Miércoles 9 de octubre de 2024

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Tedeum del 25 de Mayo

Homilía de monseñor fray Luis Antonio Scozzina OFM, obispo de Orán, durante el tedeum del 25 de Mayo (25 de mayo de 2024)

Queridos hermanos y hermanas:

La celebración de la Fiesta patria nos reúne como hermanos para dar gracias a Dios por la dicha de vivir como ciudadanos el desafío de construir el bien común en esta tierra bendita del norte salteño.

En esta fecha recordamos el inicio del camino de la autodeterminación como pueblo soberano. En aquel 25 de mayo, elegíamos al primer gobierno patrio que ponía de manifiesto el deseo de una voluntad soberana, el deseo de construir nuestro futuro solidariamente con las Provincias unidas del sur del Virreinato del Río de la Plata. En los albores de la Patria se buscaba caminar juntos como hermanos de una misma tierra en la diversidad de las Provincias unidas.

Hoy renovemos la esperanza en una patria fraterna y solidaria, “he ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. [...] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! y "soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos" (FT 8). Nuestra fe cristiana nos impulsa a creer que es posible hoy, soñar con “una patria de hermanos".

Para poder soñar juntos un futuro donde a todos se les reconozcan sus derechos y sea respetada la dignidad humana en cualesquiera circunstancias de la vida, es necesario un cambio de mentalidad, un cambio de estilo de vida y de mirada del actual modelo de desarrollo humano. Para ello, debemos superar y dejar de naturalizar que es justificable el sacrificar derechos inalienables, donde “partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites". Nos dice el Papa Francisco: "En el fondo «no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si "todavía no son útiles" -como los no nacidos-, o si "ya no sirven" -como los ancianos-." ( FT 18)

Hoy vivimos inmerso en una cultura del descarte y de la muerte, sometidos a una ideología que privilegia la supremacía del yo egoísta que busca sólo su bienestar individual y usufructuar de los bienes en beneficio propio. En palabras del Papa Francisco, ese "individualismo consumista provoca mucho atropello. Los demás se convierten en meros obstáculos para la propia tranquilidad placentera. Entonces se los termina tratando como molestias y la agresividad crece. Esto se acentúa y llega a niveles exasperantes en épocas de crisis, en situaciones catastróficas, en momentos difíciles donde sale a plena luz el espíritu del "sálvese quien pueda". Sin embargo, todavía es posible optar por el cultivo de la amabilidad. Hay personas que lo hacen y se convierten en estrellas en medio de la oscuridad" (FT 222)

Otro aspecto significativo para la construcción de una "patria de hermanos" es, la influencia determinante del paradigma tecnocrático que se impone a la voluntad del pueblo expresada en las formas democrática de gobierno. "Provoca escalofríos advertir que las capacidades ampliadas por la tecnología «dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo [...]. ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad»." (LD 23). Hoy vemos como cierta dirigencia política junto a grupos poder concentrados desarrollan emprendimientos extractivistas que no respetan la voluntad de las comunidades locales y, mucho menos, respetan las legislaciones sobre el cuidado del ambiente.

A pesar de la imposición de un modelo productivo que nos lleva a la destrucción de la humanidad estamos impelidos a confiar en un futuro más humano es posible. "Necesitamos repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites. Porque nuestro poder ha aumentado frenéticamente en pocas décadas. Hemos hecho impresionantes y asombrosos progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia. Hace falta lucidez y honestidad para reconocer a tiempo que nuestro poder y el progreso que generamos se vuelven contra nosotros mismos." (LD 28)

Recordemos que no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas. "La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna». Caminemos en esperanza." (FT 55)

Por último, dejemos iluminar con la parábola del buen samaritano que nos muestra con "qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común." (FT 67)

Que el Espíritu Santo, ilumine nuestros corazones y nos conduzca a la unidad en la diversidad reconciliada, para que no nos desviemos del camino de la verdad, de la justicia y de la paz. Amen.

Mons. Fray Luis Antonio Scozzina OFM, obispo de Orán
San Ramón de la Nueva Orán, 25 de mayo de 2024