Queridos hermanos y hermanas:
Estamos celebrando la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo y lo hacemos en este tiempo sinodal y misionero que vive nuestra Iglesia.
El misterio de la Eucaristía nos dice que el mismo Hijo de Dios -que glorioso reina junto al Padre- se ha quedado sacramentalmente presente en el Sacramento de su Cuerpo y Sangre.
El Catecismo de la Iglesia Católica (N.1324) nos enseña: La Eucaristía es “fuente y culmen de toda la vida cristiana” (LG 11). “Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua” (PO 5).
Este tesoro -que es la Eucaristía- nos asegura la presencia real de Jesucristo en el Sacramento. Y al contemplarlo, al recibirlo y adorarlo nos llenamos de su Amor. De ese Amor que lo llevó a dar la vida por nosotros en la cruz.
Somos testigos de ese Amor. Somos experimentadores de ese Amor y debemos ser siempre “Misioneros de ese Amor”. Para llevar la noticia de su infinito Amor por nosotros a todos los hombres, particularmente a quienes lo olvidan o lo desconocen.
Pidamos en este día al Señor que nos inunde con su Amor, para que presurosos emprendamos la preparación y el recorrido de la misión diocesana del mes de julio. Pidamos que no guardemos este tesoro escondido en el interior de nuestros corazones; en el interior de nuestros grupos y comunidades, sino que salgamos a las calles y al encuentro de todos los que encontremos dispuestos a recibir la Buena Noticia de su Amor.
Cristo se entrega en cada Eucaristía y al recibirlo nos unimos a Él para que también nosotros nos entreguemos a la adoración y a la misión. Cuando termina la Misa, el sacerdote nos dice: “Pueden ir en paz”. Y eso significa salir del Templo y llevar la paz y el amor de Dios que hemos recibido, a la vida concreta y real de cada uno y en medio de aquellos hermanos que Dios pone a nuestro lado.
“Vayamos en paz” con Cristo Eucaristía. A todos nuestros hermanos. Por los caminos de la misión. Anunciando su infinito Amor hasta que Él vuelva”.
Con mi paternal bendición:
Mons. Daniel Fernández, obispo de Jujuy