta violencia, ante tanta confrontación, recemos por la paz y el encuentro, para ello, como nos dijo el Papa León XIV al inicio de su pontificado, para ser trabajadores por la paz tenemos que desarmar nuestras palabras de toda violencia y agresión.

11. Ante tanta confrontación entre argentinos, entre vecinos, entre familiares, tenemos que ser conscientes que nuestras palabras pueden herir y pueden sanar una herida; puede hundir y pueden levantar el ánimo de una persona; pueden alegrarla o entristecerla, edificarla o destruirla. Por eso, como trabajadores por la paz en nuestros ambientes, la Madre nos da la gracia de que nuestras palabras animen, sanen, alegren, edifiquen a quienes nos rodean y así construyamos la familia de Dios, familia de hijos y hermanos. Esa es la misión que nos da: edificar, unir y animar con nuestras palabras y gestos.

12. Es más, como Madre de familia, la Virgen nos dice que consideremos a cada persona como un miembro del propio cuerpo, como uno que me pertenece; que descubramos que el don y la capacidad del otro es un don para mí; si es inteligente me ayuda a pensar, si es comunicativo me ayuda a comunicarme, si es alegre me alegra. Finalmente la Virgen, como Madre nos pide que demos lugar al hermano, lo escuchemos y lo dejemos participar; de esta manera la Iglesia se transforma en una “Casa y escuela de común unión, un aprendizaje de convivencia, una familia que tiene a Dios por Padre y a María por madre.

13. ¡Viva la Virgen, nuestra esperanza! ¡Viva María del Rosario de San Nicolás!

Mons. Hugo Santiago, obispo de San Nicolás