Sobre Mateo 25, 14- 30
En esta Palabra, Jesús quiere regalarnos a todos una comparación. Cuando la dijo por primera vez, el talento era una unidad de medida de peso, como hoy podrían ser más de treinta kilos de algo valioso.
Es una comparación del amor de Dios padre hacia todos sus hijos. A todos nos ha dado talentos. Entonces todos somos talentosos, llamados a ser multiplicadores de TALENTOS.
Es Dios mismo quien recuerda la importancia de la responsabilidad y de la fidelidad.
Por eso nos confía a todos sus talentos o dones. No es una entrega idéntica, sino que le da a cada uno lo suyo, lo necesario para servir.
Los talentos compartidos no se malgastan, ni desperdician. Si se dan, no se pierden o restan, sino que se multiplican. Multiplicarlos es ser fieles a la confianza de quien nos dio, o mejor dicho, nos prestó esos talentos.
Esta lectura con fe también nos ilumina cuando, en un sistema democrático, es el pueblo soberano el que confió a algunos vecinos el gobierno, la administración, y el cuidado incluso de los talentos de todos. Hoy rezamos por todos los gobernantes y con ustedes invocamos a Dios, para que sean talentosos en su tarea.
La palabra de Dios también nos destaca el valor de la iniciativa: el que se arriesgó fue recompensado con más responsabilidad y confianza. El que no se la jugó, perdió. Se quedó con menos de lo confiado, malgastando y desperdiciando lo poco que tenía.
Por eso la pasividad es un peligro latente: el no usar los dones es una pérdida personal y comunitaria. A veces irreparable, por lo que puede resultar tarde para servir y dar.
Debemos ser responsables pero generosos. No tener miedo a arriesgar.
Pero también debemos ser confiados y agradecidos: está en nuestra esencia de seres humanos que Cristo a elevado a la categoría de Hijos de Dios. Los cristianos somos por naturaleza agradecidos porque confiamos.
Los que tenemos fe en Él, como Señor de la historia, sabemos que es esencial ser agradecidos. Para esto siempre es importante la memoria. Agradecemos, porque recordamos, porque repasamos, porque miramos los acontecimientos con los ojos de la fe.
Entonces para nosotros es más fácil rezar, porque siempre que lo hacemos incluimos el agradecimiento. La Misa es una acción de gracias, así como cada uno de nuestros sacramentos. El rezar todos los días el Padre Nuestro incluye dar gracias, aunque junto con ello también pidamos.
Por eso en el Te deum pedimos y estamos agradeciendo. Agradecer porque hace más de doscientos años en esta tierra comenzó a gestarse una nación.
El primer 25 de mayo se destacó por desatar un fuerte grito de libertad. En otros 25 de mayo tal vez se escuchó fuerte el grito de justicia, en otros el del trabajo, la seguridad y hasta el grito silencioso del pedido de paz.
Pero esos gritos sagrados, pronunciados por voces hermanas, se pueden unir como los sonidos para hacer una melodía. Como los miembros del cuerpo junto a la cabeza, incluso como un pueblo unido que jamás será vencido.
Les propongo que hoy, en este 25 de mayo nuestra voz sea para agradecer y alentar a usar los talentos que Dios a todos nos dio: gobernantes y vecinos.
Porque necesitamos de todos, no puede quedar nadie afuera. Porque una construcción requiere ponernos de acuerdo, tirar parejo, caminar juntos, aunque no seamos iguales u opinemos con las mismas ideas. Algo que el Papa Francisco invitaba a decir todos los días: permiso, perdón y gracias.
Agradecer porque nuestra ciudad cuenta con vecinos que siempre pensaron en los demás vecinos. Cuando se trata de dirigentes, de políticos y de animadores sociales, hoy todos debemos dar gracias a Dios por esa vocación que es de servicio, no de ser servidos. Para eso son los talentos: para servir.
