Jueves 21 de noviembre de 2024

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El camino sinodal: la confianza que conduce al Amor

Carta pastoral de monseñor Ramón Alfredo Dus, arzobispo de Resistencia

1. Contemplemos a nuestra Iglesia Arquidiocesana con la visión del Concilio Vaticano II, que la define como "el pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (LG 4). Somos el Pueblo de Dios que camina con el dinamismo de la misión. Sabernos Pueblo de Dios nos hace pasar del "yo" al "nosotros", para testimoniar la comunión. La unidad nos identifica y nos hace estar presentes y activos en el mundo, para ofrecerle el don del Padre que es su propio Hijo (cf. Jn 3,16): el Resucitado que vive entre nosotros.

2. Como bautizados y animados por el Espíritu Santo, estamos invitados a vivir nuestra propia vocación, el propio carisma y el propio ministerio, cuidando los vínculos y el compromiso de amar concretamente. Caminar codo a codo junto a cada ser humano nos ejercita en el estilo de Jesús, que dijo: "Por ellos me consagro, para que ellos también sean consagrados en la verdad" (Jn 17,19). Este es nuestro camino de santidad cotidiano: entender la vida como un don y un servicio.

3. Para nuestro camino eclesial necesitamos reavivar una confianza recíproca y una apertura de mente al reconocernos hermanos, perder el miedo a salir, y ayudarnos a ser una Iglesia que no se centra en sí misma. Porque, como dice Francisco: "la intimidad de la Iglesia con Jesús- nuestra espiritualidad personal - es una intimidad itinerante, y la comunión esencialmente se configura como comunión misionera" (EG 23).

Nuestra comunidad cristiana se vuelve atractiva y propositiva, cuando experimenta que el Espíritu Santo tiene el primado en guiarnos a la acción. El Espíritu que obra en cada uno suscitando nuevas propuestas y escuchando las de los demás. Al escuchar y comprendernos recíprocamente estamos invitados a vivir procesos pastorales comunitarios y a experimentar más profundamente que las relaciones fraternas son ya lugar y forma de un auténtico encuentro con Dios. Es la experiencia sentida del Reino de Dios que "está entre nosotros y en nosotros" (cf. Lc. 17,21).

4. ¿Cómo profundizar nuestras relaciones fraternas? En nuestras asambleas arquidiocesanas hemos expresado el deseo de ahondar nuestros vínculos de hermanos en Cristo. Para ayudar a esto, el Sínodo (2023) promovió una práctica denominada "la conversación en el Espíritu". Ella indica disponernos al intercambio personal y comunitario, pero significa algo más que un simple diálogo. La conversación en el Espíritu entrelaza un modo de pensar y de sentir, que genera un ámbito en el que todos se comunican a la luz de la fe, la propia y personal comprensión y búsqueda del querer de Dios a la luz de la Palabra oída y de los signos de los tiempos. En concreto, se confronta la propia comprensión de la realidad con la de los otros, sin juzgarse o corregirse inmediatamente. Se busca juntos alcanzar un discernimiento que surja de todos y con el acuerdo de todos. Esta propuesta integra modelos de discernimiento eclesial conocidos, como el ejercicio de "ver, juzgar y actuar", o el de "reconocer, interpretar, escoger", y busca enriquecerlos.

5. "La conversación en el Espíritu" implica dar prioridad a la escucha de la Palabra de Dios, para dejarse iluminar por el Espíritu Santo. Cada oyente, a turno, manifiesta la comprensión que el mismo Espíritu suscitó en su corazón. Así, al poner en común la propia intuición, se acoge también aquella que los demás sienten y comparten, sin emitir juicios o correcciones. En un segundo momento se ponen en evidencia las coincidencias y puntos de convergencia. Esos ecos que resuenan en todos y en cada uno, expresan el discernimiento que es el fruto de todos. Esta actitud resulta ser proactiva: es método, y también es un estilo. El Espíritu Santo en cada bautizado ayuda a ejercitar el discernimiento de la voluntad de Dios que orientará a la misión y al compromiso. Todos somos protagonistas y así hacemos propio lo que San Pablo decía a su comunidad: "todos nosotros poseemos el modo de pensar -la mente- de Cristo" (2Cor 2,16).

