Viernes 22 de noviembre de 2024

Documentos


'La droga se cobra vidas, y también el futuro y los sueños'

Homilía de monseñor Eduardo García, obispo de San Justo en la misa por el día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas (26 de junio de 2024)

En su resolución 42/112, el 7 de diciembre de 1987, la Asamblea General decidió celebrar el 26 de junio el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas para mostrar su determinación en reforzar la actuación y la cooperación para alcanzar el objetivo de una sociedad internacional libre del consumo de drogas.

Es bueno aclararlo para que ningún medio amarillista diga que la Iglesia en Argentina quiere marcar, desde la droga, un lugar de oposición.

Tené misericordia de nosotros, es el grito de los leprosos marginados de la vida y sin esperanza de futuro a Jesús que pasa.

Hay guerras que comienzan siendo invisibles, pero cuando el campo de batalla se agiganta y las víctimas son cada vez más, no se pueden ocultar. En este Día Internacional de Lucha contra la Droga, nos encontramos sumergidos además de las guerras particulares que se dan en muchos lugares del mundo, en una guerra global; que nos coloca ante un desafío decisivo que es también global: combatir el flagelo de las adicciones y el narcotráfico que, como un virus devastador, azota a nuestras comunidades y atraviesa la sociedad como una pandemia que vino para quedarse. Lo que hace casi 100 años era una excentricidad de algunos… ya lo decía el tango "no se conocía coco ni morfina"... cocó no era el nombre de una bailarina…la cocaína que se metía para alegrar la vida de los muchachos bien. Hoy, las drogas de la mano del narcotráfico, como sicarios de la muerte, siembran dolor, destrucción y desesperanza en nuestras calles, arrebatando sueños, futuro y esperanza a millones de personas en todo el mundo.

Tené misericordia de nosotroses el grito silencioso de muchos frente a la droga que, con la sagacidad de un virus se va metiendo en una sociedad y en vidas que tienen las defensas bajas. Detrás de cada adicción hay una historia de dolor y sufrimiento. El consumo aparece entonces como un refugio ante realidades insoportables, un escape del dolor profundo que carcome el alma, sobre todo en los jóvenes que, ante la presión social o situaciones personales, encuentran en las drogas una salida rápida, una falsa promesa de alivio a su angustia y desconcierto. Lo engañoso de olvidarse por un momento, perpetúa un ciclo vicioso de sufrimiento y destrucción aprovechados de manera criminal por los asesinos del narcotráfico.

Tené misericordia de nosotroses el grito angustioso de muchas comunidades. La droga, como todo virus, ataca las zonas más débiles y hoy en la pobreza y la exclusión social las drogas y el narcotráfico tienen el caldo de cultivo más generoso. La falta de oportunidades, recursos básicos y una mirada confiada a largo plazo empuja a muchos, especialmente a los jóvenes, a buscar en las drogas una salida más fácil a sus problemas. Somos testigos de la nefasta matemática en nuestros barrios que, a medida que crece el hambre y la falta de trabajo, crece el consumo y el narcotráfico como un estado paralelo que aparentemente te saca del pozo y de la necesidad del hoy, pero te entierra para siempre. Combatir las drogas implica también luchar contra estas condiciones que las alimentan. Seguirá reinando la droga mientras no haya educación, salud, condiciones dignas de vida y de trabajo, que son los motores que impulsan a no dejarse llevar por la marea de la desesperanza y a ponerse de pie frente a la Vida

Tené misericordia de nosotroses el grito tembloroso de muchos jóvenes frente a este virus letal. La droga es el delincuente silencioso que no solo destruye vidas y familias; sino también sueños, metas, planes, imaginación y el sentido de vivir lo más hermoso de la vida. Jóvenes talentosos que abandonan sus estudios, deportistas prometedores que renuncian a sus sueños, artistas que pierden su visión creativa, pibes de los barrios que cambian un libro por un arma... La lucha contra las drogas también es una lucha por proteger los sueños y aspiraciones de nuestra juventud, por un futuro donde, una sana y buena realización personal sean posibles.

Tené misericordia de nosotroses el grito de impotencia de tantos. La lucha contra las drogas también es una lucha contra la corrupción que se filtró en nuestras fuerzas de seguridad, el sistema judicial y el ámbito político y empresarial. La complicidad de algunos en estas áreas facilita la expansión del narcotráfico y la destrucción de vidas. Sin transparencia, integridad y responsabilidad en quienes ocupan posiciones de poder, se hace inútil todo esfuerzo. Por mucho que nos duela, no podemos ser ingenuos, si la droga sigue invadiendo impunemente nuestros barrios no es, sin que alguien sepa, sin que alguien mire para otro lado y sin que alguien cobre. No podemos dejar que unos pocos corruptos saboteen los esfuerzos de tantos otros que trabajan incansablemente por una vida buena para sus hermanos.

Tené misericordia de nosotros, es hoy nuestro grito. No podemos permitir que las drogas sigan robándonos vidas. Cada vida salvada es una victoria en esta batalla. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar. Ya sea a través de la educación, el apoyo a políticas públicas o simplemente ofreciendo una mano amiga, todos podemos contribuir a un mundo libre de adicciones y del negocio del narcotráfico. Las organizaciones comunitarias, los centros de rehabilitación y las iniciativas de voluntariado son luz de esperanza que demuestran que la recuperación es posible y que hay caminos hacia una vida mejor.

Cada vez que una comunidad, una parroquia o una capilla se levanta contra las drogas, está defendiendo la esperanza y el derecho de todos a un futuro lleno de posibilidades. Luchamos por la vida de nuestros jóvenes, la salud de nuestras comunidades y la integridad de nuestras familias recogiendo las lágrimas de tantas madres, hermanos y hermanas que viven en su carne este dolor.

Tené misericordia de nosotros, porque sabemos por experiencia que en los barrios donde las drogas mandan, la lucha es de cada minuto tratando de proteger a los pibes y las pibas de las tres C asesinas de la calle, la cárcel y el cementerio, con las tres C del colegio, club y capilla con el estilo de Dios que propone Francisco: cercanía, compasión, cariño.

La lucha contra el uso de drogas y el narcotráfico es un compromiso colectivo que implica otras tres C: cuidar, contener y construir. Cuidar: estar atentos, ofrecer apoyo y compasión a quienes enfrentan esta batalla diaria. Tender una mano amiga, escuchar desde el propio dolor. Contener, abrazando el dolor sin estigmatizar a las víctimas, crear espacios seguros y libres, fortalecer nuestros lazos comunitarios y proteger a nuestros chicos y jóvenes de las trampas destructivas de la droga. Construir es educar, informar y proporcionar recursos para la recuperación y la prevención. Construir implica edificar un entorno donde la esperanza y las oportunidades prevalezcan sobre el oscuro mundo de las drogas.

En este día, renovamos nuestro compromiso de cuidar a quienes luchan, contener en la batalla cotidiana, construir un futuro donde la salud, la esperanza y la dignidad sean el legado que dejamos a las futuras generaciones; y lo hacemos desde la C grande de la comunidad, espacio de amor fraterno con la camiseta de Jesús. Juntos podemos hacer la diferencia y desde nuestros barrios y comunidades construir un mundo más sano y esperanzador.

Mons.Eduardo García, obispo de San Justo