A las autoridades presentes, a los miembros de la Familia Salesiana, a los jóvenes, adolescentes y niños que necesitan del carisma de Don Bosco.
Agradezco la oportunidad de poder estar aquí como Salesiano, y traerles el saludo afectuoso de nuestro arzobispo cardenal Ángel Rossi SJ, que lamentablemente al tener que estar hoy en Buenos Aires, en la reunión de la Comisión Permanente del Episcopado, no puede acompañarnos; pero quiso explícitamente que les expresara el agradecimiento por la riqueza que el carisma salesiano aportó y aporta, para toda la Arquidiócesis y para toda la Argentina.
Basándome en el libro "Buenos cristianos y honrados ciudadanos. La obra salesiana y la cuestión social. Córdoba, 1905-1930 del Dr. Nicolás Moretti, a quien agradezco de corazón; quisiera acercarles tres puntos que considero fundamentales para hacer memoria agradecida y también, repensarnos en el hoy.
Lo primero que me parece hay que resaltar es la ubicación geográfica donde se emplaza la obra de Don Bosco en 1905 en la ciudad de Córdoba, claramente eran los márgenes, la periferia de la ciudad. Una ciudad grande en vías de crecimiento pero que, por entonces, el Barrio Alberdi no se llamaba así, sino que era el "Pueblo La Toma”, como era costumbre en esa época a los barrios se los llamaba "pueblos” Pueblo General Paz, Pueblo Alta Córdoba, Pueblo San Vicente, etc. Este era el pueblo La Toma, un lugar en donde había muchos descendientes de comechingón y que luego va a ser rebautizado como barrio Alberdi.
Dato no menor, el terreno donde se emplaza el Pío X, allí había una casa de madera y chapa y un establo de burras, según cuentan las crónicas del Padre Guerra (fundador que había compartido con Don Bosco) y se lee aquella frase textual de él, contemplando la zona: "la miseria por fundamento”, es toda una declaración de principios.
Y con la ayuda de la sociedad civil, que durante 20 años lucharon para que los salesianos religiosos llegaran a estas tierras, entendieron que, aun cuando había mucha vida religiosa presente, ( a Córdoba le decían la Roma argentina); valoraron que el carisma de Don Bosco era muy necesario. Recién en 1903 se fundan los cooperadores salesianos para poder juntar los fondos, para que en 1905 pudieran ya desembarcar los salesianos, previo a haber comprado los terrenos.
Un segundo punto central tiene que ver a quienes iba dirigido ese carisma, es decir los niños y jóvenes de la sociedad de ese momento. Ciertamente no es una novedad, es lo que Don Bosco desde sus inicios en Turín así lo hizo. Cuando apenas llegaron los salesianos; el primer punto que se plantea ¿Por qué querían que vinieran los salesianos? ¿Por qué los cooperadores salesianos cordobeses pusieron el dinero para traerlos y después construir toda esta obra inmensa? Tenía que ver con que no había quién se ocupase de la cantidad de niños y jóvenes que andaban por las calles, desde los lustrabotas, canillitas hasta aquellos que se dedicaban al ejercicio de la delincuencia. Por ello, la obra de Don Bosco vino para tener una misión entre los niños y jóvenes de clases populares. Eso es un dato insoslayable y que habla de una misión preferencial, un objetivo: atender a las infancias y adolescencias populares.
Hay una anécdota risueña del P. Guerra que decía: "se acercaron unos chiquitos curiosos, la mayoría de ellos están descalzos, mejor así... así no van a hacer ruido en la iglesia que tendrá pisos de madera”. O aquella carta que la superiora de las Hermanas Dominicas que ya estaban instaladas, le enviara al P. Guerra agradeciendo que atendieran a esos muchachitos, gracias a esto, "han dejado de llover las piedras sobre las ventanas de nuestro edificio”, y le agradece la misión civilizadora de la comunidad salesiana.
Un tercer punto, tiene que ver con que los salesianos vinieron a Córdoba para abrir una escuela de artes y oficios que era lo que se demandaba, pero los salesianos emprendieron toda una obra social, educativa, pastoral, y también de implicancias culturales que ganó el espacio público de la ciudad. Había una intención abierta de ganar el espacio público, y lo entendieron así, los Salesianos fundadores estaban todo el tiempo viendo cómo intervenir con propuestas asociativas y culturales (que no se agotaban en el colegio, ni en la escuela de artes y oficios, ni en el oratorio festivo) se abrieron al protagonismo editorial, tenían imprenta propia y a través de esa imprenta, el medio de difusión de esa época por antonomasia, lo usaban como una especie de apostolado de expansión. Los certámenes catequísticos que eran todo un despliegue simbólico y ceremonial importantísimo. Las manifestaciones por la calle con la banda de música, con los gimnastas, con el cuerpo de exploradores de Don Bosco. Estaban en todo, estaban percibiendo la realidad, e intentando una solución. Esa visión de ir un paso adelante, de estar provocando una respuesta y no una actitud pasiva.
Gracias a los que nos precedieron, por su espíritu misionero y su creatividad apostólica.
Qué significativo y actual es el carisma de Don Bosco, tanto que hasta de alguna manera nos incomoda, frente a una sociedad que es punitiva, planteándose bajar la edad de imputabilidad, solo delata la falta de opciones preventivas tan propias de Don Bosco. Qué desafiante resulta esa actitud de nuestros orígenes, que estaban todo el tiempo contemplando la realidad, y convencidos de la misión que Dios les encomienda salen al encuentro a intentar una respuesta. Hoy el Papa Francisco nos diría prefiero una iglesia accidentada, que encerrada en sí misma.
El gran desafío es seguir “aggiornando” este valioso carisma, ¿te animás?, ¿nos animamos? Le pidamos a María Auxiliadora y a Don Bosco que nos ayuden en esta hermosa tarea educativa - pastoral que la sociedad actual pide a gritos.
Muchas gracias y que Dios los bendiga siempre.
Mons. Alejandro Musolino SDB, obispo auxiliar de Córdoba