Queridos hermanos y hermanas:
Como obispos del NOA, "peregrinos de la esperanza" junto a todo el Pueblo de Dios, les compartimos este breve, pero sentido mensaje en el marco del camino sinodal.
En primer lugar, les agradecemos de corazón que han rezado por nosotros y por nuestro encuentro fraterno. De verdad que hemos experimentado su acompañamiento, en especial, de tantos enfermos que nos sostienen con su esperanzada oración y el ofrecimiento creyente de sus sufrimientos. Gracias. Gracias.
En segundo lugar, nos hemos planteado a fondo y hemos reflexionando y orado para que cada uno de nosotros sea un verdadero testigo de la Esperanza, sembrándola e irradiándola con nuestras vidas, ya que es el don más hermoso que la Iglesia puede hacer a toda la humanidad.
Ustedes y nosotros somos conscientes de cuánta desesperanza y desconfianza está impregnada nuestra sociedad. Por eso, como Pueblo de Dios que somos, tenemos la noble y apasionante misión de experimentar y hacer experimentar a todos que la Esperanza cristiana es un don de Dios que llena de alegría y fortalece la vida de todo ser humano.
La Esperanza nos da fuerza para seguir caminando durante esta vida terrena hasta alcanzar la vida plena en Dios; y, con la fe y el amor, nos señala la orientación y destino de toda existencia humana.
No queremos dejar de recordarnos lo que el apóstol san Pedro afirma cuando nos insta a estar dispuestos a dar razones de la esperanza que tenemos, pero con suavidad, respeto y tranquilidad de conciencia (cf. 1Pe, 3,15-16).
Todos tenemos la responsabilidad de llevar esperanza allí donde se ha perdido.
La esperanza no defrauda nunca. ¡Seamos Peregrinos y Profetas de Esperanza!
Por último, nos alegra que Dios nos haya elegido para ser pastores de las 11 Iglesias particulares del NOA, tan ricas en fe, esperanza, caridad y piedad popular al Señor, a la Virgen María, los santos y mártires de nuestra región. Todo esto lo vivimos y celebramos junto a ustedes, santo Pueblo de Dios que camina testimoniando el Amor Misericordioso de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, que habita en cada uno desde y por el Bautismo, verdadera fuente de salvación, misión, comunión y participación.
Nuestra Madre del Valle, Patrona del NOA, ruega por nosotros
Los Obispos del Noroeste Argentino
El Siambón, Tucumán, 13 de febrero de 2025.