6. La sinodalidad se orienta a la misión. El camino sinodal nos fortalece en la comunión y en nuestra identidad eclesial, pero no es un fin en sí mismo. Una comunidad que vive la fraternidad buscará siempre salir al encuentro de otros. El diálogo amplio será la característica para proponer el anuncio evangélico. El servicio concreto de la caridad y de la acción social nos tendrá que insertar en las periferias de nuestro propio ambiente. Además, en nuestra sociedad cada vez más intercomunicada el cuidado de la Casa común y el trabajo por la paz tendrán que integrar nuestro estilo pastoral.

En cada una de nuestras comunidades que buscan discernir nuevos ámbitos pastorales, y ejercitarse en la "conversación en el Espíritu", se podrá apreciar mejor los carismas de las personas, confiar en la sabiduría de nuestros agentes pastorales, y animar nuestras actividades para que testimonien "el Evangelio de la alegría".

7. El nuevo año pastoral 2024 tiene la novedad de animarnos como discípulos y misioneros a continuar el camino de la esperanza; así lo celebramos en la asamblea del año que termina. Como palabra final y que ayuda a fortalecer la fraternidad y nuestros desafíos pastorales, recojo un mensaje del PP Francisco que anunció durante el Sínodo último (2023). Ofreció a toda la Iglesia una exhortación apostólica sobre s. Teresa de Lisieux, que tituló: "Es la confianza"1, como un signo necesario para vivir la sinodalidad. También nuestro camino pastoral necesita de la confianza. Confianza en el Amor de Dios hacia todos y cada uno. Confianza en la Iglesia universal, y en nuestra Iglesia particular.

8. La oración que sigue, inspirada en las palabras y el testimonio de santa Teresita, orienta nuestra mirada a María, Madre de la Iglesia, que puso toda su confianza en el Señor, "que eleva a los humildes y que derriba a los que creen que son algo":

"La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor».

"En un tiempo que nos invita a encerrarnos en los propios intereses, Ella nos muestra la belleza de hacer de la vida un regalo.

En un momento en que prevalecen las necesidades más superficiales, Ella es testimonio de la radicalidad evangélica.

En un tiempo de individualismo, Ella nos hace descubrir el valor del amor que se vuelve intercesión.

En un momento en el que el ser humano se obsesiona por la grandeza y por nuevas formas de poder, Ella señala el camino de la pequeñez.

En un tiempo en el que se descarta a muchos seres humanos, Ella nos enseña la belleza de cuidar, de hacerse cargo del otro.

En un momento de complicaciones, Ella puede ayudarnos a redescubrir la sencillez, la primacía absoluta del amor, la confianza y el abandono, superando una lógica legalista o eticista que llena la vida cristiana de observancias o preceptos y congela la alegría del Evangelio.

En un tiempo de repliegues y de cerrazones, Ella nos invita a la salida misionera, cautivados por la atracción de Jesucristo y del Evangelio".

9. Conclusión. Confiamos en la acción del Espíritu en la Iglesia y en el mundo, confiamos en la presencia de Jesús en su Iglesia, y confiamos que el camino sinodal es la actitud justa para hacer presente la acción de Dios en el mundo. La confianza en el Señor nos conduce a la alegría del Amor. Alegría de la vida de discípulos, que abrazan este tiempo difícil y cambiante para transformarlo en un presente continuo de Gracia.

Fraternalmente

Mons. Ramón Alfredo Dus, arzobispo de Resistencia

8 de diciembre de 2023
Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María
Patrona de la arquidiócesis de Resistencia, Chaco, Argentina.