Esta oración es un acto de fe. De creer en Dios, de creerle a Él y hacerle caso a quien nos dio los talentos. Ahí se entiende que creer es comprometerse. Me parece un título muy bueno para rezar y expresar el compromiso con las cosas de todos los días. Creer es comprometerse.
En la ciudad de Mercedes hay muchas cosas de las cuales siempre debemos agradecer, porque hay fe y compromiso. Lo mismo puedo decir de otras comunidades de nuestra Arquidiócesis de Mercedes-Luján. Talentos, cualidades, logros, riquezas materiales y espirituales, familias enteras de vecinos que nos regalan ejemplos de vida, de trabajo y de búsqueda del bien común.
Juntos demos gracias a Dios por todo esto.
Pero debemos reconocer que algunas veces no trabajamos juntos. No siempre nos enteramos y nos preocupamos por saber ¿qué está viviendo el otro, qué necesita y qué no se anima o no sabe pedir?
Creo que como sociedad debemos crecer en esto: trabajar más unidos, reconocer que muchas veces no nos estamos preocupando por los demás y otras veces, como una salida facilista nos decimos: que lo haga otro.
Estos días de lluvia e inundación nos muestran cuando compartimos los talentos y cuando no lo hacemos. Preguntarnos ¿qué necesitan y qué no necesitan nuestros vecinos? A veces da la impresión que nos gusta fundar y crear cosas, y no nos preguntamos si tal vez lo que una comunidad necesita sea fortalecer y mejorar lo que ya se tiene. Esto es aceptar y agradecer los talentos que tiene el otro.
No siempre lo nuevo es mejor, a veces hay que mejorar, con prudencia y con sabiduría, lo que ya tenemos.
Invito a todos nuestros gobernantes y a toda los que en el día de la patria estamos rezando con ustedes: debemos ser multiplicadores de talentos.
Aliento a nuestros gobernantes a valorar las bases de nuestros antiguos vecinos. Así como en el contexto nacional, también en Mercedes nos sobran ejemplos de varones y mujeres que se empobrecieron materialmente porque renunciaron a su beneficio por el bien común. Apreciar los cimientos de un edificio que se comenzó a construir incluso antes de la independencia. Cimientos que luego serán acompañados por cada paso que dieron nuestros padres y abuelos.
Los invito a valorar que todos somos necesarios, aunque no seamos iguales. Agradecerle al otro lo que hace porque contribuye al bien de todos. Porque nadie parte de cero, es que debemos ser más agradecidos con los que estuvieron antes que nosotros. Por los que se equivocaron y acertaron, pero usaron sus talentos. No podemos caer en ese falso mesianismo de que antes de nosotros, nadie había hecho nada o nada bien. Porque faltaríamos a la verdad y a la intención de los que nos eligen para gobernar.
Por eso invito a rezar para que se terminen las soluciones provisorias, las que sólo tratan de emparchar un tejido que hay que renovar, las que sólo acallan el hambre “por ahora y más adelante veremos”; las que confunden un derecho con una obligación y viceversa, las que no permiten la reunión familiar en torno a la mesa, con un trabajo estable y dignamente pago; las que son de emergencia, pero no solucionan de fondo el desempleo, la falta de vivienda, la falta de educación y de salud, el cuidado de los más frágiles y pobres.
Rezamos entonces porque no todo está mal, ni todo está muy bien.
Rezamos por nuestros gobernantes nacionales, provinciales y municipales. Ellos muchas veces se encuentran en situaciones difíciles de resolver, en donde cuesta discernir lo que la conciencia dicta, más aún si no se está de acuerdo con la mayoría. Les recuerdo que los pastores estamos para acompañar e iluminar, por eso cuenten con nosotros como padres y hermanos.
Contemplamos a nuestra patrona, la Virgen de las Mercedes ejemplo de agradecimiento, confianza y generosa multiplicación de sus talentos. Ponemos en sus manos nuestra oración como hijos de Dios, como pueblo cristiano peregrino y como vecinos.
Mons. Mauricio Landra, obispo auxiliar